Tras Mañana empieza todo, Hugo Gélin lleva a la gran pantalla Amor a segunda vista, una comedia romántica que llega a las salas de cine el próximo 9 de agosto para hacernos reír y llorar a la vez.
El filme sigue la historia de amor de Raphäel (François Civil) y Olivia (Joséphine Japy), que se ve corrompida por el éxito de él y el fracaso de ella en el mundo laboral. Mientras que Olivia se quedó a mitad de camino y no pudo cumplir su sueño de ser una gran pianista, Raphäel se ha convertido en un exitoso escritor. Un día, él se despierta y toda su vida ha cambiado por completo. Ya no está casado y ahora es un escritor fracasado que da clases de filosofía en un colegio de secundaria. Ha perdido a Olivia, que ahora es un exitosa pianista, y lo más importante: ella no le recuerda. Junto a su amigo Pierre (Benjamin Lavernhe), Raphäel tendrá que descubrir en qué momento tiró la "ficha Dominó" que desencadenó aquel universo paralelo para recuperar a su mujer.
En SensaCine hemos podido hablar con el director francés sobre qué es esencial a la hora de hacer una comedia romántica, qué tenía en mente cuando fichó a sus actores protagonistas y sobre el concepto de alma gemela.
Gélin afirma que con Amor a segunda vista ha querido "contar una historia de amor, una comedia auténtica". Para él, en el cine francés, a menudo se produce el error de olvidar que una película de este género está compuesta de dos términos:
Si solo hacemos una comedia, se convierte una farsa. Si hacemos una película romántica, termina siendo aburrida. Yo quería respetar los dos términos y hacer una película completa para este género americano tan valioso para mí, con directores como Richard Curtis
Gélin desvela que lo que más le gusta del drama es que de ese género salen cosas muy divertidas. De hecho, admite que le pareció gracioso hacer una comedia romántica en la que uno de los dos protagonistas lo perdiera todo. "[Quería transmitir] esa angustia vital que yo siento, en la que a menudo me pregunto qué habría sido de mí sin esas personas tan importantes en mi vida: sin mi mujer, sin mis amigos, sin mi familia..."
Ante la pregunta de si realmente cree en el destino, el director francés esboza una sonrisa y asiente:
Sí. Sí creo en el destino. En esta historia quería hablar de alguna manera del concepto de "alma gemela", que es encontrar a una persona importante para uno. Raphäel, en el universo paralelo, tiene la suerte de poder controlar el destino al final y tomar una decisión diferente y cambiarlo
En cuanto al reparto de la película, Gélin afirma estar muy contento y satisfecho con el resultado aunque, tanto François Civil como Joséphine Japy, no sean caras muy conocidas en el panorama cinematográfico.
No quería actores que fueran muy conocidos. Quería unos actores que fueran el vehículo de la historia. François Civil era un actor carismático, emocionante, serio y, para mí, es un gran actor. En cuanto a Josephine Japy, era una persona muy accesible con la espectadora, con la que podía identificarse rápidamente
Sin embargo, a pesar del gran trabajo de Japy, a quien el director compara con su adorada Audrey Hepburn por su elegancia, también confiesa que fue complicado tomar la decisión de quién interpretaría a Olivia, ya que su personaje tiene dos vertientes personales y circunstaciales bien diferenciadas. Tal y como se muestra en la película, la mujer de Raphäel se presenta, por un lado, como una joven acostumbrada a vivir a la sombra de su marido y, por el otro, como una famosa pianista que le resulta totalmente inaccesible a Raphäel.
Gélin también tuvo muy presente qué características debía tener el actor que diese vida a Pierre, el mejor amigo del protagonista. Y qué mejor que una amistad en la vida real para que también lo sea en la gran pantalla.
Y en cuanto al dúo de amistad, elegí a Benjamin Lavernhe porque François Civil y él son amigos en la vida real, y yo buscaba esa veracidad de la acción, del diálogo; que se notara que se conocen
A sus 39 años, Gélin ya ha dirigido cuatro películas, todas ellas rozando la comedia, el drama y el amor. Como parte de una familia de actores y actrices, a los siete años participó en dos películas: Luna de miel (1985) y mientras haya mujeres (1987). No obstante, el director confiesa que siempre ha preferido estar a la sombra, detrás de la cámara.
Ante la pregunta de si prefiere el amor a primera o a segunda vista, Gélin añade:
Yo soy más de amor a primera vista. Es más importante y más real. La vida no es el cine. Lo que le pasa a Raphäel es que vive una pesadilla. Su mujer ya no le reconoce, sin embargo, es una oportunidad para volver a reconquistarla
Sobre estas líneas, no te pierdas el tráiler de Amor a segunda vista.