Porque es un tipo humilde
La llegada cosechó alabanzas unánimes y fue nominada al Oscar a Mejor Película pero, sobre todo, fue la prueba de fuego para que Villeneuve demostrara que era capaz de hacerse cargo de un film tan importante como la secuela de Blade Runner. Aún así, nunca dejó de ser consciente de la dificultad de su empresa, y de la gran probabilidad que había de que no estuviera a la altura del legado construido entre Philip K. Dick y Ridley Scott.
Ésa es otra de las grandes virtudes de nuestro hombre: por mucho que las circunstancias y el talento provoquen que esté destinado a ser una especie de nuevo Christopher Nolan, nunca se ha dejado llevar por el ego, y afronta su tarea con humildad y esfuerzo. Para muestra, el comienzo de cada corto previo a Blade Runner 2049, donde el realizador se muestra consciente de la magnitud de lo que quiere hacer y afirma haber hecho buenamente lo que ha podido.
Porque nadie encuadra como él
Y eso que su absoluto talento le haría muy fácil caer en la arrogancia o el egocentrismo, como atestigua cualquier plano escogido al azar de sus películas. Muy similar en esto a Christopher Nolan, también, Villeneuve se esfuerza porque cada fotograma de sus películas sea una obra de arte en sí misma, tal y como podemos ver en Blade Runner 2049. En esta última obra, los trabajos combinados de Villeneuve y Roger Deakins conduce a imágenes y escenarios inolvidables, como la granja de Sapper Morton (Dave Bautista) o la guarida de Rick Deckard (Harrison Ford).
Pero en ausencia de Deakins, Villeneuve también es capaz de lograr hazañas por sí solo, como atestigua su labor en La llegada o, en especial, Enemy. Esta última obra, como ya comentábamos, halla su valor en el enigma y la extrañeza, y para ello nada mejor que tener tras las cámaras a alguien tan dotado como Villeneuve... y Nicolas Bolduc, que era el encargado de la fotografía en aquella ocasión.