Demos gracias a Steven Spielberg y Robert Zemeckis
¿Quién engañó a Roger Rabbit? se estrenó finalmente en 1988, pero Disney llevaba tratando de ponerla en pie desde mucho antes. Basada en una excéntrica novela de Gary K. Wolff, donde Roger era un conejo de muy mal genio que provenía de las tiras cómicas (y no de cortos animados), la Casa del Ratón realizó su primera intentona a principios de la década, y ya Robert Zemeckis se mostró desesperado por dirigirla. Por entonces este director era conocido por sus fracasos en taquilla, pero luego de encargarse de Tras el corazón verde, su reclutamiento dejó de ser una mala idea.
Sobre todo, porque en Disney estaban realmente confusos sobre cómo afrontar la producción. Eran los 80, Taron y el caldero mágico había sido un fracaso de los que aún producían pesadillas a los ejecutivos, y no estaban muy seguros de qué hacer con el tono oscuro de la novela de Wolff. Hasta que no llegó Steven Spielberg y volvió a poner el nombre de Zemeckis sobre la mesa, las cosas no empezaron a concretarse. Y así, el film fue un éxito inmenso, y eso que su primer pase, en el que los niños quedaron horrorizados, no fue de lo más alentador, y su condición de película más cara de la historia (en ese momento, claro) prometía cargarse para siempre el prestigio artístico de Disney.
Warner v Disney v mogollón de dibus
La ayuda de Spielberg no sólo radicó en rescatar a Zemeckis y poner pasta con su productora Amblin, que en la década de los ochenta lo estaba petando en cadena: también fue imprescindible para dotar a Quién engañó a Roger Rabbit de una de sus características principales: la participación de dibujos animados sobradamente conocidos por el público. Así, multitud de personajes salidos de la factoría Disney se dejaron caer por el film, pero también otras creaciones de Hannah Barbera, Fleischer Studios, Walter Lantz Productions y, por supuesto, Warner Bros.
Esta última compañía fue, comprensiblemente, la más difícil de convencer por parte de Spielberg, y sólo accedió a respaldar Roger Rabbit si Disney garantizaba que sus personajes principales, Bugs Bunny y el Pato Lucas, tendrían exactamente los mismos minutos en pantalla que Mickey Mouse y el Pato Donald. Un requisito que condujo a dos de las escenas más celebradas del film: la del duelo de pianos, y la de Bugs y Mickey vacilando a Eddie Valiant mientras saltan en paracaídas. Historia del cine pura, pero también, claro, historia de nuestra infancia.