5. 'Crossovers' chiquititos
La otra cara de estas gigantescas superproducciones la supone esos pequeños episodios entre medias, que aunque no cuenten con la atención mediática de los Vengadores son imprescindibles para dar lugar a estas espectaculares reuniones. Sobre todo, cuando a través de ellas no asistimos a las típicas historias de origen, sino a oportunidad para desarrollar la relación entre los personajes.
Si el personaje protagonista no parece tener el carisma suficiente para una película en solitario no hay problema, ya que siempre se podrá recurrir a otro Vengador para que le dé un respiro. La Viuda Negra en El soldado de invierno, Loki con casi más escenas que Thor en Thor: El mundo oscuro; Tony Stark en Spider-Man: Homecoming… y, finalmente, Hulk en Thor: Ragnarok. Y oye, no nos vamos a quejar.
6. A quién no le apetece un buen ‘reboot'
Otro método muy socorrido, que ya ha sido puesto en práctica varias veces, es volver al principio y hacer como que ciertas debacles nunca han ocurrido. A veces se abusa de esta técnica, como atestigua el hecho de que hayamos visto hasta tres Spider-Man distintos en cinco años, pero la mayor parte de las veces suele ser la manera idónea de continuar una franquicia sin que el personaje de turno se queme, y podría seguir siéndolo en el futuro.
Sucedió tras el desastre de Superman Returns –sí, ya sabéis, esa película de Superman que no sabía en qué año estaba–, paliado por El Hombre de Acero de Zack Snyder; sucedió con Batman una vez Christopher Nolan cogió las riendas; sucederá con X-23 para dar carpetazo al legado Lobezno, y sucedió con Los 4 Fantásticos, aunque la película resultante no fue todo lo bien que debiera, por usar un eufemismo.