El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999)
Si hablamos de este film de terror hablamos automáticamente de la considerada mejor campaña promocional de la historia. Y ese título no es caprichoso, dada la inmensa rentabilidad de la producción: costó apenas 60.000 dólares, y recaudó más de 140 millones a lo largo del mundo. Ni que decir tiene, el márketing tuvo algo que ver.
El principal motivo es el mismo que el existente tras la recepción de Borat y Paranormal Activity: a todas luces parecía un documental real, que más atrayente se volvía cuanto más miedo nos daban las (pocas) imágenes que nos iban enseñando. Además se crearon carteles de "SE BUSCA" con los actores protagonistas, y un sitio web en el que se podía encontrar información exhaustiva sobre la figura terrorífica, y totalmente ficticia, de la tal bruja de Blair.
Star Wars: El despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015)
Y acabamos con uno de los mayores éxitos de los últimos años, la séptima entrega de la multimillonaria saga de Star Wars. Un film que desde su concepción iba a ser un revientataquillas, pero que al caer en manos de un superdotado como Abrams empezó a ahondar en unos conceptos más relativos al márketing que a la pura producción cinematográfica.
Conscientes del imponente legado de la marca, Abrams y los suyos estructuraron toda la campaña en torno a un único concepto: la nostalgia. Efectos especiales que volvían a ser artesanales, el regreso del reparto de la trilogía original, el desprecio sistemático a las precuelas... junto con tráilers que ponían la piel de gallina, un total desconocimiento del argumento y, en general, una sensación más acusada que nunca de que nos encontrábamos ante la película más importante de nuestras vidas. Y, probablemente, lo fue. A ver ahora qué hacemos.