Un día antes de su estreno en 'streaming', Netflix ha enseñado en Sitges a modo de filme inaugural -gran triunfo de la plataforma, En la hierba alta, una adaptación del relato homónimo coescrito a cuatro manos entre Stephen King y Joe Hill (padre e hijo, a estas alturas ya lo debería saber todo el mundo), que ha adaptado para la gran pantalla y dirigido por Vincenzo Natali, realizador norteamericano, viejo conocido del festival, que se alzó con el máximo galardón del certamen hace ¡22años! (qué viejo estoy) con su ópera prima: Cube(1997). Natali, cineasta de carrera apegada al género plagada de altos -Cypher (2002)-, medios -Splice: Experimento mortal (2009)- y bajos golpes -Haunter (2013)-, llevaba ya años afincado en la dirección televisiva al servicio del mejor pagador posible: Hannibal, Luke Cage, American Gods, The Strain… y su regreso a la gran pantalla (es un decir: Netflix ensancha la pantalla del hogar, pero no tendrá estreno en salas) está en la línea de otras adaptaciones de Stephen King llevadas a cabo por la poderosa plataforma: 1922 (2017) y El juego de Gerald (2017).
Tiene su gracia pensar en Netflix como refugio de los cineastas de serie B, o netamente fantásticos, a modo de la filosofía de videoclub de los años 80. La apuesta del canal por el cine fantástico (y el anime, por ejemplo) es clara y digna de aplauso. Obviamente, en la variedad está el gusto, e igual uno encuentra locurones tan deliciosos como la serie Devilman: Crybaby (2018), la última película de Sion Sono (The Forest Of Love) o nuestra protagonista: En la hierba alta, relato agorafóbico sobre un puñado de personajes atrapados en un campo mutable en el espacio y en el tiempo con ganas de devorarlos a todos.
La película de Natali tiene mucho de huis clos: una familia (padre, madre, hijo pequeño), una pareja de hermanos (ella embarazada) y el padre huidizo de la criatura, se pierden en un jardín del averno donde las leyes físicas y temporales se dinamitan según le convenga a la roca-monolito guardiana de las esencias del mal. El 'thriller' psicológico está bien servido, principalmente, porque Natali sabe cómo poner en escena la asfixia y la paranoia de un espacio que es el verdadero protagonista de la película. Los tallos verdes que atrapan y les roban el campo visual a los protagonistas juegan con el espectador a la hora de decidir qué mostrar y qué no. Creando una atmósfera que acabará por derivar en terror físico y que viene a confirmar aquello de que para hacer una buena película sólo hace falta una idea original y alguien que sepa mover la cámara ad hoc. Película pequeña, interesante y sugestiva, En la hierba alta no viene a cambiar la historia del género ni la historia de las adaptaciones de Stephen King. Pero demuestra a las claras que para respetar al maestro no hace falta gastarse tropecientos millones, sólo tener olfato e ideas claras.
'3 From Hell': la tercera de de Los Renegados
Rob Zombie nos ha entregado la tercera película de la saga de los Renegados, aquella que empezara con la flipante La casa de los 1000 cadáveres (2003), siguiera con la aún mejor Los renegados del diablo (2005) y finiquita (al menos, sobre el papel, que esto da para un decálogo) con 3 From Hell, donde sustituye al fallecido Sid Haig (Captian Spaulding, en la ficción) por otro colega del 'bunch': Richard Brake, al que ya le vimos encajar perfectamente con el universo Zombie en la, por otro lado, fallida 31 (2016). La película arranca allá donde acababa Los renegados del diablo; noticiarios de los años 70 nos cuentan el devenir del trío protagonista -Baby (Shery Moon Zombie), Otis (Bill Moseley) y Spaulding- tras recibir decenas de balazos y acabar en el corredor de la muerte. He ahí lo más interesante de la película (dura poco), la fascinación del pueblo por unos asesinos desmadrados en rima abierta al culto pop que alcanzó la familia Manson a través de un periodismo televisivo que, con los años, no ha hecho más que empeorar.
La película se divide en dos grandes segmentos: la cárcel y fuera de la cárcel. O lo que es lo mismo: la fuga de Otis, ayudado por su hermano, y su plan sanguinario para sacar de la cárcel a Baby, y la posterior huida a México (con el consiguiente baño de sangre), más cercano todo a Desperado (1995) que a Grupo salvaje (1969). Zombie regurgita el cine exploit para hacer de la ultraviolencia, el humor negro y el cuerpo femenino desnudo (más que el sexo en sí) sus momentos estelares. No hay sorpresas en la estética del ex metalero, sólo un 'body count' bastante majete, pese a lo previsible del mismo. El momento estelar de la cinta pasaría por Baby persiguiendo cuchillo gigante en mano a una mujer desnuda por un jardín residencial y su consecuente final mientras una vecina anciana lo contempla en su hamaca. No cambiará el estado de las cosas, pero puede ser la mejor película de su director desde The Lords of Salem (2012) -esa sí, una grandísima película de terror.