Terry Gilliam sigue luchando contra molinos de viento para poder llevar a buen puerto su eterno proyecto: El hombre que mató a Don Quijote. La película, lamentablemente, corre peligro de muerte por problemas con uno de los productores y, lo menos grave que por el momento puede sucederle al filme es que no sea concluida para poder participar en el Festival de Cannes, como se confiaba.
En esta ocasión, el escollo lleva el nombre de Paulo Branco, productor de la cinta. En realidad, Branco no abrió nunca el grifo de la financiación, a pesar de haber llegado a un acuerdo contractual en 2016 con Gilliam (The Zero Theorem), en el que incluía la clausula de absoluta libertad creativa para el ex-Monty Phyton. Así las cosas, Gilliam tuvo que buscar nuevas fuentes de producción. Ahora, con la película finalizada, Branco ha paralizado todo movimiento reclamando que posee los derechos de distribución y exhibición de la película basándose en el contrato que ambas partes firmaron en 2016. Gilliam, por su parte, alega que, dado que Branco jamás puso un euro en el proyecto, ese contrato es nulo.
El caso Don Quijote ha llegado a los tribunales y el juicio se ha programado para el próximo 15 de junio. Con ese calendario en la mano, y dadas las circunstancias, es más que obvio que la película de Gilliam no pueda ser exhibida en Cannes. Un nuevo revés para el director de El rey pescador que no hace más que acrecentar la leyenda de un proyecto por el que lleva luchando desde hace más de dos decadas.