Empezamos el día con la coproducción hispano-argentina Animal, que ha contado con Santiago Segura (y su compañía Bowfinger International) en labores de producción. Se trata del segundo largometraje como director de Armando Bo. Este realizador argentino se ha labrado un nombre en la industria gracias a ser el colaborador de Alejandro G. Iñárritu en Biutiful o la oscarizada Birdman. Alejándose de su debut tras las cámaras llamado El último Elvis, Animal es una desconcertante mezcla de comedia negra y 'thriller' protagonizada por un gran Guillermo Francella, que sigue las andanzas de un hombre con un problema renal. Este padre de familia, desesperado por encontrar un riñón, acude desesperado a un joven bala perdida que le ofrece el suyo a cambio de una casa. Poco a poco, asistiremos al descenso a los infiernos de un tipo desesperado que verá cómo toda su vida se va al carajo por tratar de salvar su propio pellejo.
Bo reparte golpes a diestro y siniestro: tanto a la burguesía argentina, tanto a la clase más baja de la sociedad, saliendo esta la peor parada (el personaje que vende su riñón es un bestia, patán, borracho y vago). Al principio nos puso de muy mala leche ver que la pareja de personajes que son dos vagabundos son representados como verdadera escoria sin escrúpulos capaces de cualquier cosa por lograr sus objetivos (hay una escena en la que el antagonista flirtea con la hija del protagonista en la puerta del instituto que es directamente de torta), pero Bo parece querer decirnos otra cosa al final y convierte al padre de familia en un descerebrado sin alma, que ha perdido las riendas de su vida.
Una de cal y otra de arena. De este modo, el cineasta nos plantea el dilema moral de lo que puede llegar a hacer una persona, desesperada cuando ve cómo se le agota el tiempo, a lo largo de una cinta de demasiada duración, lo que hace que tenga unos altibajos importantes. Dando palos de ciego con el tono y con un desarrollo a trompicones, creo que estamos ante un filme excesivo en todos los sentidos, que en ocasiones ha acabado sacando de quicio al cronista que escribe estas letras con todas esas idas y venidas morales de los personas que por él deambulan. La película tendrá distribución en España y llegará pronto a las salas.
Vamos con la segunda película del día que se trata del ‘slasher’ He’s Out there. Cinta de terror que sigue las andanzas de una madre de familia que marcha a pasar un idílico fin de semana con sus dos hijas a una casa de campo, mientras esperan la llegada del padre de las jóvenes. Girando en torno al libro infantil que leen las niñas, sobre la fábula de un cuervo y un ratón, aparecerá en los alrededores de la casa un enmascarado sin piedad que les hará pasar la noche más terrorífica de sus vidas.
Estamos ante un rutinario filme de género que recuerda por momentos a la producción de Netflix: Hush. A pesar de estar cargado de tópicos (la ‘scream queen’ que se convierte en heroína, una máscara terrorífica, un hacha como arma homicida) la cinta es bastante entretenida y se hace muy amena, si eres muy fan de este tipo de producciones. Hay que destacar la sorprendente fotografía del más o menos mediocre Ed Wild (que ha trabajado en cintas como Persecución al límite y Objetivo: Londres), ya que sumerge al espectador en una tenebrosa atmósfera), y no tanto al desastroso montaje de Rick Shaine que nos dejó perplejos en más de una ocasión.
Me gustaría también destacar el debut de las jóvenes hermanas en la vida real Anna Pniowsky y Abigail Pniowsky, cuya labor da gran credibilidad a la interpretación de las dos pequeñas hijas del matrimonio protagonista. En fin, un aprobado justito en el debut tras las cámaras del debutante Quinn Lasher, que preveo será un habitual de la sección Panorama del certamen catalán durante los próximos años.