La soga (Alfred Hitchcock, 1948)
Sin embargo, Welles no fue pionero en el tema de los planos secuencia. Diez años antes, el bueno de Hitch no sólo había recurrido a él, sino que se había atrevido a querer filmar una película entera usándolo. El experimento no dejó convencido a su director -de hecho, llegó a odiar la película-, y lo cierto es que visto hoy día a esta intriga teatral se le notan bastante los trucos para que no se note que en realidad fue filmada en varias tomas, pero sigue sorprendiendo hoy día por la angustia que esta técnica consigue imprimirle al film.
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
En este seguimiento improvisado de directores míticos no podría faltar el director de La naranja mecánica, que con esta adaptación de Stephen King recurrió a todos los métodos posibles para conseguir transmitir el terror de la novela, aunque no respetara demasiado su argumento. Uno de estos métodos fue, claro, el plano secuencia, que utilizado en torno a la espalda de Danny Torrance (Danny Lloyd) mientras recorría en triciclo los pasillos del Hotel Overlook daba una visión muy fiel del tenebroso vacío de la finca, apuntalada por un certero uso del sonido cuando las ruedas pasaban alternativamente por alfombras o parqué.