Dune, de David Lynch (1985)
Acabamos con películas que estaban destinadas a ganar grandes sumas de dinero, pero que al mismo tiempo agotaron la paciencia de sus directores. Es el caso de Dune, una adaptación de la novela de Frank Herbert que ya había pasado por multitud de manos hasta llegar a las de David Lynch, que ya había demostrado que tenía personalidad de sobra. Por eso los productores empezaron a hacer cambios que provocaron que el director de Cabeza borradora fuera distanciándose, y que la película estuviera llena de problemas de ritmo.
Transformers. La venganza de los caídos, de Michael Bay (2009)
No es broma. De entre todas las películas protagonizadas por robots gigantes que ha dirigido Michael Bay, la segunda es la merecedora de su total odio, ya que al parecer la redacción del guión estuvo llena de problemas. Al coincidir con la huelga de guionistas, el film empezó a rodarse sin contar con un libreto definido, aunque tras estrenarse Bay fue de los pocos que notó la diferencia.
4 Fantásticos, de Josh Trank (2015)
El caso de Josh Trank es uno de los más recientes y sonados, no sólo por el fracaso que supuso su adaptación de los superhéroes más antiguos de Marvel, sino por cómo éste afectó a su carrera de manera dramática. Las injerencias del estudio chocaron rápidamente con la visión de Trank, y acabaron derivando en un film irregular que en ningún momento encontraba su tono, y que supuestamente era muy diferente al film planeado por él, tal y como tuiteó. En cualquier caso, Trank fue apartado de la dirección de Rogue One, el primer 'spin-off' de Star Wars, y ahora mismo busca trabajo, componiendo el caso más razonable de director que odia su propia película.