Yo nunca he sido (ni soy) una chica muy Disney. No tengo recuerdos de ver una y otra vez El rey león, La sirenita o Aladdín. No me sé ninguna canción entera y me pierdo un poco entre los interminables secundarios de la casa de Mickey Mouse. Lo sé. No tengo infancia. En su lugar, pasaba los días viendo Este chico es un demonio (1990) sin parar y aún me pregunto cómo mis padres me dejaban verla. Sin entrar a valorar su calidad cinematográfica -que es bastante baja. Si no, no podría formar parte de este #EraMalaPeroMeGustaba-, reconozco que es una película que no pasaría la prueba de las asociaciones de padres y madres hoy en día. De hecho, es posible que estuviesen más que escandalizados.
Como muchas veces ocurre, la realidad supera la ficción y este podría ser uno de esos casos, ya que Este chico es un demonio se basa ligeramente en un caso real. Los guionistas revelaron en 2014 que la inspiración para escribir el libreto les llegó después de leer una noticia en la que unos padres de California adoptaron un niño con tendencia violenta y, como ellos mismos declararon, convirtió su vida en "una pesadilla". Este suceso, que muchos podrían relacionar con una película de terror, sirvió para crear una cinta con poco éxito entre los críticos pero con una sorprendente buena acogida en taquilla. Llegó a recaudar más de 70 millones de dólares en todo el mundo, una cifra bastante más alta de lo que esperaba el estudio.
Lo primero que se me viene a la cabeza al pensar en la cinta dirigida por Dennis Dugan es esa escena en la que Junior (Michael Oliver), disfrazado de un pequeño demonio, destroza la fiesta de cumpleaños de una niña de su vecindario: tira los regalos a la piscina, corta una trenza a una invitada, llena la piñata de pepinillos... Volviendo a recordar el largometraje, me he dado cuenta de que es una secuencia que resume muy bien la esencia de la cinta. Junior intenta hacer nuevos amigos pero ve cómo todos los invitados a esa fiesta -niños y adultos- le rechazan. Acostumbrado a que le vean como el 'malo', reacciona destrozándole el cumpleaños a esa pequeña repelente a la que todos odiamos.
Hay una razón evidente por la que nos gustaba tanto cuando éramos pequeños: hacer el mal es más divertido que portarse bien. Este chico es un demonio era una declaración de intenciones contra todas esas normas que nos imponían los adultos y que tanto nos costaba aceptar. Porque, admitámoslo, lo convertían todo en un aburrimiento. Con una madre superiora como la que tiene que aguantar Junior -que casi recuerda a la señorita Trunchbull de Matilda-, cualquiera de nosotros desearíamos hacerle la vida imposible.
La película no engaña a nadie. Es tan mala como su protagonista -por si se nos olvidaba que era un pequeño Satanás, la banda sonora nos lo recuerda constantemente con canciones como 'Bad to the Bone' y 'Born to be Wild'. Pero es lo bastante entrañable como para aguantar el paso del tiempo. Ahora, viéndola con ojos de adulto, entiendo mejor ese mensaje que hay en el trasfondo de la película y hasta me parece ver una crítica muy sólida al sistema educativo. ¿Tengo demasiado apego a mi infancia o me estoy volviendo loca?
¿Una película para niños o para adultos?
Actualmente, su estreno provocaría una gran polémica. Pero en su día llegó a los cines estadounidenses con una calificación para todos los públicos. De este modo, niños de todas las edades podían aprenderse diálogos como los míticos "- ¿De que te ríes? - De ti, que eres gilipollas" o "Eres peor que una puta refinada" y deleitar a sus padres con lo que habían aprendido. Los pequeños espectadores también podían salir del cine un poco confusos respecto al nivel de bromas que podían gastar, ya que el protagonista pasaba de la pequeña trastada al intento de asesinato en un visto y no visto. En una escena está poniendo una rana en el ponche de una fiesta y en otra atrae a un oso pardo hacia una hoguera donde varias familias se reúnen para pasar una noche tranquila. Es posible que el tono esté un poco desequilibrado.
En realidad, hay una razón detrás por la que el humor pasa tan rápidamente de ser una comedia para adultos a un filme infantil. La idea original de Scott Alexander y Larry Karaszewski, guionistas de la película original y productores de otras entregas de la franquicia como la serie de animación de 1993 -yo también me acabo de enterar de que este proyecto existe-, era hacer una comedia negra para adultos al estilo de Baby, tú vales mucho o Dulce hogar... ¡a veces! Sin embargo, el estudio quería hacer algo dirigido al público infantil y les obligó a realizar múltiples cambios, lo que dio lugar al filme que todos conocemos, lleno de altibajos.
Es normal espantarse un poco con la película. La comedia ha cambiado mucho en estas tres décadas que han pasado desde que se estrenó. Este chico es un demonio llegó justo cuando terminó la década de los 80, una época en la que el cine se llenó de películas para toda la familia (Cazafantasmas, Los goonies, Regreso al futuro...). En 1990 -año en que se estrenó la cinta- reinaban las comedias románticas, pero comenzaban a asomar otros títulos más 'macarras' como El mundo de Wayne y, poco después, Austin Powers. En décadas posteriores, este género fue olvidando el cine familiar y se centró en juergas adolescentes y fiestas salvajes como Resacón en Las Vegas y Supersalidos. Ahora que echamos la vista atrás, cuesta ver una comedia tan gamberra de boca de un niño de siete años.
Una crítica al sistema educativo
Pero lo que más me ha sorprendido al volver a verla es que, con casi 30 años, me ha hecho reflexionar de manera inesperada. En términos generales, Junior es castigado simplemente por comportarse como un niño y el verdadero problema está en los adultos con los que ha tratado hasta el momento, los cuales han ido causándole diferentes traumas con cada nuevo abandono. Como vemos al comienzo de la cinta, las familias por las que ha pasado no le han dado la atención suficiente y han decidido volver a abandonarlo cuando las cosas se ponían un poco difíciles. Al final, llega a un orfanato regentado por unas monjas que vuelven a tratarle como si fuese la verdadera reencarnación del demonio y no pudiesen hacer nada por él. ¡Con siete años!
Junior es un incomprendido. Cuando está arruinando la fiesta de cumpleaños de su vecina es porque ella no le ha dejado participar en la fiesta y ver al mago; cuando provoca un incendio en su habitación es porque su abuelo ha gritado que la adopción es una mala idea sabiendo que el pequeño iba a escucharle. ¿Hay formas mejores de arreglar las cosas? Sí, pero no se tiene mucho sentido de la justicia cuando apenas tienes siete años y has pasado toda tu vida siendo rechazado por personas que, supuestamente, tenían que cuidar de ti. En fin, intensidades aparte, sigo preguntándome cómo mis padres me dejaban consumir obsesivamente Este chico es un demonio. De la segunda parte ya hablamos mejor en otra ocasión.