Ha sido una de las revelaciones de la pasada temporada en Francia: Una razón brillante, dirigida por el cineasta y actor Yvan Attal (The Last Diamond), se llevó en la pasada gala de los premios Cesar el galardón a la Mejor actriz revelación para su protagonista, la joven cantante Camélia Jordana, por su papel de una joven universitaria que se pone bajo la tutela de un profesor universitario muy incorrecto (Daniel Auteuil), con el objetivo de ganar un concurso de retórica.
Con el estreno de Una razón brillante en nuestro país, entrevistamos a Attal para que nos hable de esta película que reivindica la retórica como instrumento de inteligencia y sensibilidad, capaz de hacer que dos personas tan opuestas como los dos protagonistas del filme se encuentren y valoren sus diferencias.
Las palabras suelen utilizarse como un vehículo que separa a clases sociales, etnias y géneros, pero en 'Una razón brillante' se propone lo contrario: las palabras y la retórica son capaces de unir a dos personas tan distintas como Neïla y el profesor Mazrd. ¿Cuál fue la premisa para llegar a esta historia?
Yvan Attal – En efecto, en la película vemos las dificultades que puede originar la cuestión del lenguaje. La palabra es un instrumento muy complicado de manejar, pero es capaz de ser un arma muy dañina al mismo tiempo. Estamos aquí hablando, tú en español y yo en francés, y somos capaces de entendernos. Sin duda, el lenguaje es un vehículo de emociones, y sin él estamos perdidos en el mundo, como si fuéramos animales. Nos enriquece y, como sucede en la película, hace que personas muy distintas sean capaces de ir el uno hacia el otro. Quería reivindicar esas cuestiones.
En el mundo contemporáneo, en el que lo visual es cada vez más importante, ¿cree que la palabra está minusvalorada?
Y. A. – Creo que sí, pero con matices. Vivimos en un mundo muy visual, pero no creo que eso sea la causa por la que la palabra esté minusvalorada. Es más bien el tipo de sociedad hacia la que nos dirigimos: todo se puede reducir a títulos, eslóganes, 'likes' y 'hates'. Parece que todo venga ya hecho, y estamos acostumbrándonos a creer que con un apretando un botón en un dispositivo se puedan arreglar o cambiar algunas cosas.
Vamos hacia una sociedad en la que todo se puede reducir a títulos, eslóganes, 'likes' y 'hates'. Estamos acostumbrándonos a creer que apretando un botón podamos arreglarlo todo.
No son pocas las películas de cine francés ambientadas en escuelas o universidades. ¿Por qué cree que nos gusta tanto estas historias de superación educativa?
Y. A. – No estoy muy seguro de que este tipo de cine sea exclusivamente francés, la verdad. Pero supongo que sí hay algo fascinante en las historias que suceden en colegios. Creo que hay algo seductor que nos lleva al mundo de los recuerdos personales, a la juventud. Es una época muy determinante para las personas, porque cuando somos niños y jóvenes pasamos más tiempo en la escuela que con nuestras familias.
Cuéntenos porqué se fijó en Camélia Jordana. Sin duda, su interpretación es uno de los grandes descubrimientos de 'Una razón brillante'.
Y. A. – No era muy conocida en Francia hasta que participó en un concurso televisivo. Cuando la vó llegar al casting, sonriendo de manera tan luminosa, tuve muy claro que tenía que ser ella. Me pareció que tenía todo el potencial que buscaba para encarnar al personaje de Neïla.
Además de director de cine, tiene una larga trayectoria como actor y ha participado en decenas de títulos míticos del cine francés contemporáneo. ¿Cree que su experiencia en el campo de la interpretación ha ayudado a Camélia Jordana y Daniel Auteuil a la hora de construir esas actuaciones tan potentes?
Y. A. – Siempre he creído que las películas son resultado de un trabajo colectivo, del equipo artístico y técnico. Como actor, tengo ciertamente mucha experiencia y sé bien cómo se sienten los intérpretes en el set de rodaje. He sufrido a directores con poca sensibilidad en este tema, por lo que intento cuidar este aspecto. En el caso de Camélia y Daniel, me interesaba remarcar la diferencia de los personajes, y, personalmente, también creo que están estupendos.