"No sé si lo de los extraterrestres es buena idea, George"
La idea de que Indy entre en contacto con alienígenas no es mala de por sí. Es extraña, y hay cientos de tramas alternativas posibles que combinarían mejor con el imaginario del arqueólogo, pero mala no es. Además Spielberg ya había estudiado los contactos extraterrestres tanto en E.T., como en Encuentros en la tercera fase, como en La guerra de los mundos, y las tres son estupendas. Y Lucas… pues bueno, había hecho Star Wars. No es que se estuvieran metiendo en territorio desconocido precisamente.
El problema es cómo está desarrollada. Erigir a cráneos alargados de colorines como Macguffin es aún más soso que hacerlo con huevos dorados, y pretender que el misterio nos interese colocando todo el rato a los personajes hablando de él, sin mostrar nada hasta el final, denota una falta de recursos alarmante. Si a esto le añadimos unos indígenas que deberían hacer algo más que morir miserablemente ya que poseen el gran secreto del universo, y ese terrible plano final, pues nos queda un guión extremadamente formulaico, que cree que para ser interesante basta con hacer que Ray Winston se cambie de bando cada quince minutos aproximadamente. Vamos, que muy mal.
¿Demasiado viejo para esto?
Por suerte, las consecuencias de tener un argumento tan demencialmente soso sólo se manifiestan en todo su esplendor al final. Antes, la película tiene la decencia de estar plagada de escenas de acción, aunque sean sucesivamente peores a medida que se desarrolla el metraje. En serio. Comparad la deliciosa locura que abre el film, si no, con la aparatosa persecución a través de la selva sobre una carretera invisible, que encima dura como media hora.
Lo más sorprendente de todo es que, en medio de todo este desastre, Harrison Ford mantiene la dignidad. Teniendo perfectamente interiorizado al personaje, el intérprete compensa sus limitaciones físicas como siempre ha compensado las actorales, a golpe de carisma, y la visualización de sus puñetazos y escenas de acción, aunque sea bastante de dibujo animado, se combina coherentemente con el carácter de la película, que es sumamente vintage. El Reino de la Calavera de Cristal quiere ser una película que no parezca haber sido rodada en el 2008, y la cosa podría llegar a tener cierto encanto… pero no.