En Las hijas de Abril, dirigida por Michel Franco, una madre ausente vuelve a reencontrarse con sus hijas. Parece el argumento inverso de Julieta, de Pedro Almodóvar, pero la cinta del mexicano sólo comparte con la del manchego a su actriz protagonista, una soberbia Emma Suárez. La intérprete ha bordado el papel de esta mujer madura desnortada, una madre incapaz de saber cómo ejercer de tal y que en vez de ayudar a su prole, una adolescente embarazada y una joven con problemas de autoestima, acaba transformándose en una femme fatale destructiva. Con motivo del estreno de la película, la actriz ha hablado en exclusiva para Sensacine.
Estamos acostumbrados a verle en perfiles más dulces. No sé si el papel de Abril en ‘Las hijas de Abril’ fue un regalo o tal vez un regalo envenenado…
Emma Suárez– Cuando leí el guion me quedé impactada. Por un lado, me entró mucho miedo porque no sabía cómo afrontar ese personaje y por otro lado me interesaba muchísimo Michel Franco, me interesaba muchísimo el guion, el personaje, la película y los temas de los que hablaba. Y pensaba que no podía dejar pasar la oportunidad de interpretar un personaje así. Era muy complejo, un encaje de bolillos. Pensé que era imprescindible que ese personaje tuviera luz y que el espectador empatizara con ella desde el primer momento, que fuera descubriendo todas las capas de esa mujer. Creo que es, por otro lado, un personaje muy real, que hay muchas Abriles en el mundo: muchas mujeres con la frustración de no haber podido conseguir sus fantasías que tratan de darse una segunda oportunidad y que están muy confundidas. Es una mujer que no acepta el paso del tiempo, impulsiva, desequilibrada, con muchas carencias y que cree que lo que está haciendo es lo mejor que puede hacer.
A pesar de la dureza de la trama, el personaje bordea momentos cómicos, que inciden precisamente en ese aspecto inmaduro. Esa insistencia en el tema del yoga, por ejemplo.
E.S.– Le sugerí a Michel que me parecía interesante que Abril hiciera yoga, porque en México está muy de moda (bueno, en general en todo el mundo). Se ha convertido en un ejercicio que la gente se lo toma de muy diferentes maneras: es algo muy serio y profundo, pero no todo el mundo es capaz de acceder a esa profundidad y a esa trascendencia. Y sin embargo es algo que queda muy bien socialmente, como que te da prestigio. Parece que alguien que hace yoga es como una persona sensata y reflexiva, y Abril en realidad está un poco a por uvas. Me parecía muy interesante que asumiera esa actitud frente al yoga, convencida de que es una terapia excelente y que lo hace tan perfectamente que incluso cree que puede ser maestra. A mí me parecía un contraste muy divertido.
Abril tiene algo de ‘femme fatale’ y de gran villana. ¿Has buscado inspiración en grandes malvadas de melodramas clásicos?
E.S.– No estoy de acuerdo: creo que Abril está llena de contrastes, que no es un personaje plano. Tú me estás hablando de estas arquetipos de mujer que son personajes radicalmente oscuros o malvados. Nosotros teníamos que dibujar a una mujer muy real, alguien que está roto, que arrastra muchos complejos y sin embargo es un tsunami, capaz de provocar los mayores desastres sin tener conciencia de ello. Esta mujer que no acepta, que no asume el paso del tiempo y que aprovecha una circunstancia para retroceder hacia la adolescencia.
¿Conocías el trabajo de Michel Franco cuando aceptaste el papel?
E.S.– No, no lo conocía. Descubrí su filmografía cuando empecé a preparar el papel. Primeor vi Después de Lucía, luego Chronic, y finalmente Daniel y Ana. Me quedé muy impactada. Es un cineasta que plantea situaciones sin dar información, sin justificarlas, que no juzga a los personajes… Simplemente te ofrece la historia, te engancha en las tripas, te remueve y zarandea. Aborda los temas sin entrar en la moralidad y lo hace desde un lugar completamente imparcial.
Franco ha titulado la película ‘Las hijas de Abril’, pero en realidad es una historia que habla de la madre, de Abril.
E.S.– En realidad, la película aborda el tema de la maternidad y de la responsabilidad de la maternidad. Por una parte, de las adolescentes que quieren ser madres. Valeria (Becerril) estuvo investigando para su papel y encontró que muchas de las adolescentes quieren ser madres porque necesitan alguien a quien querer. Buscan amor, es así de sencillo. Algo parecido pasa con Abril. Es una mujer que ha vivido carencias, ha estado buscando en diferentes relaciones esa seguridad y ese equilibrio que no ha sabido encontrar. Al final, me daba pena. Mi objetivo era defenderlo para que el espectador pensara que no es una completa hija de puta, sino una mujer patética.
‘La próxima piel’, de Isaki Lacuesta, ‘Julieta’, de Pedro Almodóvar, y ‘Las hijas de Abril’, de Michel Franco. Has tenido un buen año interpretando a madres.
E.S.– Personalmente, antes que madres veo a esos personajes como mujeres. Lo de ser madre es una circunstancia y que en estas películas se aborde la maternidad me permite hablar de esta experiencia desde diferentes posiciones, de cómo afecta a las mujeres. La maternidad es un espacio infinito, es un territorio que te permite trabajar muchos aspectos de un personaje. También es cierto que me encuentro en un momento en el que me toca interpretar a madres. Supongo que dentro de poco me pasará con las abuelas. ¡En el mejor de los casos!