Saló o los 120 días de Sodoma (Pier Paolo Pasolini, 1975)
Parecía que no había adaptación posible para el libro Los 120 días de Sodoma del Marqués de Sade, pero Pier Paolo Pasolini acabó demostrando que eso era mentira. Y no sólo eso, sino que además se marcó un film escalofriante con vínculos temáticos con el fascismo, lleno de tortura, asesinatos y violaciones, que concluyó la espiral de violencia con el asesinato en extrañas circunstancias del propio director, en el mismo año 1975.
La vida de Brian (Terry Jones, 1979)
Ni siquiera las escasas ambiciones de esta parodia religiosa pudieron salvarla del escándalo, cristalizando en multitud de autoridades eclesiásticas que arremetían contra el sentido del humor de los Monty Python. Este grupo cómico venía de haberse consagrado en el cine con la también estupenda Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores, y su excursión al Nuevo Testamento se saldó con una comedia antológica, más allá de toda polémica.
Calígula (Tinto Brass, 1979)
Cerramos la intensísima década de los 70 con un film totalmente inclasificable. Sus responsables pretendían que fuera una epopeya histórica -en palabras del director Tinto Brass, una que tratara "la orgía del poder"-, pero el productor Bob Guccione, que también era el fundador de la revista Penthouse, acabó llevándosela a su terreno. El resultado fue un desastre en taquilla lleno de sexo incestuoso y sadomasoquista, pero nadie resultó tan damnificado como el actor Malcolm McDowell, que tras su exitoso debut con La naranja mecánica vio cómo su carrera no podía recuperarse del negativo impacto de Calígula.
A la caza (William Friedkin, 1980)
Al Pacino se infiltraba en los ambientes gays para cazar a un asesino en serie, y el resultado fue una película que a duras penas consiguió llegar a los cines. Tras varios rifirrafes con la Asociación Cinematográfica, William Friedkin tuvo que quitar 40 minutos de metraje para conseguir que el film fuera calificado como 'R'. Nunca se supo qué ocurría en las escenas eliminadas, pero para remediarlo James Franco quiso dar su cómica versión del asunto en el mediometraje Interior. Leather Bar.