Liberación política, liberación sexual y liberación de las estructuras patriarcales hegemónicas. Todo ello se recoge en la sencilla que no simple historia que propone la cineasta suiza Petra Volpe en El orden divino: la lucha de un grupo de mujeres por el derecho al voto femenino en un remoto pueblecito de Suiza. Hablamos con la directora sobre su película y sobre la actual nueva ola feminista que recorre el mundo.
¿Por qué quería contar ‘El orden divino’ la historia de las sufragistas suizas?
Petra Volpe – Porque es una historia que curiosamente no se había contado todavía. En Suiza todo el mundo sabe que el sufragio universal se implantó muy tarde, pero también este hecho se ha escondido debajo de la alfombra, y a mí no me lo enseñaron en el colegio, por ejemplo. De alguna forma, no está reflejado en los libros de texto del colegio y no están presentes las historias de las mujeres, y creo que eso es un gran problema. De hecho, fue durante una conversación con mis productores sobre mi próxima película, cuando salió este tema, porque nadie había hecho un filme sobre el derecho al voto en suiza, y me dije: “¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? ¡Hay que hacer esto!”.
En ‘El orden divino’, las protagonistas son mujeres del ámbito rural. Es habitual que el movimiento sufragista se asocie a mujeres de clase media, entornos urbanos y cierto capital cultural, pero en su película es justo lo contrario. ¿Por qué decidió esta perspectiva?
Petra Volpe – El pueblo donde sucede la historia de El orden divino es como una metáfora de Suiza. Pero, por supuesto, tuve en cuenta la cuestión de la clase social y conscientemente no elegí a mujeres intelectuales o estudiantes que provienen de familias adineradas, que se pueden “permitir” ser feministas. Yo provengo de una clase trabajadora —mi padre era italiano y trabajaba en una fábrica, mi madre trabajaba de secretaria–, y creo que el feminismo también tiene que incluir a las trabajadoras. Quiero decir: en la teoría sí se le tiene en cuenta, pero en la práctica, no tanto. Y en la película, la protagonista es una ama de casa muy normal para que cualquier persona se pueda identificar con ella, y no solamente una mujer feminista cinéfila intelectual. Estaba buscando una historia más general, universal, y que hable sobre darse cuenta de que lo personal también es político.
¿Cree que el feminismo del pasado ha sido poco inclusivo con ciertos sectores sociales de la población, esto es, con las mujeres de clase trabajadora o del ámbito rural?
Petra Volpe – No sé si podría decir que es un fracaso, pero creo que es importante tener en cuenta a la mujer trabajadora y darles voz en el movimiento feminista. Por supuesto, si estás ocupada trabajando y dando de comer a tus hijos, no tienes tanto tiempo para dedicarte a la política como si eres una estudiante. En todo caso, ha de ser un movimiento transversal porque los problemas de los que hablan nos afectan a todos por igual. La clase trabajadora, y en especial las mujeres, tiene unos horarios de mierda y problemas de conciliación laboral –doble trabajo al ocuparse de las tareas domésticas en la mayoría de los casos–, entre otras cuestiones, así que creo que es muy importante que se vea como un movimiento social. No creo que se trate de una lucha solo de mujeres contra hombres, o contra sus privilegios, sino como un movimiento que lucha por una sociedad más justa para todos.
Es muy importante que el feminismo se vea como un movimiento social. No creo que se trate de una lucha solo de mujeres contra hombres, o contra sus privilegios, sino como un movimiento que lucha por una sociedad más justa para todos.
Es también muy relevante en ‘El orden divino’ el retrato que realiza de los hombres, que también sufren las imposiciones del sistema patriarcal. Es decir, tratan de que las mujeres se queden en casa y no comprenden lo que sucede cuando ellas reivindican sus derechos.
Petra Volpe – Desde el principio no quería hacer una película sobre la guerra de sexos y de roles de género, porque creo que el patriarcado afecta y destroza a cualquier ser humano, encorseta también a los hombres en el traje de hombres y la idea de masculinidad también les limita como seres humanos. Esto se puede ver en Hans, el marido de Nora, la protagonista, y en su hermano, como su vida está destrozada por la idea que tiene su padre sobre quién tiene que ser. No quería tener personajes masculinos malos, porque son hijos de su tiempo que no sabían hacerlo de otra manera. Hans está muy por detrás de su mujer, pero la quiere y hace todo lo posible para mejorar. Ahí está la cuestión, porque si tú amas a una persona, no quieres verla en una situación de desventaja en la vida. Todo lo contrario, quieres que tenga las mismas oportunidades que tú. Y eso significa el amor: querer lo mejor para la persona que amas.
Si amas a una persona, no quieres verla en una situación de desventaja en la vida. Todo lo contrario, quieres que tenga las mismas oportunidades que tú.
Háblenos del título, esa idea de lo divino como mandato que ordena a las mujeres quedarse en casa, alejadas de la verdadera emancipación.
Petra Volpe – El título se inspira en una cita original del movimiento sufragista, de un panfleto que rezaba: “El movimiento feminista va contra el orden divino”. En Suiza, cuando luchaban contra el derecho al voto, las mujeres no simplemente estaban enfrentándose a los hombres, sino contra Dios, lo cual era muy intimidante. Realmente, les decían que Dios no quería que las mujeres entraran en política, y que Dios creía que su papel era quedarse en casa, cuidar de los niños y no hacer ruido. Revelarse contra la autoridad divina era, en estas áreas rurales de Suiza, un argumento muy poderoso para frenar a las mujeres que querían luchar por sus derechos, porque la gente es muy devota. Hay gente que me ha dicho que mi película no es suficientemente radical, pero yo creo que hay gestos que hacen los personajes del filme que me parecen de mucho coraje, muy radicales en el mundo que refleja la película. Esto es todo lo lejos que podía llegar una mujer de un pequeño pueblo de la época. Es muy potente cuando una mujer que ha estado oprimida, consigue levantarse y hablar por sí misma.