Los Juegos del Hambre (Gary Ross, 2012)
El caso de esta película, luego saga, es similar al de El Caballero Oscuro en cuanto a que era una marca ya conocida por el gran público. Concretamente, gracias a las novelas 'young adult' de Suzanne Collins en las que se basaba, que le aseguraban una audiencia significativa, compuesta por lectores interesados en ver cómo su obra favorita llegaba a la gran pantalla.
Sin embargo, Los Juegos del Hambre no es Harry Potter; hacía falta algo más para apuntalar la campaña. Así es cómo los productores, sabiendo perfectamente cuál era su 'target', decidieron vender la película utilizando el mismo lenguaje que este público, compuesto mayormente por adolescentes. Por ello Los Juegos del Hambre tuvo una presencia importantísima en Internet, donde los fans podían asomarse y descubrir material nuevo, específicamente dirigido a ellos.
Borat (Larry Charles, 2006)
Sacha Baron Cohen llegó al conocimiento de la población norteamericana de una manera tan estrepitosa y ofensiva como, qué remedio, indudablemente efectiva. La historia de este periodista de Kazajistán, completo desconocedor de las costumbres estadounidenses y enamorado de Pamela Anderson, le servía a este humorista para dejar al descubierto la hipocresía y las costumbres reaccionarias del país. Una intención complicada, que aún así fue bien recibida en el mismo lugar que criticaba.
Y todo gracias a que el tal Cohen era muy conocido en Gran Bretaña, pero en suelo norteamericano nadie sabía quién era. De este modo al campaña promocional, que hacía hincapié en que todo lo que sucedía en Borat era real, funcionó admirablemente, con multitud de espectadores convencidos de que todas esas locuras habían sucedido de verdad, incluso después de verla. Cohen probó la misma estrategia en Brüno y El dictador, pero jamás obtuvo mejores resultados.