Cuatro años, de hecho: cuatro largos años ha tardado Carlos Vermut en entregar su siguiente película (el propio realizador en la entrevista que le hicimos nos comentaba que había tardado dos años en escribir el guión), tras el éxito absoluto de Magical Girl (2014): Concha de Oro en San Sebastián, crítica nacional e internacional rendida, gran estreno en España pero aún mejor en Francia, Pedro Almodóvar diciendo que es la mejor película española del siglo XXI… vaya, que tras un petardazo de este calibre, lo raro es que Vermut ha podido hacer otra película. Porque ya se sabe que el éxito puede ser más canalla que el fracaso, si uno no sabe gestionarlo (que se lo digan a Julio Medem o Juanma Bajo Ulloa).
En todo caso, estamos de enhorabuena. Obviamente, tenemos ya nueva película de Carlos Vermut: un relato de súcubos amnésicos y devoradoras de almas, trazado básicamente con cuatro personajes -Lila (Najwa Nimry), Violeta (Eva Llorach), Blanca (Carme Elías) y Marta (Natalia de Molina)- que cuenta cómo una cantante de éxito busca regresar a los escenarios presa de una amnesia absoluta y pide ayuda a una fan que trabaja en un karaoke cantando sus canciones a, básicamente, que le ayude a volver ser ella misma. Con producción de Apache Films (La llegada, Oro) y muchos más recursos que en sus dos películas anteriores -no olvidemos que el debut de Vermut fue de órdago con la impresionante Diamond Flash (2011)-, Quién te cantará apunta tanto a película de madurez como de huida hacia adelante. Vermut siempre ha cuidado mucho la puesta en escena de sus películas, solo que ahora, además puede hacerlo con muchos más recursos económicos.
En Toronto lo tuvieron claro: "Es un cruce de Persona (1966) con el cine de Almodóvar". Parece más una amenaza. Tirarle a la cabeza a Ingmar Bergman a un cineasta de tres películas acojonaría al más valiente. Él se escapa de la comparativa y prefiere citar La querida (1976) de Fernando Fernán Gómez mientras dedica elogios al clasicismo ultra moderno de las películas de Paul Thomas Anderson. En todo caso aún no he encontrado un director serio que disfrute cuando lo comparan con otros. Pero en el caso de Quién te cantará, que tiene momentos absolutamente sublimes -el momento en que suena la canción homónima de Mocedades, casi todas las secuencias con Natalia de Molina, los momentos karaoke-, es bastante inevitable recordar la cuidadosísima narrativa de Almodóvar, aunque mucho más cerca de Tacones lejanos (1991) que de La piel que habito (2011). Sorprende que un cineasta habituado a los personajes con tremendas dobleces morales y que disfruta llenando de huecos su narración haya querido hacer una película mucho más lineal y cerrada en sí misma. Más clásico, es cierto, pero también menos punk. Y aún así le queda una obra fascinante de cabo a rabo. En realidad la única pega que le veo a Quién te cantará es extradiegética: es muy raro que en una película sobre cantantes telúricas las canciones que suenen sean las de Najwa Nimry y Amaral (sic). Ojalá vaya la gente en masa a disfrutarla.
Alejandro G. Calvo
'Illang: La brigada del lobo': Una distopía enmarañada
En Sección Oficial también vemos Illang: La brigada del lobo, el nuevo trabajo de Kim Jee-Woon que podrá verse en nuestro país gracias a Netflix. La cinta adapta el anime de Mamoru Oshii Jin-Roh de su Kerberos Saga y, pese a que su distopía es atrayente, el filme no convence por lo confuso que resulta.
La película está ambientada en el año 2029 cuando Corea del Norte y del Sur establecen un plan de cinco años para unificarse. Ante esta decisión, las naciones más poderosas del mundo paralizarán su economía y conducirán al territorio al caos. Nace entonces La Secta, un grupo terrorista que se opone a la unificación y ante el que el gobierno responderá con la creación de las Fuerzas Especiales. Cuando esta organización comienza a ganar poder e influencia, la Seguridad Pública -un servicio de inteligencia- hará todo lo posible por acabar con ellos. A su vez, y mientras estas dos instituciones entran en batalla, comienzan a correr rumores del nacimiento de la Brigada del lobo, un grupo dentro de la Unidad Especial formado por armas humanas.
La cinta sigue entonces a Im Joong-Kyung (Dong-Won Gang), un miembro de las Fuerzas Especiales que iniciará una relación con la hermana mayor de una joven de La Secta que se inmoló delante de él.
Jee-Woon inicia su nuevo trabajo con un prólogo en el que resume todo el telón de fondo sobre el que transcurre esta historia. Aunque su idea y estética es interesante, no consigue aclarar demasiado el contexto a un espectador que iniciará su andadura por este mundo un poco desubicado. El realizador continúa entonces con un paseo por una distopía en la que lo que más seduce es la acción, con secuencias que recuerdan a las de un ‘blockbuster’ estadounidense.
El filme parece no encontrar un tono que unifique todos los aspectos de su historia, y los momentos más íntimos entre sus dos protagonistas chirrían estrepitosamente. Sí es destacable la intención de aportar algo más añadiendo diferentes técnicas cinematográficas, como las ilustraciones con las que narra el cuento popular de Caperucita Roja.
Si Dredd (2012) conseguía ganarse a la audiencia a través de una historia pequeña pero muy bien cohesionada o Altered Carbon (2018) -otra propuesta de Netflix- fascinaba a muchos con un mundo con miles de posibilidades físicas, Illang: La brigada del lobo desfallece al no intentar encandilar al público profundizando en las reglas de ese mundo que acontece en 2029. Una pena, porque riqueza para eso le sobra.
Andrea Zamora
'Red Joan': Un pastel sin intriga con glaseado de Judi Dench
Y los secretos y las cámaras ocultas llegaron a la sección Proyecciones Especiales Premio Donostia. Nos referimos a Red Joan, la cinta encabezada por Judi Dench inspirada en la vida de Melita Norwood. La última espía británica conocida proporcionó información a la URSS durante más de tres décadas, lo que facilitó que el régimen de Moscú desarrollara con éxito su programa nuclear pocos años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Similar en estructura a Enigma (2001), El discurso del rey (2010), La teoría del todo (2014) y The Imitation Game (2014), a lo último del teatral Trevor Nunn, antiguo director de la Royal Shakespeare Company y del Royal National Theatre, le falta una protagonista magnética y peca en exceso de convencionalismos. Sophie Cookson (Kingsman: Servicio secreto) no sabe cargar sobre sus hombros el peso de la trama como una joven Joan Stanley, el nombre de esta Norwood cinematográfica, mientras que Judi Dench, la dama del cine británico, sale en pantalla demasiado poco para que le asignemos a esta antiheroína un aura de complejidad y presencia.
Comparándola por ejemplo con la ejemplar The Americans, la serie de espías del KGB de FX ambientada en los 80, el 'biopic' sobre la llamada "Granny spy" ("Abuelita espía") se digiere por momentos como un pastel dulzón sin intriga alguna. Y no hay peor decepción que una de espías sin suspense. Esto se debe en gran medida a los melifluos y almibarados intercambios entre Joan y sus dos galanes: el casado y melancólico Max (Stephen Campbell Moore, En tiempo de brujas) y el evasivo y seductor comunista de Cambridge Leo, un Tom Hughes encorsetado por los clichés del melodrama, muy lejos de su mejor papel como príncipe Alberto en la también televisiva Victoria de ITV. Quedaríamos atragantados por los ojos por este mazacote de hormigón de no ser por el sabroso glaseado que de cuando en cuando inyecta la dama del cine británico. Lo suyo, ya tiene tablas en el asunto, es meterse al público en el bolsillo en escasos minutos.
Como ocurrió realmente, y en uno de sus mejores monólogos junto al de M en Skyfall (2012) citando los versos del Ulises de Tennyson, Dench remata su confesión en el patio de su casa con estas palabras: "En las mismas circunstancias, sé que hubiera vuelto a hacer lo mismo". En las mismas circunstancias, si pudiera volver atrás, dudo que volviera a ver esta película.
Santiago Gimeno