El viejo Yoda
¿Y quién es este viejo maestro? Por supuesto, el mismísimo Yoda, volviendo a aconsejar a Luke tras su muerte al comienzo de El retorno del Jedi. Lo más significativo del encuentro es que se trata, en efecto, del Yoda de la trilogía original, lo que deriva en que vuelva a ser una marioneta -conducida nuevamente por Frank Oz- y no tenga reparos en golpear a Luke con su bastón. El hecho de que, además, se empeñe en que Luke olvide el pasado y afirme con tranquilidad que el destino de todo maestro es ser superado por su aprendiz, confirma que Los últimos Jedi es una película tremendamente autoconsciente. Además de emotiva, claro, porque no sabíamos lo que echábamos de menos esa sintaxis inconfundible hasta que la volvimos a escuchar.
El clímax de El retorno del Jedi
Rey, siguiendo los pasos del propio Luke, decide marcharse al encuentro de Kylo Ren desoyendo los consejos de su maestro, aunque esta vez no va por salvar a sus amigos (como en El imperio contraataca) sino para intentar que su enemigo se cambie de bando (como en El retorno del Jedi). Al llegar Kylo la traiciona y se la entrega al Líder Supremo Snoke (Andy Serkis), pero todo da un giro cuando éste traiciona a su maestro y se une a Rey a luchar contra los guardias -muy parecida, por otro lado, a la escolta del Emperador de la trilogía original. Una secuencia que nos quita el aliento y que, sí, es como la mezcla perfecta de los clímax de los Episodios V y VI.