El estreno de Los nadie, de Juan Sebastián Mesa (Medellín, 1989), viene a constatar el buen momento del cine colombiano de autor, que desde El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra, a Siembra, de Ángela Osorio y Santiago Lozano, o Los hongos, de Oscar Ruíz Navia, poco a poco va llegando a las salas españolas.
Pero Los nadie no busca arrimarse a modas y tendencias, porque Mesa ha hecho una película muy libre, sobre una pandilla punk de cinco amigos y amigas en busca del viaje de sus vidas que les ayude a escapar de la violencia de las calles de Medellín. Tras pasar por Venecia en 2016 y otros festivales del circuito, hablamos con el director colombiano sobre su debut en el largometraje.
‘Los nadie’ es una película repleta de espontaneidad. ¿Podrías contarnos el inicio del proyecto y si tenías muy claro desde entonces la historia o si el guion fuiste haciéndolo sobre la marcha?
Juan Sebastián Mesa– La historia surge de un guion, parte de muchas vivencias mías y de mis amigos, que trato de ponerlas por escrito, como un montón de pedazos de realidad ficcionados. Se trata de un guion que en realidad los actores nunca ven pero que sí sirve al equipo de trabajo para tener todo claro: las localizaciones, los personajes secundarios, etc. Traté de que sobre todo fuera una historia libre, que el guion no fuera de hierro y que atara a los personajes y condicionara a actuar de una forma u otra. Quería precisamente que les permitiera ser ellos mismos.
En ‘Los nadie’ está muy presente el mensaje que nos dice que la juventud es el momento en que se tiene que vivir lo máximo posible y pase lo que pase.
J. S. M. – Mi intención era hablar de la idea de riesgo. Todos los viajes –como el de los protagonistas– son un riesgo, porque no sabes muy bien qué te pasará y al mismo tiempo hay ese deseo de querer enfrentarse a lo desconocido. A mucha gente no le gusta arriesgarse, porque les atemoriza y prefieren quedarse en su lugar de siempre. Para el equipo de la película el mismo rodaje fue también un riesgo, fue adentrarse a algo que nunca habíamos hecho: ni el director de foto, ni el sonidista ni yo como director habíamos trabajado en un largometraje. Y la película fue como eso: como irnos metiéndonos a vivirla, desde adentro. Y a través de la experiencia, explorar y aprender un montón de cosas que no teníamos ni idea de cómo se hacían.
¿En qué te cambió la experiencia de ‘Los nadie’?
J. S. M. – Uno nunca es la misma persona cuando comienza un proyecto que cuando lo termina. Y es como cuando empiezas un viaje: no eres el mismo que cuando vuelves, siempre regresa una persona completamente distinta, con una forma de ver la ciudad en la que vive distinta. Lo mismo pasa con hacer películas. No sólo se trata de cuestiones técnicas, sino también personales: cómo miramos nuestro entorno, cómo nos miramos a nosotros mismos, la realidad que creemos cercana y tal vez no lo es tanto. Aprendí mucho rodando con los actores, que me parecen personas muy consecuentes con su manera de pensar y de actuar, aunque a primera vista uno crea lo contrario, porque son jóvenes, y punks y llevan tatuajes y estas cosas.
¿Consecuentes? No se suele relacionar a los jóvenes con la idea de consecuencia. Más bien con lo contrario: con lo volátil, lo inestable.
J. S. M. – Vivimos en una sociedad y en un país de doble moral. Es curioso, pero yo veo en estos jóvenes volátiles sin mucha idea de cuáles son sus ambiciones lo más parecido a una ventana a la realidad: dicen las cosas como son, se enfrentan a la vida de manera directa y tapujos, son punk, pero no solo por la escena –que cada país la ha asumido a su manera y que también el mercado se la ha apropiado–, sino porque para ellos es un estilo de vida real.
¿En qué medida querías que la película fuera un reflejo de la Colombia de hoy en día?
J. S. M. – Plantear la situación política del país no fue jamás un objetivo algo consciente, aunque está ahí, porque las dinámicas de la ciudad giran en torno a un conflicto que está latente y que hablan de las condiciones en las que estamos como país.
Más que sobre la cuestión política, me refería a la violencia que sacudía Colombia.
J. S. M. – La mayoría de los jóvenes hemos nacido en un país que no ha tenido paz: siempre ha estado la guerra. Pero ha sido la generación de nuestros padres la que ha asumido la guerra de manera más directa. Por ejemplo, a la hora de hablar de un referéndum, del sí o no a parar la guerra, pues sí se ha notado la brecha generacional entre el pasado, esta gente que asumió la violencia de forma directa, y esta nueva forma de ver la guerra como un hastío, como un ‘no queremos más’. Y creo que en Los nadie está reflejada esa división generacional. También está reflejado el otro tipo de violencia que existe, y no estoy hablando de lo meramente físico. Nuestra generación jamás vio un guerrillero en las ciudades. Es algo alejado, que se ve en las noticias. Pero eso no quita que las ciudades no tengan sus propias dinámicas violentas. No tienen nada que ver con la guerrilla, pero hay otro tipo de violencia: no puedes pasar por una calle, no puedes estar hasta cierta hora fuera de casa, etc. Son formas violentas de enfrentar el día a día y que sí seguimos sufriendo.