Este viernes se estrena en cines Un asunto de familia, la nueva película como director y guionista del japonés Hirokazu Kore-eda y primera Palma de Oro de su prolífica carrera. La cinta, que ha entrado en la lista de preseleccionadas para la categoría de Mejor película de habla no inglesa de los próximos Oscar, explora temas tan serios como la pobreza, la supervivencia y la mutua necesidad en el seno de una atípica familia de pequeños delincuentes sin lazos de sangre. Pero es además el último filme de Kore-eda con la veterana actriz Kirin Kiki, que fallecía en septiembre de este año a los 75 años. Estas fueron las palabras del autor de After life (1998) y De tal padre, tal hijo (2013) durante el pasado Festival de San Sebastián.
¿Quería desmitificar en Un asunto de familia la imagen que tenemos de Japón?
No era mi intención deshacer un poco la imagen que tiene Japón con el exterior. Pero sí que es verdad que el tema de la pobreza en Japón es algo que el Gobierno oculta y a mí me interesaba mostrarlo. Vivimos en una sociedad donde están aumentando la pobreza y las diferencias sociales; donde hay mucha gente mayor que vive sola y con muy pocos ingresos, que muchas veces necesita una ayuda gubernamental para apenas subsistir... Todo esto es un mundo que creo que apenas se está dando a conocer.
¿Cuáles son los aspectos qué más desconoce Occidente de su país?
Nunca me he planteado mis películas como vehículos para dar a conocer en el extranjero aspectos determinados de la sociedad japonesa. Por el contrario, lo que sí que he querido ha sido que la sociedad japonesa vea de frente una serie de problemas que a menudo no quiere ver. Es el caso de Nadie sabe, donde hablaba de los niños; de esta Un asunto de familia, donde hablo de la pobreza, o de El tercer asesinato, donde hablaba de la pena de muerte. Japón es un país donde no sólo existe la pena de muerte, sino que el 80% de la población la apoya. Es una cosa totalmente anormal. No se le da a la vida humana toda la importancia que se le debería dar. Son todo cosas que están en la sociedad japonesa, que los propios japoneses conocen, pero que prefieren no ver. Eso es lo que a mí me interesa resaltar.
En su filmografía nunca o casi nunca hay victimismo. Sus personajes se aferran a la felicidad por muy momentánea que sea. Los occidentales somos bastante victimistas. ¿Pero los japoneses?
En Japón también existe el victimismo. Por ejemplo, la cuestión de los afectados por los bombardeos de Hiroshima. Todavía hoy quedan secuelas. La cuestión de la II Guerra Mundial... Todavía la sociedad japonesa se ve como víctima y no como agresora en muchos aspectos. Y, al fin y al cabo, el victimismo es algo que une mucho a la gente. Por eso no creo que su ausencia sea algo que se pueda extender a toda la sociedad. Pero sí es cierto que en mi película nunca quise presentar a los personajes como víctimas. El motivo por el que se van juntando no es uno altruista. No empezaron a vivir con la abuela para ayudarla, sino pensando en vivir de su pensión. En cuanto al niño que recogieron, la idea inicial era robar dentro del coche. Pero se encontraron al niño y se lo llevaron. No es ni el cariño ni el altruismo lo que les va uniendo.
Las fronteras entre lo legal y lo justo; entre la traición y la supervivencia; entre el amor y la mutua necesidad de compañía. ¿Por qué quería reflejar estos temas en este último filme?
En cuanto a lo primero, me apetecía introducir el detalle de que lo legal no necesariamente es justo. Por ejemplo, esto se ve muy bien en la segunda parte de la película con la actitud de los policías. Y, por supuesto, tampoco considero que esta familia se comporte de una manera correcta. Lo que quería retratar era la desintegración de esta familia. También me parecía muy poco interesante utilizar solamente el afecto o el cariño para explicar su unión. Como he dicho antes, normalmente es el interés lo que ha primado para que todos estén juntos, aunque luego pueda haber relaciones afectivas entre ellos.
Un asunto de familia es y será su última película con Kirin Kiki debido a su muerte. ¿Qué nos vamos a perder nosotros como espectadores y cómo va a afrontar usted su cine sin ella?
[Kore-eda busca en su móvil y enseña al periodista una foto de él junto a Kirin Kiki durante su visita a San Sebastián en 2016 para presentar Después de la tormenta]. Viendo ahora esta foto, es un recuerdo muy entrañable de cuando estuve aquí con ella. Trabajé con ella por primera vez en Still Walking (2008) y en estos diez años hemos hecho seis películas. Nuestra relación en ese tiempo ha trascendido la que mantiene un director con una actriz. Era una presencia fundamental a la hora de filmar dramas familiares. Si te soy sincero, ahora mismo no sé muy bien cómo afrontar mi próxima película sin ella.