El club de los cinco, La chica de rosa y Dieciséis velas son tres de las películas de adolescentes de los años 80 más influyentes e importantes. John Hughes fue de los primeros en retratar el mundo de los jóvenes ignorados, de los marginados, de los incomprendidos, de todos aquellos que no eran estrellas o que, aún siéndolo se sentían solos. Estas tres películas han influido a varias generaciones, y aún hoy se siguen proyectando en los institutos norteamericanos.
La protagonista de todas ellas es Molly Ringwald, la que fue considerada por muchos como la musa de Hughes, una joven con encanto 'indie' que encajaba perfectamente como protagonista de cada una de estas narraciones. Recientemente, Ringwald ha escrito una columna para The New Yorker en la que habla sobre su trabajo en las tres cintas, y en concreto, sobre lo que ha supuesto para ella volver a verlas tres décadas después.
En este interesante texto, la joven destaca que en ese momento su relación con Hughes era lo suficiente estrecha como para que él la escuchase sobre ciertos cambios en las películas para mejorarlas. Por ejemplo, hay una escena en El club de los cinco en la que el profesor de gimnasia espiaba a otra profesora nadar desnuda. En el metraje final este momento no fue incluido a petición de Ringwald que consideraba la escena inapropiada, pero hubo otras veces en las que ni ella misma era consciente de que estaba rodando algo sexualmente inapropiado hasta que ha vuelto a ver la película ahora.
En El club de los cinco hay un momento en el que John Bender (Judd Nelson) le toca el culo al personaje de Claire Standish, esta se ofende y él la critica por ese comportamiento de "remilgada". Al final ambos personajes terminan juntos. Vista con los ojos de una madre que vive en 2018, Ringwald reconoce que esta escena es sexualmente inapropiada y no debería haber sido incluida, lo que la ha llevado a analizar la obra de Hughes al completo, tanto las cintas de las que ella forma parte como las que no y sus textos, como National Lampoon.
Al final, la actriz reconoce sentirse muy feliz de haber participado en estas películas porque "muestran ese enfado y ese temor al aislamiento que sienten muchos adolescentes del mundo, y gracias a ello pueden ayudar a jóvenes de todo el mundo a hablar de sus sentimientos". Pero, al mismo tiempo, la actriz asegura que algunos de los trabajos de Hughes pueden considerarse "racistas, misóginos, y en algunos momentos, homófobos".
Ringwald concluye señalando que depende de las nuevas generaciones descubrir cómo mantener estas conversaciones sobre las películas, analizando lo bueno y lo malo en ellas, y, por supuesto, el momento en el que fueron realizadas.