El caso real de Carlos Robledo Puch, el criminal más peligroso de la Argentina de los 70, es la fuente de inspiración de El ángel, dirigida por Luis Ortega y uno de los fenómenos del año en su país, donde la han visto más de 1 millón de personas, convertida en la representante en la carrera hacia el Oscar de habla no inglesa. La película llega hoy 31 de octubre a las salas españolas y hemos hablado con Ortega sobre El ángel, desde su relación con Lorenzo Ferro a la hora de preparar el ambiguo personaje de Carlitos, a la peculiar mirada pop que ofrece con este retrato de un despiadado jovenzuelo, tan seductor como peligroso.
Teniendo en cuenta el caso en el que te inspiras para la historia de ‘El ángel’, lo extraño es que nadie hiciera antes un filme sobre Robledo Puch. ¿Por qué crees que no se ha hecho hasta ahora?
Luis Ortega– Sé que hubo unos intentos, y que hasta él tenía pensado cómo quería que fuera la película de su vida. Quería que la dirigiera Scorsese y la interpretara Leonardo Di Caprio. Pero mi intención con el personaje y con su historia era otra. Para empezar, no soy espectador ni de policíacos ni de biopics, y quería salir de esos ámbitos para poder hacer algo autorreferencial y llevar la historia de Carlitos a los recuerdos que yo tenía de esa época. Sin duda hacer un policíaco al uso era más atractivo, pero me hubiera costado dirigir una película que me obligara a seguir unas reglas muy concretas.
¿Cómo llegaste a moldear a un personaje tan ambiguo como el de Carlitos? Es impenetrable, pero muy seductor, confía en sí mismo, pero parece que no se da cuenta de sus actos.
Luis Ortega– Tenía muy claro que a la hora crear el personaje debía mostrar esa disociación entre lo que hace y lo que significa esa acción. Carlitos es un personaje que vive en la confusión. Para él, todo es como un inmenso decorado. Es muy niño y no es consciente del daño que provoca. Digamos que sigue siendo como inocente. Pero al mismo tiempo, es un personaje completamente marginal, de una peligrosidad latente altísima y que llega a un punto de no retorno, una especie de otro lado del espejo. Es un verdadero rebelde y nunca va a encajar en la sociedad. Para él todo está permitido, porque ha comprobado que no existe Dios. Esa amoralidad ha acabado conduciendo al verdadero Carlitos a una jaula que yo, personalmente, no pienso filmar.
Carlitos es un verdadero rebelde y nunca va a encajar en la sociedad. Para él todo está permitido, porque ha comprobado que no existe Dios. Esa amoralidad ha acabado conduciendo al verdadero Carlitos a una jaula que yo, personalmente, no pienso filmar.
¿Por qué decidiste poner el foco en la relación entre Carlitos y Ramón? Es una de las subtramas que más llama la atención en ‘El ángel’.
Luis Ortega– Para mí, El ángel es una historia de amor juvenil. Es obvio que estoy en el terreno de la especulación, pero me moví por la intuición. Yo noté atracción, y me gusto esa idea. En la preparación del filme, recorrí las pensiones donde durmieron juntos y fui haciendo como un mapa de sus pasos. De todos modos, no me interesaba mostrar algo explícito, porque quería abordar esa relación de manera más lírica, recreándome en la emoción, y en esa extrañeza del deseo. Además, son personajes complementarios y Ramón ayuda a comprender mejor a Carlitos. En la escena en que atracan la joyería, Carlitos no está allá sólo para robar, sino para sentirse vivo. Ahí está la distancia entre un ladrón corriente y el protagonista, no quiere ni pertenecer al sistema, está completamente fuera.
¿Cómo diste con Lorenzo Ferro? Tengo entendido que debuta con ‘El ángel’.
Luis Ortega– Lorenzo nunca había pisado una clase de teatro. Para mí era imprescindible que el papel de Carlitos no lo interpretara un famoso o un actor con experiencia, porque no quería a alguien que viniera con una interpretación previa, con una propuesta. Lorenzo se acercó con la experiencia de su vida, para bien y para mal. Ensayamos mucho tiempo, y los últimos seis meses antes del rodaje le hacía bailar, que entrara a robar en mi casa como bailando, entre otros métodos sui generis. También tuvimos larguísimas conversaciones, durante horas, sobre el personaje, sobre la idea de la existencia o no existencia de Dios, del automatismo de la gente, del coraje. Es difícil hablar de estas cuestiones con alguien tan joven. Pero me sorprendió mucho, sobre todo ver cómo este niño no se dejó intimidar por el equipo, que era de unas 50 personas, ni por los actores profesionales.
¿Puedes contarnos más detalles sobre esta idea de que preparasteis el personaje bailando?
Luis Ortega– El personaje roba bailando. Quería que fuera una de sus marcas, porque no es un criminal al uso. No roba para lucrarse, sino por un instinto de encariñarse con lo ajeno. No lleva armas y su estilo criminal era otro hasta que se alía con el personaje de Ramón. Ensayamos mucho todos estos aspectos. ‘Entraba’ en mi casa como para robar y yo le seguía, le hablaba por encima de la cámara y le decía: “por acá, por allí”. Él se acostumbró a que yo dirigiera en tiempo real su deseo, él era como un rehén. Lorenzo fue incorporando más adelante muchos detalles de la gestualidad del personaje, como esa manera de moverse más femenina. Digamos que el acabó por imprimirle vida.
El personaje roba bailando. Quería que fuera una de sus marcas, porque no es un criminal al uso. No roba para lucrarse, sino por un instinto de encariñarse con lo ajeno.
¿Y la banda sonora? Has incluido dos canciones de tu padre, Palito Ortega, en un par de escenas que me parecen clave.
Luis Ortega– La de Corazón contento, que es como más simpática, acá es conocida porque mi padre la interpretó con Marisol. Tal y como sale en la película es una recreación de la actuación de ambos en la televisión. Me encanta esa canción de mi padre, porque para mí es como una celebración de la vida y del amor. En la película funciona para mostrar cómo Carlitos queda cautivado por la música y fascinado porque cree que Ramón se la dedica, hasta el punto de que entra en pantalla. La versión de La casa del sol naciente de The Animals, sí era la columna emocional sobre la que construí la escena en la que suena. Además de todo esto, ¡mi padre nos hizo buen precio! [risas].
En España, la figura de Robledo Puch es completamente desconocida, pero en Argentina forma parte del imaginario popular. ¿Cómo fue la recepción de ‘El ángel’, dado que es una película muy libre?
Luis Ortega– Bien, ¡qué voy a decir! Todo el mundo entendió que es una película libre e inspirada, pero no basada en el personaje de Robledo Puch. Es una cinta muy personal, que no es ni de género ni histórica. Han pasado 50 años y Carlos Robledo Puch no es Gandhi precisamente, así que nos sentimos con libertad para acercarnos a su figura desde otras posiciones. Solo el cine o la literatura son capaces de lograr, con tiempo, desarrollar ficciones que sean más que la historia de un criminal, ir más allá del estereotipo del delincuente malvado.