Fernando Franco estrena Morir, su segundo largometraje tras la buena acogida de La herida (2013). Y de nuevo ahonda en otra historia intensa sobre una pareja, en este caso, que ha de enfrentarse a la enfermedad y a la muerte, y durante el proceso descubre el verdadero significado del amor. Hablamos con el cineasta sevillano en exclusiva.
La salud mental, la enfermedad y la muerte… ¿Por qué decides hacer películas en torno a estos temas sobre los que casi nadie quiere hacer películas?
Pues precisamente por los motivos por los que preguntas: porque a nadie le apetece hacerlo. Quiero hacer las películas que me llaman la atención a mí como espectador, y me este tipo de temas me interesan. Han aparecido en el cine, pero los he visto tratados de manera que personalmente no me convence mucho: más edulcorados, con más melodrama… Y a mí me interesa tratarlos desde un punto de vista realista, más naturalista. De ahí viene de ahí la inquietud. Pero no necesariamente porque sean temas oscuros o dolorosos, sino por su condición de temas subterráneos, que parece que están como debajo de la alfombra.
En 'Morir', tu acercamiento a la historia es bajo los parámetros naturalistas, pero al mismo tiempo te sirves de los paisajes y escenarios para hablar de los personajes. Hay algo en esos cielos que son de estampa romántica.
Como la película está basada en una novela de 1895, algo hay de eso. La novela comparte con La montaña mágica, de Thomas Mann, por ejemplo, esta idea del retiro hacia la naturaleza para sanarse. Me interesaba más trabajar ese contexto del retiro en el campo que ahondar en el contexto hospitalario. ¿Y los referentes? Pues, sí, con Miguel Ángel Rebollo, el director de arte, trabajábamos mucho las imágenes románticas de pintores como Friedrich, Turner, o Hammershøi para los interiores. Quería que el paisaje fuera un tercer personaje, porque la película casi todo el rato está concentrada en ellos dos, y quería que el entorno fuera importante. Así como en La herida el paisaje no era tan relevante, porque la historia era más claustrofóbica, aquí sí quería que los personajes respirasen un poco.
Algo claustrofóbica es, más que nada porque la enfermedad poco a poco los va encerrando y acaban como plegados sobre sí mismos. En 'Morir' hay escenas difíciles. ¿Cómo calibraste todas esas secuencias más intensas?
No hay intención deliberada de que la película sea mortificante, para nada. Sí me he documentado mucho sobre el proceso y me he encontrado casos de relaciones a los que le ocurre algo así y que tienden a llevarlo por dentro. Me interesaba, y quizás eso sí que tiene que ver con la idea de claustrofobia que comentabas, también plasmar que la propia relación está cerrada sobre sí misma. Pero todo eso viene de la novela. Secuencias como la de ambos en el coche no está en la novela como tal, pero el tono de la novela me ha inspirado: esa idea de cómo de repente te parece que estás capacitado para tomar los mandos y cuando los tomas, conduces la situación a un estado de vértigo.
Marián Álvarez y Andrés Gertrúdix están estupendos. ¿Cómo preparaste todo ese catálogo brutal de emociones que despliegan en 'Morir'?
¡Mucho ensayo! Ellos dos son pareja en la vida real y tengo que reconcoer que pequé de ingenuo porque pensé que con eso tendría todo el trabajo hecho. Y justamente tuvimos que trabajar bastante para deshacer todo lo que ellos traían de casa, porque no pertenece a los personajes. Lo bueno es que nos conocemos mucho y ellos saben cómo me gusta trabajar, y también les gusta trabajar de la misma manera. No son actores que los metas con un calendario de preproducción, sino que ya desde la primera versión del guión ya lo van viendo todo, comentan, hacen pruebas, modificamos…
¿No tenías algo de miedo a que, siendo pareja, se llevaran los personajes a casa?
Ellos se van a casa juntos, claro, pero sueltan la mochila de los personajes cuando acaba la jornada de rodaje. En ese sentido, son muy capaces de desconectar de lo que están haciendo y pasar a su relación. Sabía que es un material sensible y complejo, pero cuando se lo planteé, entramos los tres a sabiendas de pisaríamos un terreno pantanoso. Pero eso también es estimulante, pasar por ahí, intentar salvar todo ese material.
'Morir' adapta la novela homónima de Arthur Schnitzler, que tiene más de 120 años. A pesar de ello, la trasladas de manera abrumadora al presente.
Por una parte es muy moderna, por cómo los personajes sienten, piensan y articulan según qué emociones, que además, en una situación como esa parece que sean hasta éticamente reprobable, como que parece que en la enfermedad no puedes decir que estás harto… Pero lo que no me parece tan moderno es que hoy, con el siglo y pico que ha pasado desde que se publicó, sigamos en el mismo punto y se sigan tachando según qué conductas.
De ahí la incomodidad a veces en 'Morir', porque la película parece que luche contra esa idea de que la enfermedad sólo se puede superar si estas siempre sonriendo.
Justo decía eso Marián el otro día: que vivimos en la era de Mr. Wonderful y que parece que una sonrisa lo cura todo.