Los directores Javier Ambrossi y Javier Calvo (Paquita Salas) desafían el aparentemente inamovible 'statu quo' de San Sebastián y, sirviéndose de una fe canalla al compás de Whitney Houston, contagian la Donostia Zinemaldia con la adaptación al cine de La llamada, su exitoso musical, presente en la Gala de TVE. Su bomba de originalidad cargada de frescura ya había convertido en masa a los 'millennials' desde que se estrenara en las tablas en 2013, pero ahora ha vuelto a hacer historia en su nuevo formato al transformar hasta a los más descreídos. La última religión es de color amarillo.
También con guion de los Javis -Ambrossi y Calvo-, la cinta de escasos decorados y bella simplicidad acontece en un campamento cristiano de Segovia llamado La Brújula. La veterana monja Bernarda (Gracia Olayo) quiere salvar del caos al lugar con su obsoleta canción 'Viviremos firmes en la fe', y allí se reencuentra con Milagros (Belén Cuesta), una joven hermana sumida en la dudas, y se propone educar a las "terroristas" María Casado (Macarena García) y Susana Romero (Anna Castillo), dos adolescentes de lo más espontáneas que quieren triunfar en la industria musical con su dúo de electro-latino. Pero cuando Dios se le aparece a María cantando temas de Whitney Houston, su universo y el de aquellos que la rodean cambia por completo.
Como hemos dicho, la sencillez es uno de los ingredientes que han conseguido que La llamada se saboreé como un exquisito caramelo que nunca quieres dejar de probar. Pero su desembarco en las pantallas, para mayor júbilo, ha logrado agrandar su fenómeno con el mérito de conservar su adictiva inocencia rebelde. De ahí que se hayan ampliado escenarios, se hayan añadido personajes -como el de Secun de la Rosa, el de Víctor Elías o el de la 'youtuber' Soy Una Pringada- y se haya actualizado la iconografía que ensalza y se mofa al mismo tiempo del catolicismo a golpe de 'reggaeton' y sarcásticos diálogos soltados cual dinamita. El cuarteto de actrices te robará el corazón con sus sensibles interpretaciones a flor de piel y, si además consigues aislarte de la reflexión crítica que intente amenazar su mensaje de amor incondicional, sólo te quedará una cosa por hacer: calarte el velo del "Lo hacemos y ya vemos", y a evangelizar.
'Soldiers': Una ópera prima confusa desde su planteamiento
En Oficial hemos sufrido más de la cuenta -de hecho, nos hemos salido antes de tiempo- con la película Soldatii. Poveste din Ferentari (Soldiers. Story from Ferentari) de la directora y guionista serbia Ivana Mladenovic (Turn Off the Lights), que debuta con ella en el largometraje de ficción. El filme tiene como protagonista a Adi (Adrian Schiop), un joven antropólogo que se muda a Ferentari, el barrio más pobre de Bucarest, justo después de que su novia lo abandone. Una vez dentro, decide investigar el mundo del manele, la música pop romaní, y conoce a Alberto, un ex convicto con quien inicia una relación romántico-sexual.
No estoy seguro de lo que pretendía Mladenovic con su ópera prima que, pese a un inicio prometedor y a ideas atractivas -siempre latentes-, se asoma confusa en su planteamiento desde los primeros minutos. Gran parte de la culpa la tiene Adi, el personaje principal, que carece de interés por completo porque ni entendemos las decisiones que toma ni la repentina desorientación de su labor supuestamente documentalista. La cineasta aprehende con mayor eficacia el carácter de Alberto -con involuntarios guiños cómicos-, un bruto zalamero de imponente físico, muy dado a las amenazas, que se aprovecha de su condición de Goliat para intimidar a sus iguales. En medio de un baile vago e indeciso de entrevistas y sobornos con cigarrillos y cervezas -ojo a los clichés sobre la pobreza-, la soledad de uno y otro los arroja a un romance estéril que sólo persigue sacarlos de la soledad a través del poder y del egoísmo. ¿Pero acaso se nos explica por qué actúan así? ¿Qué pinta el manele en todo esto? ¿Cuál es la función de esos segmentos grabados a modo de falso documental? Imposible saberlo.
'Life and Nothing More (La vida y nada más)': La inevitabilidad de asumir las consecuencias
El director madrileño Antonio Méndez Esparza (Aquí y allá) también competirá por la Concha de Oro con su segunda película, Life and Nothing More (La vida y nada más), que recuerda en su presentación familiar dividida en distintos puntos de vista a libros como La maravillosa vida breve de Óscar Wao de Junot Diaz o Sobre la belleza de Zadie Smith -obviamente superiores. Andrew (Andrew Bleechington) es un joven que, a punto de alcanzar la edad adulta, busca encontrar su sitio como joven afroamericano en la época actual -justo antes de las elecciones presidenciales de EE.UU de 2016 entre Hillary Clinton y Donald Trump. Por su parte, su madre Regina (Regina Williams), aunque desconfiada, sigue queriendo encontrar el amor verdadero, aunque ello suponga cuadrarlo en una interminable cadena de obligaciones y una larguísima serie de horas extra. La ausencia del padre de Andrew, con una pena por cumplir en prisión de siete años, determinará su futuro inmediato y la estabilidad de su hogar.
"La vida se basa en las decisiones que tomamos". Esta frase que pronuncia Regina en uno de los momentos de las casi dos horas de duración es la que Méndez Esparza disecciona y examina concienzudamente con una lupa que ni idealiza ni dramatiza la realidad. De ahí su título: La vida y nada más. Esta mirada naturalista refuerza la idea de que el devenir puede escaparse en ocasiones de nuestras manos, aunque, en última instancia, siempre esté relacionado con los caminos que decidimos emprender y a los que, en cambio, renunciamos. A veces nos equivocamos -en el amor, en quiénes depositamos nuestra confianza y hasta con nuestros sueños o con la imagen que tenemos de nosotros mismos-, pero apechugar y aceptar y/o asumir las consecuencias se torna inevitable.
La idea y su forma de presentarla en pantalla son muy interesantes. Lástima que ni una ni otra sorprendan a la larga y se encaminen hacia un tipo de narrativa con la que hemos tenido una profunda sensación de 'déjà vu'. La sombra de Moonlight es alargada pero, ¿y si hubiera habido 'flashbacks'? ¿Cómo se conocieron los padres de Andrew? ¿Qué sucedió para que la sospecha germinara en el corazón de Regina? Este y otros detalles hubieran hecho de La vida una aventura dramática mucho más trascendente.
Día 2: San Sebastián 2017: Jornada de cine francés y 'Handia', regreso de los directores de 'Loreak'