Boogie Nights (Paul Thomas Anderson, 1997)
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Este monumental estudio sobre la industria del porno en los años 70 tan sólo era la segunda película de Paul Thomas Anderson, y ya este realizador norteamericano hacía gala de un talento que daba hasta rabia. No hay que fijarse más que en su inicio, consistente en un plano secuencia que se dedica a mostrar a algunos de los protagonistas del portentoso film de tres horas que nos aguardaba inmersos en su trabajo. En Magnolia también sorprendería lo suyo con una escena similar, pero los cimientos estaban aquí.
Kill Bill Vol. 1 (Quentin Tarantino, 2003)
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Obviamente, en una lista así no podía faltar el cineasta de Knoxville. Tarantino ya había ensayado el plano secuencia en una impactante escena de Reservoir Dogs y volvería a hacerlo posteriormente, pero ninguno ha sorprendido tanto como el dedicado a describir el 'night-club' donde la Novia (Uma Thurman) pronto emprendería una sangrienta batalla con Gogo, los 88 maníacos y O-Ren Ishii. Ambientado por el hit de The 5, 6, 7 y 8 -uh uh uhuhu, ya sabéis a cuál me refiero- esta escena es el perfecto ejemplo de calma que precede a la tempestad, y de la caótica creatividad del director.