Ad Astra, la nueva película dirigida por James Gray y protagonizada por Brad Pitt, ha puesto sobre la mesa las incógnitas sobre el espacio que siempre han intrigado a la humanidad. Roy (Pitt) es un joven astronauta que se embarca en una misión en busca de vida inteligente en Neptuno, el planeta al que se dirigía su padre justo antes de desaparecer hace más de veinte años. Pero esa búsqueda por descubrir si hay algo más allá no es una mera inquietud de la ficción y, aunque por ahora el hombre sólo ha llegado a la Luna, parece que no queda tanto para que termine haciendo lo mismo con Marte, el planeta rojo.
La historia de los viajes al espació comenzó con Apolo XI, cuando el mítico Neil Amstrong pisó la Luna por primera vez. Desde entonces, la NASA no se ha cansado de buscar la manera, no solo de volver, sino de aventurarse más allá y visitar otros planetas en busca de un hábitat viable donde pudiera darse la vida. Pero, desde el intento del Apolo XIII en 1970, que se vio frustrado por un accidente imprevisto, no se ha vuelto a pisar el satélite lunar.
Por suerte, no queda tanto para que nuestros astronautas se aventuren de nuevo al espacio. Los preparativos para el anunciado viaje tripulado a Marte ya están en marcha, y en SensaCine hemos tenido la oportunidad de hablar con dos grandes expertos en la materia: Iñigo Muñoz Elorza, astronauta análogo e instructor; y Gabriel G. De la Torre, profesor en el laboratorio de Neuropsicología de Cádiz que también trabaja para la NASA elaborando perfiles psicológicos para la selección de los astronauta.
Como bien muestra la película, los viajes a otros planetas no son nada sencillos y para ello es indispensable un buen entrenamiento de los astronautas candidatos. El viaje más corto al planeta rojo tendría una duración de ocho meses de vuelo. A ello se suman otros tres meses de estancia mínima allí y el vuelo de retorno. Por lo tanto, una misión que fuera sólo de ida y vuelta a Marte significaría un año y medio en la vida de un astronauta.
Muñoz Elorza repasa las cualidades más importantes en el momento de la selección, tales como la condición física, la capacidad analítica y de aprender cosas nuevas con rapidez y el manejo de la tensión y el estrés. El entrenamiento inicial para un astronauta es de dos años. Una vez es seleccionado para una misión, recibe un nuevo entrenamiento específico, que consiste en clases teóricas y prácticas de astrobiología, geología y sistemas, robótica, primeros auxilios, supervivencia y vuelos parabólicos en una piscina de flotabilidad neutra.
Con respecto a los perfiles profesionales más comunes entre los astronautas seleccionados son bastante variados."Tenemos desde médicos, pilotos militares, geólogos, ingenieros de materiales...", explica Muñoz.
En principio, la misión de Marte está programada para 2030, aunque Muñoz no es tan optimista y asegura que, tal vez, no se producirá ese año, sino que debemos pensar que ocurrirá a lo largo de esa década. Además, se estima que la estancia de este viaje será de, al menos, 3 años. Los astronautas que sean seleccionados para este viaje histórico deberán enfrentarse a un clima que ronda los 63 grados bajo cero y una sensación de gravedad un 62, 5% menos que la que tenemos aquí en la Tierra.
Todo ello, hace que sea necesario un análisis exhaustivo de los perfilles psicológicos de los candidatos. El doctor Gabriel G. De la Torre hace especial hincapié en el alto nivel de aislamiento con respecto a la Tierra que tendrán que asumir los astronautas, para lo que considera indispensable una gran autonomía y rapidez, además de un carácter resolutivo:
Al estar tan lejos, la tripulación no puede esperar una respuesta de la Tierra y habrá momentos en los que tendrán que tomar decisiones difíciles por sí mismos
Siguiendo la línea de los efectos psicológicos que podrían surgir de este aislamiento, se han creado los llamados Space Analogs, unas bases preparadas para estudiar y analizar las consecuencias de este confinamiento en ambientes extremos. Algunas de ellas son el Hera, el Hi-Seas, el Mars 500 Nek/Sirius, el Nemo y el Concordia. Aunque recrear las condiciones de Marte con exactitud resulta prácticamente imposible, se han ideado unos ambientes análogos que sirven de referencia a los astronautas y se emplean para su entrenamiento.
Una de las cosas que deberán solucionar antes de 2030 es la comunicación. Todavía no se han desarrollado sistemas para que los futuros tripulantes puedan establecer conexión con la Tierra de manera rápida y eficaz. Por el momento, la previsión es que esos mensajes entre ambos planetas se transmitan por satélite, pero es muy probable que la respuesta tarde más de veinte minutos en viajar entre esos dos puntos, algo que complicaría la comunicación con el equipo que se queda aquí y, por supuesto, con sus familiares.
El día a día de un astronauta
La vida en el espacio no es nada fácil, sobre todo cuando convives durante meses en una nave. De hecho, esta sensación de encierro y aislamiento es la razón de que tengan que someterse a análisis psicológicos diarios. En el evento organizado por Century Fox, algunos privilegiados tuvimos la suerte de experimentar esa sensación de silencio y soledad absolutos en una cámara anecoica. Las paredes de este espacio se encuentran recubiertas de una espuma que aisla completamente del ruido exterior. Al apagar la luz, la sensación es la de estar en el vacío, en mitad de la nada. Un silencio tan sepulcral en el que puedes, incluso, escuchar los latidos de tu corazón. Esta es la razón por la que no se puede permanecer demasiado tiempo en ella. Según los expertos, una persona que no ha sido entrenada para ello no aguanta más de un minuto y medio. Si se sobrepasa ese tiempo, el cerebro comienza a colapsar y a desubicarse en tiempo y espacio con la realidad. Este es uno de los efectos que empieza a sufrir nuestro protagonista de Ad Astra, que se explica en la película a través de exámenes psicológicos.
Para mantener la mente ocupada y, sobre todo, la estabilidad psicológica de los astronautas, se elaboran unos 'planning' diarios de tareas a realizar por cada uno de ellos. Esta rutina tan estricta tiene un 'efecto rebote' cuando los astronautas vuelven a la Tierra, según advierte Muñoz: "Después de meses, o incluso años, en los que cada hora de sus vidas ha estado programada, se sienten extraños al regresar a casa y tener la libertad de elegir lo que van a hacer en su día a día", explica.
¿Hay vida más allá?
Hay una pregunta que se hicieron nuestros antepasados y que, a día de hoy, todavía sigue en el aire: ¿Estamos solos?
El Instituto de Investigación de Señales Extraterrestres (SETI) aún no ha captado ningún indicio de ello, pero eso no quiere decir que no haya vida -ya sea inteligente o no- en otros planetas. Tanto De La Torre como Muñoz, coinciden en su opinión. No sólo creen que no estamos solos, sino que ven factible el hecho de que, en un futuro, la humanidad habite otros planetas. En referencia a este punto, Muñoz plantea otro interrogante:
Lo que es difícil de prever es cómo afectará eso a la gente que esté mucho tiempo fuera, cómo cambiaremos. Si después de vivir varios meses en Marte, sigues siendo igual que cuando estabas en la Tierra o desarrollas otro tipo de comportamiento
Ad Astra aterriza en cines el próximo 20 de septiembre. La cinta de ciencia ficción nos mostrará la otra cara del espacio por medio de Roy, un joven astronauta que se embarca en la misma misión en la que su padre, Clifford McBride (Tommy Lee Jones), desapareció hace más de 20 años sin dejar rastro. Su objetivo es encontrar vida extraterrestre en el planeta Neptuno, así como algunas respuestas que resuelvan las incógnitas de su pasado.
Si te has quedado con ganas de más, sobre estas líneas tienes el tráiler de la película.