Cuarenta años después de aquella La noche de Halloween de John Carpenter, hoy se ha presentado en un abarrotado Festival de Sitges, su enésima secuela a la que han decidido titular de manera idéntica (tanto en Estados Unidos como en España). El filme, que parece obviar las siete secuelas anteriores, ha levantado a un público entregado a la causa, en más de una ocasión. La cinta, que inauguró el llamado género 'slasher', es una de las obras cumbres del maestro Carpenter junto a La Cosa o Golpe en la Pequeña China. Carpenter, ahora en labores de producción ejecutivo, ha cedido los mandos de la dirección a David Gordon Green. Es curiosa la carrera de este director, que comenzó rodando drama 'indie', para seguir haciendo comedia gamberra y acabar en el terror. En la producción también tenemos al mago del género Jason Blum, responsable del reciente exitazo Déjame salir. En esta ocasión, la historia se centra en dos periodistas que se encuentran haciendo un reportaje sobre los crímenes de Michael Myers, justo cuando éste está a punto de ser trasladado de centro de internamiento. Será entonces cuando, misteriosamente, el autobús en el que viajan Myers y otros internos sufra un accidente, y comience el derramamiento de sangre a golpe de cuchillo de cocina. Jamie Lee Curtis está genial, una vez más, retomando su papel de 'scream queen' Laurie Strodes, está vez con más años y más ganas de venganza en el cuerpo. Esta nueva La noche de Halloween es una más que correcta cinta de género, que hará las delicias de los fans, pero he echado de menos algo más de originalidad y chispa. Parece que Gordon Green tenga puesto el piloto automático para que esta entrega funcione con aquello de: "da lo que promete", por lo que se queda en un aprobado alto. De hecho, hay un giro argumental casi al final de metraje, que se me ha hecho bastante ridículo e innecesario. Hay poca innovación en las muertes de las víctimas de "el hombre del saco", salvo un par de aplastamientos de cabeza, y se recurre al ya clásico apuñalamiento con cuchillo de cocina. Una vez más, en un intento de revitalizar una saga, nos falta un punto de frescura en la ejecución que nos deja con un sabor agridulce. Siempre esperamos más de Michael Myers.
Leigh Whannell es uno de los grandes revitalizadores del género de los últimos años, suyos son los guiones de Saw o Insidious (en las que también tenía un papel más o menos protagonista). Ahora, nos presenta su nueva película, esta vez como director: el 'thriller' de ciencia ficción Upgrade. De nuevo tenemos en la producción al omnipresente Jason Blum y su compañía Blumhouse. Protagonizada por Logan Marshall-Green (es realmente curioso el parecido de este actor con Tom Hardy), es una cinta futurista en la que un tipo pierde a su mujer en un incidente en el que él también se queda tetrapléjico. Será entonces, cuando aparezca una empresa dispuesta a ofrecerle una solución a su problema: un chip llamado STEM, integrado en su columna vertebral que le devolverá la capacidad motriz y el control de su cuerpo. Entonces, el protagonista descubrirá que STEM puede convertirle en una máquina letal de matar, por lo que usará estos nuevos conocimientos y movimientos para buscar a los asesinos de su mujer y encontrar su ansiada venganza. Estamos ante un producto de lo más entretenido y divertido, con escenas de acción perfectamente orquestadas que, sin ser una cinta notable aporta un soplo de aire fresco al género. A pesar de ser una cinta con un presupuesto muy alto, tiene unos efectos especiales y de maquillaje muy logrados (hay una escena con una boca y un cuchillo de por medio que pone los pelos de punta). En resumen, sin ser un largometraje de género que vaya a pasar a la historia, Upgrade es un más que disfrutable espectáculo de acción, sangre y biomecánica.