La destrucción de Proyecto Rampage ya está en los cines españoles. La película protagonizada por Dwayne Johnson, Jeffrey Dean Morgan y Naomie Harris se ha hecho con más de 150 millones de dólares en todo el mundo y, aunque no se convierta en la más taquillera del año, puede presumir de haber acabado con la maldición de las adaptaciones cinematográficas de videojuegos.
En los últimos años, hay muchos ejemplos de cintas basadas en videojuegos que no han tenido éxito de crítica o público y Proyecto Rampage parece haber salido airosa. Por el momento, ha conseguido una buena recaudación y los espectadores, en general, han salido contentos de la proyección. ¿Qué es lo que le hace diferente al resto de adaptaciones de juegos?
La principal ventaja es que el título de arcade de 1986 permite que los guionistas desarrollen la historia a partir de una premisa muy sencilla: tres criaturas gigantes que destruyen la ciudad. El productor Beau Flynn explicó en una entrevista con SensaCine que esto fue lo que le atrajo del videojuego: "Elegí Rampage porque era de los 80 y, básicamente, eran tres monstruos que van destruyendo edificios. No hay reglas, no hay personajes, no hay mitología... Nos daba la oportunidad de crear, no teníamos que estar limitados".
Además, la película no tiene miedo de incluir situaciones cada vez más locas. El resto de adaptaciones se vuelven demasiado serias y, en cierto modo, pegadas a la realidad, pero Proyecto Rampage se atreve a introducir un cocodrilo o un lobo gigante comiendo helicópteros y militares. Sí, el equipo tampoco se ha cortado a la hora de meter sangre y muerte.
En definitiva, la ventaja de Proyecto Rampage es que el espectador se olvida de que originalmente era un videojuego o, directamente, acude a la sala de cine sin saberlo.