POR SU PASIÓN POR TODO
Sí, hasta Hellboy va a tener un reboot, con el sheriff de Stranger Things sustituyendo a Ron Perlman, pero Del Toro fue tan feliz con Pacific Rim que es probable que desde 2013 nada le vuelva a afectar mucho nunca más. ¿Y qué pasó con Pacific Rim? Nada menos que la sublimación de los sueños más húmedos de este cineasta, que consiguió muchísimo dinero para realizar el máximo homenaje a los kaiju eigas y a los mechas con los que se había criado. O lo que es lo mismo, para poner a monstruos gigantes pegándose contra robots gigantes.
Pacific Rim, además de ser un modélico divertimento, se enmarca en la misma línea que sus siguientes películas: La cumbre escarlata y, ya llegamos a ella, La forma del agua. Por un lado, una celebración de las casas encantadas y el terror gótico mucho más divertida y estimulante de lo que se dijo en su momento; por otro, una carta de amor a los montruos de Universal, concretamente a la Criatura de la Laguna Negra.
POR SU GRAN CANTIDAD DE FACETAS
Y es que lo de este hombre empieza a ser de broma, porque también ha mostrado un gran interés en los videojuegos, la literatura y las series de televisión... y ha participado en ellos de forma creativa. En cuanto a lo primero, es colega de Hideo Kojima, y aunque sus tentativas de un Silent Hill propio y otro par de videojuegos han acabado en nada, parece que prepara algo gordo con el diseñador de Metal Gear Solid, Norman Reedus y Mads Mikkelsen.
En cuanto a novelas, ha escrito toda una trilogía, la de la Oscuridad, y Trollhunters. Y ambas han dado lugar a series de televisión, siendo la primera el material de base para The Strain, y la segunda la excusa para que nuestro hombre también se vinculara a la animación, con la homónima Trollhunters. Y ha producido El libro de la vida, Megamind, El gato con botas y Kung Fu Panda 3. Y ha diseñado un gag del sofá para Los Simpson.
PORQUE HA CREADO UN MUNDO
Gane o no gane el Oscar a Mejor Director, Guillermo Del Toro ha hecho méritos de sobra para ser uno de los creadores más importantes y prolíficos de la actualidad. Y, sobre todo, uno de los poseedores de una voz más personal. Cuando una película es de Guillermo Del Toro, se nota, porque este director mexicano se ha preocupado de desarrollar un estilo inconfundible, casi un universo en el que es fácil asustarse, pero lo es mucho más perderse.
Los relojes, los subterráneos, los monstruos de manos largas, los insectos, los monstruos de ojos anatómicamente imposibles, la violencia... todo conduce a que pensar en Guillermo Del Toro sea pensar en una tormenta de imágenes y sonidos en la que La forma del agua sólo será un relámpago de genialidad más. Pero, sobre todo, pensar en Guillermo Del Toro es tener la certeza de que ahí delante, tras la cámara, alguien se lo está pasando realmente bien. Y una estatuilla siempre se quedará pequeña ante algo así.