La monja se ha estrenado este fin de semana como el último 'spin-off' de la franquicia de terror Expediente Warren. La película de Corin Hardy ha recaudado más de 131 millones de dólares en todo el mundo y sólo en España ha arañado casi tres millones de euros posicionándose como número uno. El cineasta británico creció viendo título como Alien, el octavo pasajero (1979), Posesión infernal (1981), Terroríficamente muertos (1987) y Pesadilla en Elm Street (1984) y siempre le gustaron los 'animatronics', la plastilina y la técnica 'stop motion'. No se crio con efectos por ordenador, de ahí que su cinta no tenga apenas y que él crea que lo que es real, lo que pasa delante de tus ojos, rara vez se supera.
"Me gustan los bordes irregulares, los fallos y las cosas que no planeas y que pasan de repente... Eso crea una conexión humana", contaba en nuestra visita al set del filme en Bucarest (Rumanía). Puede que el CGI sea extremadamente sofisticado, como demuestra el género de superhéroes, pero Hardy prefiere que sus actores hagan escenas en el agua, que lleven prótesis y que se transformen. Él los llama "efectos de la vieja escuela" (efectos prácticos) y, si te fijas bien, hay planos en La monja donde no hay ninguna imagen por ordenador. "Exactamente como pasaba en los 70", afirma. "Estoy muy orgulloso".
La diseñadora de producción Jennifer Spence, que antes había trabajado en Annabelle: Creation (2017), hizo exactamente lo mismo con los decorados. "Intentamos grabar cisas reales tanto como podemos y mantenemos el CGI al mínimo. Cada vez que hacemos algo, pensamos: "Cómo podemos construir eso. Cómo podemos hacer eso de verdad". Así trabajamos también en Creation [...] Espero que parezca una película de terror chapada a la antigua. Porque hemos intentado hacer eso; lo hemos hecho así intencionadamente". ¿Todavía no has visto La monja? Arriba puedes echarle un vistazo a su tráiler oficial, con Demián Bichir (Burke) y Taissa Farmiga (Irene) como protagonistas.