El cine de terror: antes y ahora
La saga Saw no es la principal inspiración a la que podría haber recurrido Adam Robitel. De hecho, si hay algún tipo de fuente a la que haya podido acudir el director, esta no se encuentra en la gran pantalla, sino en los libros de Agatha Christe. "Hablamos de relatos, ambientados en los siglos XIV-XV, en los que un grupo de extraños se encuentra en una situación inesperada y deben trabajar juntos". Sería descabellado, en cambio, decir que el cine de terror no ha influido en la carrera del director, que reconoce que Session 9 es uno de sus títulos favoritos. La cinta de Brad Anderson había sido uno de los primeros largometrajes de terror a los que pudo echar un vistazo y, desde ese momento, no pudo olvidarlo.
Es una película que me recuerda a 'El resplandor'. Me encantó que la rodaran en un psiquiátrico en el que habían hecho unas 10.000 lobotomías y del que se decía que estaba encantado. Así que construyeron la historia en torno a este lugar y no al revés. Da mucho miedo y siempre vuelvo a ella como inspiración
Robitel se revela como un amante de clásicos del género como Amenaza en la sombra o, por descontado, el filme en el que Jack Nicholson se pone en la piel de Jack Torrance. Pero hay un título que ha definido su infancia: Viernes 13. "Me crié junto a un lago y de niño me aterrorizaba Jason Voorheees".
El director conoce los títulos que han consolidado al cine de terror tal y como lo conocemos, sí, pero también es consciente de que esa misma concepción está cambiando. Se está produciendo una carrera en la que los cineastas están tratando de dar su propia visión, marcada por cintas de terror psicológico (Déjame Salir), un terror "de contacto" (Un lugar tranquilo) e, incluso, nuevas entregas de sagas clásicas, como La noche de Halloween. Esta nueva oleada no se remite únicamente a la gran pantalla. Ahí está el caso de Black Mirror que, según Robitel, "ha llegado cinco años tarde".
Actualmente hay un gran escaparate de qué significa el terror. Las cintas hablaban antes de hijos adoptivos que tenían algún tipo de desorden paranormal. Sin embargo, los estudios se han dado cuenta del espectro que puede cubrir una película y de lo bien que puede funcionar en taquilla. Creo que si puedes hacer que sea real, que el público se lo crea y todo funcione, el género puede resultar mucho mejor de lo que era
El cameo del director
Su objetivo, pues, era mostrar su propia visión del terror en una película en la que ha hecho un doble trabajo. Además de sus labores tras las cámaras, Robitel tiene un pequeño cameo que no se verá en la versión final del proyecto: una secuencia que tiene que ver con Jason Walker (Jay Ellis), el personaje, a priori, más presuntuoso de la cinta.
"Mi cameo consistía en que el personaje de Jason iba caminando a su oficina, me veía y decía: "Chuck, ¿cómo le fue a tu hija en el partido?". Y yo respondía: "Le fue genial". Quería mostrar que Jason no era únicamente un egocéntrico, sino que conocía los nombres de sus empleados y se preocupaba por ellos y sus familias. Fue gracioso porque mi productor dijo: "Deja de actuar, que no eres bueno". Me entristeció y fue una de las primeras cosas que corté".
El hecho de que Robitel actúe no es algo descabellado. Originario de Boston, comenzó su carrera haciendo pequeños papeles en la gran pantalla como, por ejemplo, en X-Men, donde intervenía como "hombre del teléfono". Pero la vida acabó limitando sus funciones delante de las cámaras. "Me encanta actuar y todo eso, pero solo haría un cameo que no quitara el foco de atención de los actores principales".
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