El tiroteo en el que conocimos a su amiguito (El precio del poder, 1983)
Pese a que su iconografía, sus frases y su sierra eléctrica se han convertido en epítomes de lo molón, el 'remake' de Scarface, el terror del hampa que dirigió Oliver Stone estaba desde el principio sumido en la tragedia. Su protagonista Tony Montana, interpretado por un Al Pacino desatadísimo, estaba destinado a morir a manos de sus enemigos al igual que su homólogo Tony Camonte, pero nadie se esperaba que lo hiciera en una secuencia tan espectacular.
Tony, hasta las cejas de cocaína, es asaltado en su mansión por los secuaces de Sosa (Paul Shenar), y armándose hasta los dientes se prepara para hacerles frente. Finalmente sucumbe a las balas, claro, pero no sin antes llevarse a varios enemigos por delante y dejar un par de frases para el recuerdo, de manera que cuando pensemos en muertes épicas lo primero que se nos venga a la cabeza sea la de este terrible e inolvidable personaje.
El tiroteo en Bolivia (Dos hombres y un destino, 1969)
Casi tan legendario como este 'western' es la química de los actores que lo protagonizaron: Paul Newman y Robert Redford interpretando a los legendarios forajidos Butch Cassidy y Sundance Kid durante sus últimos años. El film de George Roy Hill -que repetiría con ambos actores en la aún más genial El golpe- retrataba las aventuras de ambos personajes con una mezcla de melancolía y diversión que hicieron de esta película automáticamente un clásico, redondeada por su magistral última escena.
En ésta, los protagonistas eran acorralados por las autoridades en Bolivia, y se enfrentaban a sus perseguidores en un último y kamikaze tiroteo. Tras encontrar refugio en una casa abandonada, Butch y Sundance intercambiaban sus últimas y cálidas palabras, y se abalanzaban contra el enemigo disparando y sabiendo que ahí acababa todo. El último plano congelado, así, quedaba guardado para siempre en nuestras retinas.