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    'Una mujer maquillada' - CRÍTICA de 'Destroyer. Una mujer herida' (⋆⋆⋆)

    Lo nuevo de Nicole Kidman se estrena en la gran pantalla este viernes 22 de febrero.

    La directora Karyn Kusama, responsable de la brutal La visita (pero de también las infumables Æon Flux y Jennifer's Body) se mete de lleno en el cine policíaco de atmósfera malsana con un thriller que cuenta la historia de esta agente de policía que busca enmendar sus errores. Estos pasos en falso del pasado le han arrastrado a una vida alejada de su hija y de su ex marido en la que los bares y el alcohol están a la orden del día. Para finiquitar esa deuda del pasado que le obsesiona será capaz de todo: desde masturbar a un enfermo terminal a romper los dientes a compañeras de la juventud. Hollywood está plagado de historias de redención. Relatos en los que, sus atormentados protagonistas tratan de enmendar sus errores del pasado tras haber pasado por todo tipo de dolorosas situaciones a lo largo de sus vidas. Destroyer. Una mujer herida se engloba dentro de este cine de antihéroes demacrados que buscan dar carpetazo a los fantasmas que les persiguen. Por lo tanto encontramos a una excelente Nicole Kidman en el papel de una madura agente de policía, que guarda algún oscuro de secreto relacionado con su pasado. Para encarnarla, la intérprete australiana se ha sometido a una gran labor de caracterización. Aquí comienzan los problemas y es que, aunque la interpretación de Kidman es impecable, no acabamos de creernos el personaje con ese maquillaje que recuerda a los Celebrities de Joaquín Reyes en Muchachada Nui. No son pocos los casos similares que se han dado en los últimos años en el celuloide estadounidense, ahí están los casos de Anthony Hopkins (Hitchcock), Gary Oldman (El instante más oscuro) o Idris Elba (Mandela), producciones más o menos interesantes que se ven lastradas por un maquillaje poco creíble

    Resulta complicado empatizar con un personaje de las características de la protagonista de la historia, pese al empeño constante de Kusama por hacernos cómplices de su dolor y tormento. Estamos ante un filme bastante entretenido que se beneficia en gran parte de la estupenda fotografía de Julie Kirkwood (responsable de trabajos como The Monster o Soy la bonita criatura que vive en esta casa) que enfatiza en el tono intenso y profundo de la película. Kusama, sin embargo, se excede en la carga emocional de la película y el filme, adolece en ocasiones del síndrome de “creerse a sí mismo más de lo que es”. En más de una ocasión el espectador puede pensar que la crisis emocional y psicológica de la protagonista no es tan grave como se nos quiere hacer ver en los recurrentes flashbacks que pueblan gran parte del metraje.

    En resumen un drama policíaco bastante entretenido, que quizás peca de excederse en su carga emocional y en su duración, lo que lastra el conjunto final de una producción que no pasará a la historia del cine reciente.

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