En 2009, un estudiante de cine llamado Ryan McHenry decidió hacer un cortometraje musical sobre zombies (Zombie musical) que acabó ganando el Premio Bafta al mejor corto del año. Ese éxito –sumado al éxito viral de McHenry en las redes sociales– le brindó la oportunidad de llevarlo al terreno del largo bajo el título de Ana y el apocalipsis, dirigida por John McPhail y que se estrena hoy en las salas españoles después de conquistar los certámenes de cine de género donde ha recalado.
Desgraciadamente McHenry no ha podido ver cómo su heroína, una adolescente que vive en una pequeña localidad de Escocia, se enfrenta a garrotazo limpio a sus vecinos y vecinas, transformados en zombis. El guionista falleció de cáncer en 2015; un fatal suceso que, sin embargo, no frenó a sus amigos y compañeros de equipo, quienes acabaron la cinta como homenaje a su colega y alma mater del proyecto. El resultado es un divertido e inquietante mash-up, entre Gremlins, High-School Musical y El club de los cinco, sobre el que hemos hablado con John McPhail.
‘Ana y el apocalipsis’ nació de un cortometraje de 2010. ¿Cuéntanos cuál ha sido el desarrollo de la película desde entonces y cómo llegas al proyecto?
John McPhail– El corto original lo firma Ryan McHenry, quien junto a Alan McDonald, escribieron el guion del largo. Inicialmente era una película para graduarse en la escuela de cine, y además pasaba en verano. Desde 2010, fecha en que salió el corto, hasta 2015 estuvieron con el desarrollo del largometraje. Ese año Ryan murió (de cáncer), y para Alan fue devastador porque aparte de ser su compañero profesional, era un gran amigo. A partir de ahí, el guion se volvió algo más oscuro. Para entonces, yo me enrolé en el proyecto.
A pesar de ser un musical (de zombis), en ‘Ana y el apocalipsis’ la fatalidad está muy presente. ¿Cómo conjugásteis los distintos tonos sobre los que bascula el filme?
John McPhail– La idea de cómo lidiar con la muerte está en la película. Está en la historia, porque al fin y al cabo habla de este grupo de adolescentes que se enfrenta a la muerte, pero también estaba detrás de las cámaras, porque el equipo de la película se estaba asimismo enfrentando a un duelo. Y yo creo que eso se nota en el tono del filme. Al final, creo que Ana y el apocalipsis es una cinta agridulce. Por una parte, está el lado de la comedia. Hay partes divertidas, ligeras. Y también vemos momentos amargos. En fin, así es la vida en realidad. Y creo que el público puede llegar a conectar de verdad con estos personajes, porque se puede sentir cercano a lo que le sucede a estos chicos.
Los protagonistas de ‘Ana y el apocalipsis’, de hecho, no son los clásicos chicos y chicas de institutos que solemos ver en las películas.
John McPhail– Era uno de los objetivos. Les dije que tenían que ver El club de los cinco, la peli de John Hughes, para que pudieran trabajar bien sus personajes y jugar con ellos para que el espectador cambie su percepción, un poco a la manera de El club de los cinco. Ahí está el personaje del chico malo, el de la chica popular, etc., y cuando acaba la película te das cuenta de que son mucho más que estereotipos. Por otra parte, Alan, el guionista, es profesor de literatura y teatro, y está acostumbrado a tratar con adolescentes y creo que eso se nota mucho en cómo cuida a sus personajes. Además, teníamos muy claro que si nuestro público son los jóvenes millennials, teníamos que tratarlos con respeto y no condescendencia. Es una generación cuya cultura pasa por los medios, a través de dispositivos, hashtags y el mundo de los famosos. El objetivo era reflejar su realidad, del mismo modo que en una película de los años 80 vemos teléfonos, walkmans y otros dispositivos. Estamos en 2018 y estos chicos y chicas se comunican e informan por Twitter.
¿Crees que ‘Ana y el apocalipsis’ está en algún lugar entre ‘The Rocky Horror Picture Show’, el musical de vampiros de los años 70, y las películas de Navidad (inquietantes) como ‘Gremlins’?
John McPhail– Me gustaría mucho que Ana y el apocalipsis fuera el Gremlins de esta generación, así era como la ‘vendíamos’ en los pitches de financiación. Creo que Gremlins es una película divertida y al mismo tiempo muy oscura. Recuerdo la escena en que Kate explica cómo muere el padre, bajando por la chimenea disfrazado de Papá Noel, que creo que es terriblemente oscura e inquietante. ¿Cómo pudieron incluir una escena así en la película? Pues bien, en Ana y el apocalipsis queríamos seguir esa línea.
Teníamos muy claro que nuestro público son los jóvenes millennials y que teníamos que tratarlos con respeto y no condescendencia. Es una generación cuya cultura pasa por los medios, a través de móviles, 'hashtags' y el mundo de los famosos; y el objetivo era reflejar su realidad.
¿Cuál fue la escena musical que más costó rodar? El número ‘Hollywood Ending’ me parece muy fino en términos de coreografía, pero también es cierto que hay otros números rodados en exterior con muchos extras que no deben haber sido fáciles de coordinar.
John McPhail– El número Soldier at War fue sin lugar a dudas el más complicado, por los cambios de tiempo. Está rodado en exterior, y en Escocia, en las fechas que rodamos, el tiempo podía cambiar de repente y en un día puedes llegar a pasar por cinco estados distintos: de lluvia torrencial a día de primavera. Es un número con mucho casting –están todos los zombis–, y cada vez que cortábamos y cambiaba el tiempo, teníamos que comenzar otra vez desde el principio. En términos de adecuarnos al plan de rodaje, esa fue la más difícil. Pudimos solucionar algunos escollo rodando ese número en distintas localizaciones, y por eso es la que menos planos generales tiene. Pero que ese número tenga planos cortos también responde al tono en que se encuentra en ese momento la película. El número anterior, Human Voice, es mucho más íntimo, y en Soldier at War planificamos muy bien el diseño de rodaje.
Los zombis nos dan miedo porque son nuestros seres queridos. Y pueden morderte. Esa agonía, desde que te muerden hasta que te conviertes en uno de ellos, es muy dramática en términos cinematográficos.
Por último, ¿por qué crees que nos provoca tanta fascinación el terror hacia los zombis?
John McPhail– Creo que es una moda y las tendencias van cambiando. En su momento fueron los vampiros o incluso los hombres-lobo. En el caso de los zombis, nos dan miedo porque se trata de nuestros seres queridos. Y pueden morderte. Esa agonía, desde que te muerden hasta que te conviertes en uno de ellos, es muy dramática en términos cinematográficos. También es cierto que el zombi es una figura que permite desarrollar muchos temas. Un ejemplo clásico: George A. Romero utilizó este monstruo para hablar de la alienación del consumo de masas.
Y a vosotros, ¿de qué os ha permitido hablar utilizar la figura del zombi?
John McPhail– Nosotros no queríamos hablar de la amenaza del consumismo, pero sí nos interesaba que se viera esta idea de una generación acostumbrada a la inmediatez, esta generación post-MTV que quiere las cosas ya. Pero eso es una cuestión muy secundaria, porque creo que Ana y el apocalipsis habla de la muerte y de la pérdida, y de cómo los adolescentes se enfrentan a ella por primera vez.