El espejo (Andréi Tarkovsky, 1974)
Y acabamos con uno de los planos más líricos y hermosos de la historia del cine, contenido en una de las películas más líricas y hermosas de la historia del cine. Andréi Tarkovsky construyó en El espejo una película tan rematadamente personal que por fuerza debía parecer indescifrable para cualquier espectador que no fuera él; llena de 'flashbacks' que se suceden desordenadamente, varios personajes interpretados por un mismo actor, y en definitiva una estructura muy caprichosa.
¿Por qué es tan fascinante, sin embargo? Por cosas como el plano secuencia que se sucede en cierto momento del metraje, retratando algo tan sencillo como el incendio de una casa a los ojos de una familia pobre, que asiste estólida a cómo el edificio es consumido por las llamas. La cámara se mueve con una suavidad desarmante, la iluminación natural hace que todo parezca un lienzo en movimiento, y el plano que forma acaba dando lugar al motivo más claro de por qué los planos secuencia son tan necesarios. Más allá del postureo.