En el sur de Inglaterra y a principios de la década de 1960, la playa de Chesil es testigo de la triste noche de bodas de dos enamorados que pertenecen a mundos opuestos: una joven de clase alta interpretada por Saoirse Ronan se enamora de un joven hijo de un maestro, encarnado por Billy Howle. Esta es la premisa de En la playa de Chesil, un melodrama basado en la novela homónima de Ian McEwan y que llega hoy a la cartelera española. Hemos hablado con su director, Dominic Cooke, curtido en las tablas shakesperianas y que debuta en el largometraje con esta cinta de de elegante cadencia.
¿Qué tienen las historias de Ian McEwan que son tan cinematográficas?
Dominic Cooke – En mi opinión, creo que tiene que ver con lo visual que es como escritor. Escribe en imágenes y tiene mucha intuición a la hora de poner en relación personaje, lugar y tiempo. Son tres elementos muy fílmicos y me parece que es un aspecto muy importante de su escritura.
¿Qué le atrajo de 'En la playa de Chesil', de esta historia sobre una pareja joven que lleva sobre sus hombros esta carga moral y social tan fuerte?
Dominic Cooke – Para empezar, la calidad del guion, en el que también participó el propio McEwan. Además, también me atraía la idea de poder volver la mirada hacia el pasado de una manera honesta. Es algo que me preocupa: el peligro de mirar hacia atrás y explicar cosas que igual no ocurrieron tal y como contamos. En el caso de En la playa de Chesil, me interesó mucho el tema de cómo relacionamos nuestros seres sexuales con nuestros seres intimos,, además de los procesos coyunturales de la época.
Saoirse Ronan protagoniza 'Expiación', también basada en una novela de Ian McEwan, y es la protagonista de esta cinta que adapta otro libro del escritor inglés. Es curioso, porque en ambas historias ella interpreta a un personaje que guarda un secreto muy profundo. ¿Había tenido esto en cuenta para fichar a la actriz?
Dominic Cooke – ¡Es cierto! [risas] Es una conexión interesante, pero no, no la tuve en cuenta. Lo que me gusta de Saoirse es su capacidad de trabajar la dualidad y la ambigüedad en la que se mueve el personaje, esa habilidad de hacer visible el conflicto de una manera muy sutil.
¿Cómo trabajó con Saoirse el personaje? Se lo pregunto porque a menudo es difícil comprender los conflictos personales de generaciones más mayores que nosotros.
Dominic Cooke – Cuando vi Brooklyn, me di cuenta enseguida de que Saoirse era capaz de entender las convenciones sociales, la rigidez y los anhelos del tiempo en que se situa la historia de la película. Hablamos mucho, eso sí, sobre cómo el personaje acaba en la situación en la que acaba, como ha llegado a esa conflicto, sobre qué pensaba que iba a ocurrir la noche de su boda. Esos detalles y esos silencios que son los que van provocando la catarsis dramática. Tanto con Saoirse como con Billy hablamos mucho de cuando entran en la habitación del hotel y, de repente, se dan cuenta de que el sexo va a suceder, va a ser real, y de la idea de que ni uno ni otro se siente seguro suficiente ni maduro suficiente como para afrontarlo. Ni siquiera para afrontar que tal vez no tienen porqué practicar sexo en el sentido del sexo que se espera que tengan. Se sienten presionados porque todo el mundo espera algo de ellos. Estoy convencido de que si esta pareja hubiera podido relajarse y tomárselo con mas calma, los derroteros de su relación hubieran ido hacia otros lugares.
El primer tramo de 'En la playa de Chesil' nos situa en dos tiempos, en dos lugares: la habitación del hotel y los momentos álgidos de su relación antes de la boda. ¿Siempre tuvo en mente poner en paralelo esos dos tiempos y usar flashbacks?
Dominic Cooke – El primer tramo del primer guion que trabajamos no incluía flashbacks, pero la estructura básica sí estaba. Estuvimos pensando mucho en la idea de cómo esa pareja joven e inocente llega hasta donde acaba llegando, en la idea de porqué todo sucede en ese momento, en qué está pasando en sus cabezas para que esa noche pase en todo lo que acaban sucediendo. Estuvimos probando distintas maneras para plasma esas emociones de la mayor fluidez posible.
También es un recurso que crea mucha tensión.
Dominic Cooke – Para entender lo que estaba en juego en esa habitación de hotel, necesitábamos comprender a los personajes, sus razones, sugerir la idea de que su relación podía estar en peligro y también hacer entender el potencial de esa relación. Y para darnos cuenta de cuánto ambos conectan como personas y al mismo tiempo percibir toda la presión que sienten sobre sus hombos. Quería plasmar todo eso y quería que pasara todo a la vez.
Cuando vi 'Brooklyn', me di cuenta enseguida de que Saoirse era capaz de entender las convenciones sociales, la rigídez y los anhelos del tiempo en que se situa la historia de la película.
¿Cómo ha sido trabajar con una profesional tan potente como Suzie Davis, la directora de producción de 'En la playa de Chesil'? Su trabajo, por cierto, es brillante.
Dominic Cooke – Fue la primera persona con la que me reuní cuando me embarqué en el proyecto y pasamos mucho tiempo hablando del diseño de producción, especialmente sobre cómo tenía que ser esa habitación del hotel en que sucede parte de la tensión de la película. El viaje que hacen los personajes de la mesa donde están cenando a la cama de la habitación es tan épico, que necesitábamos crear una habitación dividida en dos partes, y que una vez cruzabas el umbral de una de esas dos zonas, ya no podías escapar.
¿De qué manera resuena el conflicto de 'En la playa de Chesil' en nuestro presente, porque es una película de época pero habla de cuestiones muy contemporáneas: género, abusos, difernecias de clase y de estatus social?
Dominic Cooke – La recepción del público sobre estas cuestiones ha variado según el país y la cultura donde se ha visto la película. Hay algunos públicos, digamos que más autosuficientes, que no han llegado al fondo del conflicto, porque no han acabado de creer que los protagonistas no sean capaces de hablar de sus problemas personales. Te voy a contar una cosa, uno de los momentos más interesantes sobre lo que me preguntas ocurrió en un pase en la Universidad de Brown, en Estados Unidos. Es un centro super elitista, con alumnos preparadísimos, muy inteligentes, y curiosamente, con mucha dievrsidad de estudiantes, en términos de grupo social y de grupo étnico. Las reacciones fueron muy intensas, porque los chavales se identificaron por completo con la presión que los jóvenes protagonistas sienten en la película. Los jóvenes hoy también sienten presiones en torno al sexo y vienen de lugares muy distintos, sobre su apariencia física, sobre cómo deben comportarse sexualmente, la pornografía, las imágenes de internet, debates sobre qué es o qué debe ser el género. Y a mi juicio todo eso provoca que las expectativas sexuales o emocionales que sienten estos chicos y chicas puede confundirles o frustrarles mucho. Es muy difícil saber cómo tiene que ser uno y es más difícil saber cómo debes relacionarte con otra persona, sobre todo en la intimidad. Y, de manera opuesta, proyectamos la película en Dubai, con una audiencia compuesta de prensa árabe, donde ya sabes que la norma es que no haya sexo antes del matrimonio, y ahí también hubo respuestas bastante fuertes e intensas. Del mismo modo, la película también abre líneas de debate en el marco del movimiento #MeToo y me he encontrado asimismo con reacciones que van por ese camino.