"Quiero que sepas que soy una persona con sentimientos, ¡y no lo que los tíos llamáis una tirada! Soy ante todo una persona, y cuando se trata de relaciones sentimentales soy 100%... monógama" (Amor a quemarropa, 1993)
Cuando Tony Scott le compró el guión a un desconocido Quentin Tarantino estaba lejos de descubrir el portento cinematográfico ante el que se hallaba, y Amor a quemarropa fue rodada mientras Reservoir Dogs llegaba a las pantallas y lo comenzaba a demostrar. Este film, lleno de violencia y humor como todos los del cineasta de Knoxville, no dejaba de ser pese a todo una melancólica historia de amor, redondeada por la inconfundible melodía de Hans Zimmer, y con una escena a poco de empezar que la catapultaba a la memoria cinéfila: Alabama (Patricia Arquette) en la azotea, asegurándole a Clarence (Christian Slater) que se ha enamorado de él. Puro sentimiento, pero también, de algún modo, puro Tarantino.
"Sólo soy una chica, parada frente a un chico, pidiéndole que la quiera" (Notting Hill, 1999)
Esta comedia romántica contaba con la presencia de Julia Roberts y Hugh Grant como avales, pero también con un guión de Richard Curtis -que volverá a aparecer en esta lista, inevitablemente- que depositaba un cuidado especial en el retrato de los personajes y sus relaciones. La escena final entre la actriz famosa y el humilde bibliotecario, en ese sentido, no sería más que un momento pasteloso sino fuera porque Curtis ha logrado que nos importen.
"-Si nos encontráramos hoy por primera vez en el tren, ¿empezarías a hablar conmigo, me pedirías que bajase del tren contigo?
-Por supuesto." (Antes del anochecer, 2013)
Lo que consiguió Richard Linklater con la trilogía formada por Antes del amanecer, Antes del atardecer y esta última, no fue sólo uno de los escasos ejemplos de saga en la que cada parte supera ampliamente a la anterior, sino también una emotivísima radiografía de las relaciones humanas. En la tercera parte asistíamos al momento más delicado de Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy), pero también a una reconciliación que ponía el foco en el momento en que se conocieron, y paralelamente conseguía que estalláramos en lágrimas.