Cuando Pedro Almodóvar recogía el León de Oro honorífico en la Mostra de Venecia del pasado septiembre de 2019, dijo que ese reconocimiento era "un acto de justicia poética". La Mostra le entregó ese galardón recordando que Almodóvar estuvo a punto de lograr el gran premio en la edición de 1982, cuando el cineasta presentaba Entre tinieblas, su segundo largometraje, y de ahí las palabras del manchego. Porque a Pedro Almodóvar, a pesar de ser unas de las grandes figuras del cine contemporáneo global y de los muchísimos premios que se le han otorgado y que ha logrado, hay varios que aún se le resisten: la Palma de Oro en Cannes o el Oscar al Mejor director o a la Mejor película.
Con Dolor y gloria, es más que probable que el cineasta manchego logre su quinta nominación al Oscar de Hollywood, la tercera en la categoría de Mejor película extranjera, y reconocimiento que supone la penúltima parada en el camino de una largometraje que ha cautivado tanto en nuestras salas como en las internacionales. Protagonizada por un Antonio Banderas magnífico, quien ha logrado mimetizarse en el alter ego del director, Dolor y gloria es asimismo la película más personal del manchego, en la que expone a corazón abierto sus miedos, anhelos, frustraciones y esperanzas bajo la forma de una ficción en la que resuena con fuerza su biografía.
Ahora, a las puertas de las nominaciones de los Premios Oscar y tras un 2019 clave del cineasta –estreno de Dolor y gloria; premio para Antonio Banderas en Cannes por su papel en esa película; León de Oro honorífico en Venecia; 70 aniversario–, repasamos la trayectoria del cineasta para recordar porqué es uno de los nombres propios imprescindibles del cine español y de la historia del cine.
De 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón' a 'Matador': los 80 de Almodóvar
El primer cine de Pedro Almodóvar es sinónimo de la España de los 80, con sus transformaciones y contradicciones, aunadas en lo que vino a ser la movida madrileña. Por una parte, encontramos sus películas de corte más punk y disparatadas, como su debut en el largo Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) o Laberinto de pasiones (1982), además de otros tanteos de transgresión con el género, como el melodrama Entre tinieblas (1983), el drama neorrealista camp practicado en ¿Qué he hecho yo para mecer esto? (1984) o el drama romántico Matador (1985), sobre dos personas movidas por el deseo de amar y de matar. Matador sería su primera colaboración con Antonio Banderas, que continuaría hasta hoy día.
Banderas también aparece en La ley del deseo (1987), película de tintes autobiográficos que narra el triángulo amoroso entre un director de cine, su ex pareja y un joven cinéfilo (Banderas). Se trata de uno de los filmes más personales e indispensables de la filmografía del manchego y de los que contiene escenas míticas de su imaginario, como la secuencia de Carmen Maura regada con una manguera en una noche de calor veraniego madrileño.
La consolidación: de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' a 'Carne trémula'
Pedro Almodóvar llegó a las puertas de Hollywood con una de sus comedias más hilarantes y celebradas, Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), que supuso, por otra parte, un dilatado punto y aparte en su relación con Carmen Maura. La película, con más de 3 millones de espectadores en nuestro país, logró el premio al Mejor guion en Venecia y la nominación al Oscar a la Mejor película de habla no inglesa, entre otros galardones, y le abrió las puertas al circuito internacional, que desde entonces le adora con veneración.
Tras ¡Átame! (1989), nueva colaboración con Banderas y primera con Victoria Abril, además del Premio Nacional de Cinematografía –recibido en 1990–, llegaría Tacones lejanos (1991), un absorbente largometraje de corte maternofilial protagonizado por Abril, Marisa Paredes y con un Miguel Bosé antológico. Fue uno de los primeros pasos del cineasta en el melodrama de herencia sirkiana y su primer gran éxito en Francia.
Kika (1993), con Verónica Forqué, no lograría, sin embargo, el entusiasmo de la crítica, que sí le devolvió La flor de mi secreto (1995), en la que una escritora llamada Leo Macías (Marisa Paredes) trata de superar una ruptura sentimental y una crisis creativa, potenciada por las exigencias de sus editores. Carne trémula (1997), un noir de miras muy clásicas protagonizado por Liberto Rabal, Francesca Neri y Javier Bardem en un triángulo amoroso que funciona asimismo como un espejo inmejorable de la España de la década de los 90.
La madurez y los premios: de 'Todo sobre mi madre' a 'Volver'
Con el final del milenio llegó también una de las películas más exitosas de Almodóvar, Todo sobre mi madre (1999), que concursó en el Festival de Cannes, sin lograr la Palma de Oro, y que sí consiguió el Globo de Oro y el Oscar a la Mejor película extranjera, en uno de esos momentos antológicos de la historia de los premios, con Penélope Cruz y Antonio Banderas gritando el nombre del cineasta al unísono. Todo sobre mi madre narra el duelo de una madre incapaz de superar la muerte del hijo, y es un recital de interpretaciones femeninas, de Cecilia Roth a Penélope Cruz y Marisa Paredes.
La buena estrella de Almodóvar se afianzó con Hable con ella (2002), por la que logró dos nominaciones a los Oscar, guion y dirección, y volvió a Madrid con la estatuilla de la primera candidatura. Más oscura que la anterior pero igual de personal, Hable con ella es también una exploración de la paternidad/maternidad a partir, no obstante, de un hecho aberrante: una violación. Las zonas turbias de la moral humana son un tema habitual en sus historias, y en La mala educación (2004), de nuevo un largometraje que se movía en el terreno del noir, Almodóvar recordaba algunas vivencias de su pasado para rendirle cuentas y ofrecer, en suma, una de sus películas más penumbrosas.
En Volver (2006), el cineasta también regresa a ciertos terrenos de su memoria en la que es su película más premiada y más aplaudida. Con una Penélope Cruz memorable, liderando un reparto donde también destacaban Chus Lampreave y Carmen Maura, Volver logró el premio a la mejor actriz en Cannes para Cruz, compartido con el resto del reparto femenino; y del cielo francés, donde también ganó el premio al Mejor guion, subió a la estratosfera cinematográfica: Premios Goya, Premios del Cine Europeo, Premio César, y de nuevo, paseo por la alfombra roja de los Oscar para celebrar la nominación a la mejor actriz para Penélope Cruz. Además, en 2006, Almodóvar fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
El camino hacia 'Dolor y gloria': de 'Los abrazos rotos' a 'Julieta'
En el recorrido hacia y a lo largo de la segunda década del siglo XXI, Almodóvar ha continuado experimentando con el género cinematográfico, refinando su estilo hasta la depuración absoluta que supone su último largometraje, Dolor y gloria. En Los abrazos rotos (2009), regresaba al melodraba de arraigo sirkiano para contarnos una devastadora historia de amor protagonizada de nuevo por una Penélope Cruz en estado de gracia; mientras que con La piel que habito (2011) se acercó al noir aunque aquí teñido de elementos fantásticos en una cinta en la que se reencontró con Antonio Banderas, también fabuloso en el rol de un mad doctor atormentado por la muerte de su mujer e hija.
Y si en Los amantes pasajeros (2013) Almodóvar retomaba la comedia excéntrica que practicó en sus primeras películas para hablarnos de la crisis económica con los pasajeros de un avión como trasuntos de la sociedad española, en Julieta (2016) volvió al melodrama para ahondar, otra vez, en la maternidad frustrada, en un relato de ecos del Ingmar Bergman más intenso. “Julieta es la película más tenebrosa, más dura, y en cierto sentido la más esencial de la trayectoria de Almodóvar", dijeron en Cahiers du Cinéma al nombrarla una de las 10 películas de ese año.
Todo Almodóvar, sus anteriores 20 películas, su vida y sus anhelos, están condensados, por último, en Dolor y gloria, una cinta con la que de nuevo ha triunfado internacionalmente y con la que ha tocado otro techo creativo. Como dice nuestro crítico Quim Casas en su crítica en SensaCine, en Dolor y gloria "Almódovar maneja espléndidamente ambos conceptos [la autobiografía y la autoficción] en una película en la que ha volcado, más que en cualquier otra, sus deseos, miedos, inseguridades, dudas y creencias. Un film admirable por lo sincero, pero también por los dispositivos dramáticos y emocionales que despliega el director en un momento en el que ya domina el medio, su estilo, como lo dominaba John Ford al realizar El gran combate".