No dejar que el director tenga el control total de la película es un gran error. Como señala WhatCulture, Warner Bros. intervino en numerosas ocasiones en el trabajo de David Ayer y encargó la tarea de la edición a una empresa externa. De hecho, según señala The Hollywood Reporter, el montaje pasó por diferentes manos, aunque solo John Gilroy aparece acreditado. ¿Cómo va a salir un producto sólido si es fruto de numerosas personas que no se han puesto de acuerdo entre sí?
En el reportaje de THR, también señalan al estrés como una de las causas de que la cinta no saliese bien parada. Aseguran que David Ayer estaba sometido a demasiada presión, provocando que el director quedase completamente exhausto y sin poder solucionar los conflictos que surgieron en el desarrollo del filme.