Tres, dos, uno... ¡Acción! Comienza la magia. Desde sus inicios, el Cine ha conseguido transportarnos a mundos a los que nunca pensamos viajar; poner nuestros sentimientos a flor de piel con apasionantes historias de amor y amistad; conocer algunos episodios históricos como si hubiésemos sido testigos de ellos... todo eso y mucho más concentrado en una pantalla, que podríamos considerar como esa ventana a nuestra otra vida.
Estas historias tan reales no serían posibles sin esas decenas de personas que, además de los actores, el director y guionista, trabajan en cada producción. Gracias a ellos, a su iluminación, a sus trucos visuales, a su maquillaje, al control de cada detalle, a su música, esas maravillosas historias consiguen hacer vivir experiencias inolvidables. Esto es lo que nos muestra el corto The Crew -que puedes ver sobre estas líneas-, una breve película en la que se muestra cómo "el Cine te hace vivir emociones".
La historia nos presenta a una joven que, de camino a una cita, experimenta una serie de situaciones que, sin duda, nos recuerdan a míticas películas del Séptimo Arte. ¿No os sugiere su estética inicial a la del famoso musical Cantando bajo la lluvia (1952), de Stanley Donen y Gene Kelly? Y ese atractivo joven perseguido por la policía, ¿no os recuerda a los últimos minutos de Al final de la escapada (1960), de Jean-Luc Godard?
Pero ahí no terminan las referencias cinematográficas incluidas en el corto dirigido por Nicolás Perez Veiga. No podía faltar un guiño a la inolvidable cinta de Marilyn Monroe, La tentación vive arriba (1955), y a su famosa escena del vestido y la alcantarilla. Y otro a Los pájaros (1963), de Alfred Hitchcock, con ese ataque de una bandada de cuervos a la protagonista.
Esa magia a la que nos referimos se hace presente en el momento en el que la chica de la película comienza a volar cual Peter Pan (1953), y la iluminación con neones en tonos rojizos, ¿no os parece similar a la de In The Mood For Love (Deseando amar) (2000), de Wong Kar-Wai? Y no podía tener un mejor final que esa lluvia de pétalos como en la inolvidable película de Renée Zellweger, El diario de Bridget Jones (2001).