Metrópolis, de Fritz Lang (1927)
Ni la, probablemente, película más influyente del cine de ciencia ficción se libra del odio de su realizador, un Fritz Lang que se desencantó a velocidad de vértigo del resultado, por considerar que no había conseguido reflejar el subtexto político que quería. Cuando además la película inspiró a los nazis, y se le ofreció dirigir la propaganda de Hitler, el odio de Lang ya era épico.
Pat Garrett y Billy el Niño, de Sam Peckinpah (1973)
El rodaje de este legendario 'western' sazonado con la música de Bob Dylan justo coincidió cuando el alcoholismo del director comenzaba a ser irreversible. El estreno se retrasó a causa de los malos hábitos de Peckinpah y el nefasto clima del 'set', ya que había días en los que el enajenado director llegaba a mearse encima de los negativos por considerarlos horribles. Por ello, es bastante seguro que Peckinpah odiara la película en retrospectiva... en caso de que recordase algo.
La soga, de Alfred Hitchcock (1948)
El director británico pretendía construir un film en torno a un único plano secuencia -falseado, por supuesto-, y aunque este film experimental fue muy bien recibido y permanece como uno de sus clásicos, Hitchcock siempre pensó que había sido una obra fallida. Supuestamente, el experimento fagocitaba la trama, y hacía que esta acabara siendo muy poco satisfactoria. En este caso, no podemos sino discrepar de la opinión del maestro.