Ron Perlman (Hijos de la anarquía, Hellboy) es uno de los principales protagonistas de la nueva película del director cubano Ernesto Daranas: Sergio y Serguéi. El largometraje que explica la historia de un grupo de radioaficionados que consiguen conectar Estados Unidos, Rusia y Cuba en una época en la que estos tres países se encontraban distanciados tanto política como socialmente hablando. El actor americano ha visitado España con motivo de la presentación de la cinta y, días antes de visitar el plató de SensaCine, nos explicó su visión del mundo actual, su opinión sobre figuras públicas como Donald Trump o Mark Zuckerbeg y su predilección por el cine independiente.
¿Cómo llegaste a entrar en un proyecto como Sergio y Serguéi?
Yo me encontraba en mi primer viaje en La Habana y un amigo director de fotografía, Gabriel Beristain, me pidió que fuese para revisar algunas oportunidades en las que podía ser productor. Me reuní con algunos de los oficiales del gobierno y de la televisión estatal de Cuba. En vez de yo presentar mi idea y que ellos pudiesen trabajar con nosotros, ellos me ofrecieron trabajar en Sergio y Serguéi. El hecho de que hubiese un personaje americano en la película me atrajo. Me encantó poder considerar hacer algo que me apasiona como es el cine independiente en lugar tan misterioso y prohibido para un americano como yo, sobre todo con un cineasta tan distinguido como Ernesto Daranas. Fue una elección muy sencilla.
¿Cómo recuerdas el Período Especial de Cuba desde un ambiente tan distinto como el de Estados Unidos?
No me acuerdo de nada de anoche, así que mucho menos los 90. Seguramente si me adentrase en mi memoria recordaría algo, pero en términos políticos fue un momento de calma para Estados Unidos. Bill Clinton era presidente y recuerdo pocos conflictos mundiales. Ciertamente, la experiencia que se muestra en la película es el Periodo Especial en Cuba, un período que ni los americanos podrían haber intuido cuando la Unión Soviética colapsó. Un sitio como Cuba estaba totalmente aislado y el experimento del comunismo fue completamente dependiente de Rusia. Sin Rusia, ese experimento se hizo muy frágil y casi desapareció. Se vieron obligados a adoptar algunos pensamientos capitalistas que, hoy en día, siguen presentes en Cuba para que puedan ganarse la vida.
En Sergio y Serguéi utilizan la radio, algo que ahora es insignificante para muchas personas para poder comunicarse y salvarse, mientras que actualmente las redes sociales son utilizadas para todo lo contrario.
Me parece que las redes sociales son como alguien en un coche, alguien que piensa que está en un lugar vacío completamente protegido, que puede sacar el dedo a la gente y maldecir al resto por la ventana. En cuanto esa persona sale de su coche, se esconde y dice que no quiere problemas. Así es como se comporta la gente en Twitter. La gente es muy valiente en Twitter, porque tienen el anonimato, pero en persona no lo son, así que lo usan para decir tonterías que nunca dirían a nadie en la cara. Sirve como una invitación para que la gente se porte mal, mientras se podrían hacer cosas buenas.
Todos estos avances y progresos con los que contamos vienen con un precio, sobre todo el móvil. El precio que pagamos es tener que sufrir a tontos o a 'trolls'. El momento en el que alguien expresa su opinión, el 50% de la población piensa que eres un héroe y el otro 50% quiere matarte. Los usuarios parece que están divididos en dos bandos que quieren matarse entre sí y realmente no es así, es una ilusión. Excepto los gobiernos, cuyas motivaciones son cosas que no importan a la gente en su vida real, es decir, el poder.
¿Le quitarías las redes sociales a altos cargos del gobierno?
Solo a Trump. Definitivamente, él es una de las personas que abusan del privilegio que tienen porque él es el mensajero de los tontos, el mensajero de la no verdad. Un 100% de lo que dice son mentiras y tiene la caradura de decir que todo lo demás es falso, cuando en realidad el más falso es él. Mediante este tipo de plataformas, lo único que consigue es animar a que la gente copie este comportamiento. Por eso hay cada vez más personas que piensan que pueden apuntar con el dedo a otra gente, separarles y convertirlos en parias.
Si tuvieses que hacer una película contando tan solo con redes sociales, ¿de qué trataría?
La red social. ¡Espera! ¡Esa ya está hecha! Es una película de David Fincher sobre el Señor Zuckerberg, quien para mí es una marioneta. Creo que por dentro tiene la mano de Jim Henson que le dice sobre qué hablar y le hace parecerse a Yoda. Realmente nos estamos introduciendo en El mundo de las maravillas de Alicia, porque estos avanzas que parece que hacen nuestra vida más sencilla, lo que ocurre es que existe una ilusión de que podemos tener contacto con todo el mundo. De nuevo tiene un precio y ese precio es nuestra alma.
¿Has aportado algo personal a tu personaje en Sergio y Serguéi?
No, normalmente cuando acepto un proyecto es porque realmente admiro lo que me piden hacer, aunque no estoy ahí simplemente para leerlo, sino para buscar la visión del director y plasmar una realidad. Ese es mi trabajo. Si encuentro alguna forma en la que quiero contribuir es que le pasa algo al guion y entonces prefiero no participar en eso. Tontos como yo no pueden considerarse guionistas.
¿Volverías a trabajar en una serie para televisión como Hijos de la Anarquía?
He hecho dos series y actualmente estoy trabajando en un servicio en ‘streaming’ menos conocido llamado Crackle. Lo que me atrae de la televisión actualmente es que debido a esta expansión masiva de los servicios de comunicación y de las plataformas digitales es que se ha creado un entorno en el que es muy difícil destacar porque hay demasiados productos. La única forma en la que podemos destacar es hacer cosas atrevidas y realmente originales. La gente que trabaja ahí antes trabajaba en el cine, pero las películas son unidimensionales, una única atracción de un parque de atracciones. Si queremos hacer algo original como se hacía en la década de los 30, 40, 50 o los 60; hay que trabajar para televisión. Me ofrece la posibilidad de contar historias realmente fascinantes y hacer personajes multidimensionales y, a su vez, recibir un sueldo que después me permite hacer lo que realmente me gusta: cine independiente como Sergio y Serguéi.