· El futuro de 'Expediente Warren'
La monja no será ni mucho menos el último proyecto de la franquicia Expediente Warren. En 2019 se estrenará la tercera parte de Annabelle, con Gary Dauberman como guionista y director, y The Crooked Man y The Conjuring 3 siguen en desarrollo. Parece como si la saga fuera una suerte de caja de Pandora, que James Wan abre y cierra a placer para atormentarnos con nuevos y espeluznantes cuentos. ¿Tiene acaso fin un mundo como este? "Es casi interminable", admite Dauberman. "Ese cuarto de artefactos que tienen los Warren en su casa... Es como si de cada objeto pudiera salir una película".
El género vive una nueva edad de oro con títulos como Déjame salir y Hereditary, eso está claro, pero The Conjuring ha ido internacionalizando sus tramas, pasando de EE.UU a Inglaterra, y ahora a Rumanía, y ha demostrado que va mucho más allá de la fascinación por asustar. Es lo que Taissa Farmiga denomina como "terror elevado". "A mucha gente le gusta la emoción de los sustos y el subidón general, pero lo que hace que estas películas sean tan maravillosas y con lo que conectan de verdad son los personajes y la emoción humana [...] Eso es lo que hace que se te metan dentro, y por eso la gente responde tan bien; por eso funciona. No sólo es sana diversión. También tienen alma".
Si cualquiera se imagina a George R.R. Martin en un despacho con paredes forradas de mapas, blasones y croquis de Canción de hielo y fuego, al guionista de La monja le viene una imagen semejante cuando piensa en James Wan trazando el futuro de este cosmos que, a pequeña escala, sigue la estela de Marvel. "Me imagino que tiene una habitación en su casa con diagramas y cuerdas con todo planeado. Eso es lo que yo me imagino, aunque parece que lo tiene todo en su cabeza, lo cual es alucinante". Puede que, entre cordel y cordel, haya ocultado las primeras anotaciones sobre La monja 2. Dauberman no disimula al reconocer que hay un trabajo preliminar por si llega la luz verde del estudio. "[Hemos puesto] algunos 'easter eggs', que plantas como semillas para que vayan creciendo".
Siguiendo la sugerencia de Vera Farmiga a su hermana Taissa, intentamos liberarnos de ese ambiente lóbrego y opaco en el que hemos permanecido durante horas. La faena se vuelve asequible, teniendo en cuenta que no nos hemos cruzado con Bonnie Aarons caracterizada, la actriz que encarna a la inquietante presencia demoníaca. Una vez fuera de la nave que alberga el set, el aire puro borra ese pegajoso y perenne olor a cera. La fuerte luz nos fuerza a cerrar los ojos y, como transportados a una nueva realidad, nos topamos con un pequeño camión de helados; un regalo de los protagonistas al equipo para celebrar el final del rodaje. ¿Qué sabor pediría La monja? Nos quedamos con las ganas de saberlo.