Mariana Di Girolamo es Ema, uno de los grandes personajes que ha dado el cine esta temporada y, sin duda, uno de los mejores imaginados por Pablo Larraín. Ema llega a las salas de cine en España tras presentarse en la Mostra de Venecia, clausurar el festival Márgenes el pasado diciembre y arrasar con cualquier idea prestablecida. Ema es "un personaje a la vez tan integro como contradictorio, coherente y egoísta, frío y metódico pero a la vez entregado, dedicada a su placer y al de los demás aunque en algunos casos sea para obtener un rédito distinto al del orgasmo", afirma de ella nuestro crítico Quim Casas en su texto para SensaCine.
Ema es la historia de una mujer traumatizada, enfadada su pareja Gastón (Gael García Bernal) y también con el mundo, y es asimismo el relato que sigue a una mujer con una estrategia clara para lograr esa felicidad ansiada. Sobre la película, su arrollador personaje y la manera en que habla de los disturbios sociales en Chile, que acabaron con medio Santiago de Chile ardiendo y con escenas de violencia policial inéditas, hemos podido hablar con su protagonista, Mariana Di Girolamo. No te pierdas Ema, en salas desde el 24 de enero, ni nuestra entrevista a continuación.
Ema, tu personaje, quema todo lo que se encuentra a su paso.
Mariana di Girolamo– ¡La verdad es que sí! No deja nada por quemar y no deja a nadie indiferente. Es asombroso las diversas opiniones que despierta.
¿Cómo preparas un personaje así?
M.G.– Pues antes de abordar el personaje no tenía mucha información. Trabajamos sin guion, no hubo un trabajo de mesa, no hubieron ensayos. Sí nos centramos en la construcción de las coreografías, porque yo no soy bailarina profesional. También en su aspecto físico. Pero la manera en que ella se relaciona con los demás personajes, con el mundo y con ella misma fue algo que construimos mucho en el set, allá en Valparaíso, con Pablo. Creo que no llegué a terminar de completarla y siento que nunca lo voy a comprender. He visto la película cinco veces y cada vez es distinta. La primera vez fue escalofriante…, verse así en pantalla grande. Sentí mucho pudor, pero no porque cuestione sus motivos. No tengo problemas éticos con lo que hace. Porque, además, ¡lo hace con tanta gracia y resuelve el conflicto de manera tan creativa!
¿No crees que cuesta ponerse en el lugar de Ema al principio? El recital de reproches con Gastón es desagradable.
M.G.– Se dicen cosas muy feas y aún así permanecen juntos soportándose el uno al otro. Él sobre todo a ella, para que cumpla su objetivo. Pero Ema también tiene su espacio de alegría y de liberación, que en general no lo comparte con él. Ella decide ir a la calle en lo que será su viaje de auto descubrimiento.
¿En la calle está la vida?
M.G.– En el interior de la sala, con la compañía de baile, queda claro que no está. Ema también expresa el inconsciente colectivo de estas amigas. Por eso mismo deciden ir a la calle y escuchar y bailar reggaetón.
Los bailes, ¿fueron obra de un coreógrafo o los creasteis entre vosotras?
M.G.– Las coreografías de la compañía son creación de José Luis Vidal, y acompaña a la pieza La consagración de la primavera, de Stravinsky. Para estar a la altura, estudié danza tomando clases particulares, también hice pilates para trabajar la postura... ¡Todo en un mes y medio! A mí siempre me ha gustado bailar y si algo tengo en común con ella, con Ema, es la pasión por el baile, pero fue un trabajo súper arduo con el cuerpo, en tan poco tiempo... Y digo que fue arduo porque ese trabajo tuvo que ver con encontrar de encontrarme con mis limitaciones y mis virtudes, en cuanto a la movilidad de mi cuerpo y a la expresión de mi cuerpo. Yo quería bailar como lo hacían los bailarines profesionales, pero era obvio que habiendo practicado solo durante un mes y medio, dos meses, no iba a alcanzar ese puerto. Fue agotador, porque bailábamos cada día. En paralelo, empezamos a trabajar con las coreografías más urbanas de reggaetón, ya con otra coreógrafa. Ahí, conectar con ese grupo de chicas que son una hermandad maravillosa, fue súper importante. Hubo mucha complicidad.
El casting fue genial, encontrar a este grupo de chicas tan distintas la una de la otra pero tan cómplices, medio amantes, peligrosas y atractivas, dispuestas a dar la vida la una por la otra… Creo que esos sentimientos son algo muy generacional. Es la sororidad. La veo en mi generación, pero sobretodo en las generaciones más jóvenes.
El retrato del grupo de amigas es de los aspectos más emocionantes de 'Ema'. ¿Qué te pareció? A mí personalmente, me sorprendió teniendo en cuenta que hay tres hombres detrás del guion.
M.G.– Qué bueno que lo percibas de esta manera, porque hay gente que no puede soportar que haya tres hombres hablando de no sé si de feminismo pero sí de la emancipación de una mujer. A mí personalmente me parece muy interesante el trabajo que hizo Pablo: aprender sin pretensiones, observar sin juzgar. Y crear a los personajes junto a nosotras. El casting fue genial, encontrar a este grupo de chicas tan distintas la una de la otra pero tan cómplices, medio amantes, peligrosas y atractivas, dispuestas a dar la vida la una por la otra… Creo que esos sentimientos son algo muy generacional. Es la sororidad. La veo en mi generación, pero sobretodo en las generaciones más jóvenes.
¿Cómo crees que dialoga la película con con tu generación y con las generaciones más jóvenes?
M.G.– La película es muy desafiante y creo que es un buen retrato, ahora más que nunca, de todo lo que está pasando en Chile. No la he visto de nuevo, la quiero ver en cuanto tenga la posibilidad.
¿Cuándo fue la última vez que la viste?
M.G.– Hace cinco meses. Pero ahora, con todo lo que ha pasado en Chile, con este despertar social gigantesco, la película se resignifica y se revaloriza completamente. Ya no es lo misma. La primera escena del semáforo quemándose ya no significa lo mismo que antes.
¿Cuándo fue la última vez que la viste?
M.G.– Hace cinco meses. Pero ahora, con todo lo que ha pasado en Chile, con este despertar social gigantesco, la película se resignifica y se revaloriza completamente. Ya no es lo misma. La primera escena del semáforo quemándose ya no significa lo mismo que antes.
En nuestro caso, ‘Ema’ llega a los cines con las imágenes de Chile en llamas más presentes.
M.G.– No creo que Pablo sea adivino, pero si me parece que tiene la sensibilidad suficiente para percibir algo que pasando de manera como subterránea y que finalmente estalló, literalmente. Así que ojalá la vuelvan a mostrar en Chile, porque estuvo nada en cartelera. Es una pena, porque es una película que habla del presente y merecía tener más recorrido.