Lluís Miñarro es uno de los grandes nombres del cine independiente catalán, español, europeo e internacional. Del corazón de su productora han nacido y crecido proyectos como Cosas que nunca te dije (1996), de Isabel Coixet, Honor de Caballería (2006), de Albert Serra, El tío Boonme que recuerda sus vidas pasadas (2011), de Apichatpong Weeresathakul, y otros grandes títulos del cine contemporáneo. Pero sus inquietudes en el mundo del cine no conocen de roles y ahora presenta Love Me Not, su cuarto largometraje, su segundo filme de ficción, como cinta inaugural de la quinta edición de Filmadrid, certamen que arranca esta noche y se extiende en Madrid hasta el 15 de junio.
Presentada mundialmente en el Festival de Rotterdam (IFFR), presente en el LPA Film Festival y en el D'A Film Festival de Barcelona, Love Me Not es otro salto iconoclasta de Miñarro que esta vez se fija en el mito bíblico de Salomé y San Juan Bautista para adaptarlo a las sensibilidades contemporáneas. Protagonizada por una magnética Ingrid García-Jonsson, la cinta sigue a la soldado Salomé, obsesionada con el prisionero Yokanaan (Oliver Laxe, recién ganador del Gran Premio del Jurado de la Quincena de Realizadores de Cannes con O que arde). Su deseo la consume de tal modo que lo llevará hasta las últimas consecuencias. Una propuesta indie que marcará la temporada y que pudimos ver en primicia en el pasado IFFR, donde además tuvimos la oportunidad de hablar con Miñarro sobre Love Me Not y sobre cómo interpela a las nuevas generaciones del siglo XXI.
¿Por qué decides en ‘Love Me Not’ trasladar el mito bíblico de Salomé al entorno contemporáneo y al entorno de la guerra de Irak?
Lluís Miñarro– Para empezar, quería darle una vuelta al mito de Salomé, que ya fue revisitado con mucha potencia a finales del siglo XIX, principios del XX, gracias sobre todo al espíritu provocador de Oscar Wilde, aunque también gracias a la ópera de Richard Strauss, y otras representaciones teatrales o cinematográficas como la de Carmelo Bene (1972) o la del coreógrafo Lindsay Kemp (1977). Ha sido un referente muy del siglo XX y tenía la sensación de que ahora mucha gente lo desconoce porque la Biblia, que es el primero de los cuentos, ya no tiene la influencia que tenía, al menos en las generaciones más jóvenes. Hasta hoy en día, el mito, que siempre se ha considerado muy transgresor por toda la carga sexual que contiene, estaba protagonizado por una mujer, Salomé, y yo he querido darle otra dimensión más de acorde con la actual sensibilidad de género. Este mito también representa un momento de violencia, arrogancia y crueldad, y quería trasladarlo a otro momento más cercano a nosotros pero también de violencia y arrogancia como fue la guerra de Irak, que ha sido un conflicto seminal en la actual situación de Oriente Medio y que ha afectado sobre todo a Europa y no, por el contrario, a Estados Unidos. No es casual, en este sentido, que uno de los soldados se llame Hiroshima y el otro Nagasaki.
Háblanos de tu decisión de contar con Ingrid García-Jonsson como esa Salomé misteriosa de ‘Love Me Not’.
Lluís Miñarro– A la hora de contar con un actor o una actriz siempre me fijo en sus físicos, y en cómo encajan sus cuerpos en el resto de elementos compositivos de la película: paisaje, vestuario, etc. Obviamente, los actores son algo más que un elemento decorativo, pero su componente físico, o su presencia, me interesa mucho. En el caso de Ingrid, tiene dos valores muy importantes: para empezar, en el momento en que arrancamos la producción aún no era tan conocida; y segundo, creo que su físico encarna muy bien el físico contemporáneo, como si de alguna forma representara a la juventud de ahora, más ambigua o, si lo prefieres, menos definida sexualmente que generaciones anteriores, donde el macho era el macho y la mujer, también tenía una sexualidad más marcada. Creo que ahora todo tiende a unificarse más, estamos más próximos. Y el físico de Ingrid me evocaba, en este sentido, una idea de androginia que era perfecta para el enfoque de la película.
En físico de Ingrid encarna muy bien el físico contemporáneo, como si de alguna forma representara a la juventud de ahora, más ambigua o, si lo prefieres, menos definida sexualmente que generaciones anteriores; y esa idea de androginia era perfecta para el enfoque de la película.
¿Cómo se te ocurre hacer del profeta un terrorista islámico, dado que el mito original es judío?
Lluís Miñarro– Hay unos cuantos elementos transgresores en la película, como algo anárquicos. No quería hacer una película previsible, sino que una que llevara al espectador de un lado al otro. En el caso del profeta, que está interpretado por Oliver Laxe, tenía que ver con ese vínculo con la actualidad. Además, Laxe posee cierta aura porque tiene cierta filiación con el pensamiento sufista y ha vivido en Marruecos… No puedo negar que hay algo de provocación en ello, pero si te fijas, la película no deja títere con cabeza. Está la puesta en solfa de la Biblia, el tema del imperialismo, ese cuestionamiento de la sexualidad convencional o de la religión, en el sentido de que también puede ser una forma de fanatismo terrorista.
Los diálogos que puntean la historia principal de ‘Love Me Not’, a través de secundarios como los soldados o los invitados a la fiesta, abordan precisamente todas estas ideas de provocación que acabas de comentar. Funcionan un poco como el coro griego de las antiguas representaciones de teatro clásico.
Lluís Miñarro– Completamente. Además, estos tres personajes que aparecen en la cena podrían ser un poco como los tres reyes magos, y cada uno dice la suya, se contradicen, pero todos lo que dicen puede verse de varias maneras. Estos personajes también ayudan a poner en escena esa ambigüedad que he querido trabajar, porque todos tenemos ideas fijas y creencias que pensamos que son inmutables pero con el tiempo te das cuenta de que son fáciles de desmontar.
En 'Love Me Not' he querido trabajar la idea de ambigüedad, porque todos tenemos ideas fijas y creencias que pensamos que son inmutables pero con el tiempo te das cuenta de que son fáciles de desmontar.
Hablas de transgresión, pero la estructura de la película se ciñe a una estructura bastante clásica del relato: dos actos, escenarios fijos, etc. ¿Querías jugar con ese contraste?
Lluís Miñarro– En realidad, me interesaba jugar con los tonos. Quiero decir, la primera parte es más naturalista y ahí se explora la cuestión política de la historia de Love Me Not. En cambio, la segunda parte es un melodrama, con el conflicto familiar, y que se resuelve de un modo más enfático, podríamos decir, más cercana al cine de Douglas Sirk o R.W. Fassbinder. Más decadente, si lo prefieres. De todos modos, no he hecho una película anclada en lo teatral, sino una cimentada en las imágenes.
Como ‘Stella Cadente’ (2013), en ‘Love Me Not’ vuelves a jugar con las anacronías en la puesta en escena: canciones pop, referencias a otras épocas de la historia, etc. ¿Qué te atrae a la hora de trabajar estas diferentes temporalidades?
Lluís Miñarro– Me gusta pensar el tiempo como una ficción. Está claro que en la vida real estamos sometidos a las constantes del tiempo y el espacio, pero estoy convencido de que nuestra idea del tiempo como humanos no tiene nada que ver con la manera en que otros seres lo perciben. En todo caso, me parece un gran reto jugar con el tiempo y el espacio en el cine. No he sido el único, claro, porque lo del juego con las anacronías y con la idea de que el tiempo es relativo está en cineastas como Jacques Torneur o Apichatpong Weeresathakul.
Rodaste ‘Love Me Not’ en México. ¿Cómo fue rodar en el desierto de ese país? Imagino que debió de ser complicado, porque además al ver la película se aprecia el grado de producción.
Lluís Miñarro– Necesitaba un desierto y estaba claro que no podía irme a rodar a Irak. También podría haber rodado en España, pero resulta que no encontré financiación porque el ICAA tumbó hasta tres veces la película. Por fortuna, di con un productor mexicano, Julio Chavez Montes, y que ha sido fundamental en la película. Love Me Not, en este sentido, ha podido verse también en el FICUNAM y tiene distribución en ese país. En fin, a veces me es más fácil moverme en entornos internacionales que en mi país.