5. Un rodaje infernal
La indolencia de Scott con respecto a la fuente original, y la tremenda responsabilidad del guionista, condujo a que el libreto sufiera decenas de reescrituras. Nadie sabía, en efecto, de qué iba exactamente Blade Runner, y semejante incertidumbre se trasladó al rodaje, durando muchísimo más de lo planeado, y chocando la personalidad del director de Los duelistas con muchos de los involucrados.
La labor de Scott fue tan cuestionada que los inversores llegaron a despedirle, pero por entonces el caos era tan enorme que él pudo seguir a lo suyo, mientras los actores se iban cabreando cada vez más. Si ya el guión era caótico de por sí, la tendencia a la improvisación y los continuos cambios de planes derivaron en que Blade Runner fuera un ensamblaje de misterios e ideas que no llegaban nunca a ser desarrolladas. Por eso causó una recepción primero desastrosa y, sucesivamente, más fascinada.
6. Directa a película de culto
Antes, sin embargo, de que los espectadores de generaciones posteriores fueran cayendo bajo el extraño embrujo de la película, Blade Runner se estrenó. Era el verano de 1982, y al productor Alan Ladd Jr. se le había ocurrido que era una buena idea estrenar en esas fechas, después de que La guerra de las galaxias y Alien hicieran lo propio. Sin embargo, una semana antes llegaba a las pantallas de EE.UU. E.T. El Extraterrestre, lo que dejó al film de Ridley Scott sin ninguna posibilidad junto con la también película de culto La Cosa, de John Carpenter.
Ni siquiera los críticos se vieron seducidos por ella, arremetiendo contra la constante presencia de efectos visuales disimulando la escasez de trama, y llegando a apodarla "Blade Crawler" en vez de "Runner" -"que se arrastra" frente a "corredor"- debido al lentísimo ritmo. La velada apuesta por regresar al cine "noir" tampoco cayó en gracia, y recibieron ataques hasta los intérpretes, pues no había quien se creyera la relación entre Deckard y Rachael.
7. La cuestión de los montajes
El monumental lío que supuso la producción también se extendió a la sala de edición, llegando a ella hasta cuatro confusas horas de película. El primer montaje contenía una violencia muy gráfica y un tono mucho más sombrío, que no sedujo especialmente al estudio y le movió a encargar uno con voz en off y una especie de final feliz. Éste fue el que se estrenó finalmente en 1982, no convenciendo a nadie sobre todo porque, como Scott había esperado, la voz en off era horrenda.
A medida que el film fue sumando adeptos se estrenaron más versiones, una de ellas titulada "El montaje del director", que eliminaba la voz en off e incluía la escena del unicornio, siendo por lo tanto mucho más reveladora en cuanto a la gran pregunta que sobrevuela el film: ¿es Deckard un replicante?. Más tarde hubo otro llamado "el montaje final", pero somos bastante escépticos al respecto.