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    Luis López Carrasco: "'El año del descubrimiento' busca mostrar la reproducción social de la precariedad"

    El director de ‘El futuro’ opta al Premio Tiger de la competición oficial del Festival Internacional de Cine de Rotterdam, que se celebra hasta el próximo 2 de febrero.

    En 1992, en España se celebraron la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, pero pocos recuerdan que ese mismo año en Cartagena ardía en llamas la Asamblea de la Región de Murcia. Sobre ese acontecimiento versa El año del descubrimiento, la nueva película de Luis López Carrasco, que participa estos días en la 49ª edición del Festival de Rotterdam (IFFR), donde acaba de estrenarse mundialmente y donde concursa por el Premio Tiger a la mejor cinta de la competición oficial. 

    Suerte de crónica de los disturbios vividos en Cartagena durante el año 1992 y golpe de realidad y del precio a pagar por esos éxitos políticos y económicos de la España de entonces, El año del descubrimiento es un apasionante y épico largometraje que sin lugar a dudas va a marcar el rumbo del cine independiente español de este 2020 y de la década. Porque si López Carrasco ya se situó en el mapa del cine más heterodoxo con su debut El futuro, ahora demuestra un pulso cinematográfico prodigioso y comprometido. Sobre esta obra, que llegará a salas de la mano de Begin Again Films, sobre su participación en Rotterdam y sobre otros detalles hemos podido conversar en el marco del IFFR. No te pierdas a continuación nuestra entrevista con el director.  

    Como sucede en ‘El futuro’, en ‘El año del descubrimiento’ vuelves a la historia de España a partir de un conjunto coral de voces y de una propuesta narrativa muy audaz. Aquí, no obstante, el punto de partida ya no es Madrid en los 80 sino Cartagena en 1992.

    Luis López Carrasco– Cuando terminé El futuro, incluso antes de rodar aquella película, tuve la sensación de que me habían quedado cosas por tratar de los años 80. Aunque en ese largometraje no quería transitar por la época de la movida madrileña, al final se acabó situando en esos años y en esa escena cultural. Era algo de lo que me había dado cuenta y que algunos amigos me comentaron, como si la película celebrara la clase media urbana de la España de los 80. Así que, en ese punto, me planteé si valía la pena seguir haciendo películas en torno al año 82, para intentar ampliar las capas de comprensión de lo que acontecía en la sociedad española en esa época, o si tenía que cambiar de rumbo. Y se me ocurrió que podía hacer una película por cada año que hubo elecciones generales en España, y cada una de estas grabada con tecnología de la época. Fue cuando empecé a buscar un entorno social en las antípodas de lo que se contaba en El futuro. Y di con los años de la reconversión industrial. 

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    ¿Qué ves en el proceso de reconversión industrial que vivió nuestro país para hacerlo central en ‘El año del descubrimiento’?

    Luis López Carrasco– Después de investigar y documentarme, vi que la reconversión industrial es, a día de hoy, un relato que pone en cuestión u obstaculiza muchos de los supuestos logros de la modernización y del bienestar español, y a la vez afecta a una enorme cantidad de población y a una enorme cantidad de localidades. Sin embargo, no se entiende como un gran relato unitario, porque los acontecimientos vinculados a este proceso están muy fragmentados. Es algo que sucede en muchos sitios, pero que no va más allá del ámbito local. Además, es un relato reducido a cuatro lugares comunes: que si las empresas que se desmantelaron eran obsoletas, que si eran franquistas, que si no se podían modernizar, que si los obreros que se oponían al cierre eran nostálgicos... Creo que hay un sustrato perverso en todo ello, porque si bien es cierto que la reconversión industrial es algo inexorable, en algunos lugares estratégicos se hizo con una cierta visión de futuro mientras que en otros, no.

    De la reconversión industrial como un proceso de la historia reciente pasas a algo tan concreto como Cartagena en 1992, cuando, tras una serie de disturbios, la Asamble de la Región de Murcia acaba en llamas. ¿Qué fue lo que te interesó de ese hecho para transformarlo en el tema de tu película?

    Luis López Carrasco– Recuerdo un día de pequeño que, al poner la televisión, vi la Asamble ardiendo. Era el año 1992. Mis abuelos y tíos vivían en Cartagena, pero yo crecí en la ciudad de Murcia. Al preguntarle más adelante a mis padres, descubro que apenas se recuerda ese suceso y me digo “si nadie lo recuerda, es que aquí hay que hacer una película”. Hay un potencia simbólica tremenda, y no solo por la imagen de un Parlamento ardiendo, supuestamente quemado por los trabajadores tras una serie de disturbios muy salvajes. También porque si España, que ya llevaba 14 años de democracia, está viviendo un momento glorioso con la Expo y las Olimpiadas, en Europa, mientras tanto, se va a firmar el Tratado de Maastrich. Justo en la misma semana en que arde la Asamblea. 

    En ‘El año del descubrimiento’, como sucede en ‘El futuro’, encierras a tus personajes en un espacio. Aquí es un bar, que hace de microcosmos de nuestro país.

    Luis López Carrasco– Originalmente, la película tenía mucho más de reconstrucción de época y más elementos de ficción. Evidentemente, cuando tienes poco presupuesto y quieres hacer cine de época, tienes que ceñirte a interiores. Por otra parte, quería que fuera una película diurna. En cada película intento hacer una cosa que no haya hecho nunca. En El futuro, que tenía una apuesta formal muy radical, trabajé la cuestión de la música obstaculizando todos los diálogos del filme. Aquí sucede lo contrario: quería apostar por la voz humana. Tenía muy claro que en El año del descubrimiento la voz iba a ser importante y que iba a ser un conjunto de voces biográficas y que iban a encargarse de la narración de la película. Y, de repente, una cafetería me parecía que era el lugar perfecto, a medio camino entre el espacio privado y el espacio público, donde se atraviesan muchas historias y donde, a veces, uno se sorprende de la intimidad con la que los clientes hablan con los dueños o los camareros del bar. Además, me encanta escuchar conversaciones en bares y quería intentar reproducir esa vivencia del espacio de manera total.

    Recuerdo un día de pequeño que, al poner la televisión, vi la Asamblea de la Región ardiendo. Era el año 1992. Mis abuelos y tíos vivían en Cartagena, pero yo crecí en la ciudad de Murcia. Al preguntarle a mis padres más adelante, descubro que apenas se recuerda ese suceso y me digo “si nadie lo recuerda, es que aquí hay que hacer una película”.

    ¿Te costó mucho dar con el bar-cafetería La tana, donde ocurre parte de la película? Imagino que en Cartagena aún quedan establecimientos de los años 90.

    Luis López Carrasco– No te creas. El único lugar de Murcia en el que parece que no haya pasado el tiempo es La Unión, pero Cartagena ha cambiado muchísimo y sí que nos costó encontrar la localización para la película. La ciudad vivió un cierto desarrollo a finales de los 2000, cuando se abrió el puerto y llegaron los cruceros, cuando comenzó la reforma del anfiteatro romano... Pero, en los 90, la ciudad estaba triturada. Una de nuestras fuentes nos contaba que por esos años no había ni un bar abierto, que Cartagena era una ciudad totalmente zombi, deprimida y hundida.

    En fin, encontramos este bar y empecé a ir a desayunar allí cada día. Una de las cosas del lugar que más me llamó la atención fue que estaban los resultados de las ligas del Barça hasta el año 93, como si el tiempo se hubiera parado ese año. 

    En ‘El año del descubrimiento’, de hecho, parece que estemos en los años 90, porque estéticamente se juega con esa fusión de temporalidades.

    Luis López Carrasco– Hay un juego de ambigüedad muy consciente. La idea original era hacer una memoria del presente, un retrato de varias personas afectadas por la crisis del 2008 y del 2010, centrándonos en las clases trabajadoras de los barrios obreros de Cartagena y de La Unión. El otro objetivo era ver cómo les había afectado esta última crisis y cómo podíamos conectarla con la crisis del 92. Las clases sociales trabajadoras son las que sufren especialmente las consecuencias de las crisis y, al final, la película, tal y como dice mi hermano, busca mostrar esa reproducción social del sufrimiento y de la precariedad.

    Al mismo tiempo, nos dimos cuenta de que los protagonistas de los hechos del 92 no tenían que ser una fuente documental de la película, sino que debían salir en la película y debían salir hablando de lo que les pasó. Había un montón de personas cuya voz nunca había sido escuchada y decidimos incorporarles a la película.

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    Hay unos 45 personajes en ‘El año del descubrimiento’. ¿Cómo trabajasteis el casting y la ambientación de los protagonistas?

    Luis López Carrasco– A la que teníamos tiempo libre, Raúl Liarte, mi co-guionista, y yo  nos íbamos a Cartagena. En realidad, la película es, en buena medida, el universo personal de Raúl, porque es hijo de uno de los trabajadores del Astillero Navantia, la antigua Bazán, y es un tema que le toca de cerca. Salen sus amigos del colegio, sus amigos del instituto, su barrio, su familia… De hecho, cuando iba por Cartagena siempre estaba intentando convencer a gente de su entorno para que participaran en el proyecto, desde personas que sabía que habían trabajado en los astilleros a colegas con los que coincidía en conciertos.

    También hicimos castings abiertos en las asociaciones de vecinos, en el que preguntábamos cuestiones relativas a condiciones de vida, vecindario, trabajo, etcétera. Asimismo, junto a Rebeca Durán, reponsable del diseño de vestuario, hicimos un trabajo de caracterización con todos los personajes de la película, a excepción de los sindicalistas que aparecen al final de la película. En el tema del vestuario, les pedí a todos y todas que llevaran ropa que pudiera pertenecer tanto a los años 90 como a la época actual. El objetivo era jugar con esa ambigüedad anacrónica en el que no sabes muy bien a qué crisis se está refiriendo y no sabes en qué lugar de la historia está la película.

    Hablas de esa pequeña alteración o modificación de la imagen de los personajes para jugar con la ambigüedad temporal, pero, ¿qué puedes contarnos de las historias de cada uno de los protagonistas? ¿Cuántas hay guionizadas y cuántas pertenecen a las vidas de cada uno de ellos?

    Luis López Carrasco– En un principio había mucha más ficción para que la gente hablara de la coyuntura del 92 en presente, pero, a medida que se aproximaba el día del rodaje, fuimos viendo que las historias que nos habíamos encontrado en los casting eran mucho más relevantes que cualquier ficción. Es cierto que algunos de los protagonistas conocían el proyecto e intentaban hacer ficción de su propio relato, como si estuvieran actuando, pero a las dos o tres horas de grabación empezaban a dejarse llevar.

    Como director, no quería forzar ni el tono ni el registro que estábamos buscando. Todo lo contrario. Eso sí, había un guión muy básico: una serie de temas de conversación, una serie de historias que nosotros ya conocíamos y que queríamos que nos las volvieran a contar, y un diseño de grupos de debate, es decir, que ciertas personas interactuaran y conversaran con otras personas diferentes a ellas. Ese fue el mayor quebradero de cabeza, pero sabíamos que podían suceder cosas nuevas e impredecibles. Y esa es para mí la función del cine, o al menos del cine que quiero hacer: que el rodaje sea un lugar donde acontezca lo inesperado.

    Había un guión muy básico: una serie de temas de conversación, una serie de historias que nosotros ya conocíamos y un diseño de grupos de debate. Ese fue el mayor quebradero de cabeza, pero sabíamos que podían suceder cosas nuevas e impredecibles. Y esa es para mí la función del cine: que el rodaje sea un lugar donde acontezca lo inesperado.

    Hay testimonios estremecedores, como el del sindicalista José Ibarra.

    Luis López Carrasco– Ahora es historiador local. Cuando Raúl y yo llegamos a Cartagena con el proyecto de la película, él estaba escribiendo un libro sobre la crisis industrial y nos dejó acompañarle a todas las entrevistas. Nos abrió la puerta a conocer a un montón de gente que a lo mejor no se habrían sentido cómodos hablando con desconocidos. Fue muy generoso.

    ¿Encontrasteis mucha resistencia por parte de los testimonios anónimos para que explicaran sus historias y recuerdos de esos años?

    Luis López Carrasco– La casuística es distinta con cada uno de los protagonistas. Hubo gente que entendió enseguida el proyecto, como los chicos jóvenes, los que tienen 19 y 20 años. Pero los protagonistas de los hechos del 92 eran reticentes al principio. Costó bastante convencerles de que podían confiar en nosotros, y, en ese sentido, hay un pacto de responsabilidad y de confianza sobre lo que aparecen en la película y sobre lo que no aparece. También es cierto que muchas veces es difícil convencer a las personas del valor de algo que ellos consideran rutinario, del valor de esa información y de esa memoria. Ahí entraba mi capacidad de persuasión.

    En ‘El año del descubrimiento’ es muy evidente cómo el factor económico afecta la cuestión de la salud. Hay testimonios de accidentes de trabajo, de depresiones, de desgastes físicos.

    Luis López Carrasco– Una las cuestiones que no supimos o no pudimos incorporar ha sido la de las voces de mujeres sobre la lucha contra la crisis industrial. Teníamos una lista de diez nombres y unas siete habían fallecido. La fragilidad corporal de una clase social que sufre una enorme dureza en su vida y en su trabajo nos explotó en la cara en mitad de la producción de la película. Había personas muy enfermas que no pudieron salir. Para una persona en concreto, el recuerdo de lo sucedido era tan doloroso que no podía hablar de ello y canceló el encuentro que habíamos concertado. Creo que la película reproduce muy bien un ambiente muy cargado, muy tenso y muy, muy duro. No siempre depresivo, porque muchos de ellos mantienen una entereza sobrecogedora.

    ¿En qué momento decidisteis que ‘El año del descubrimiento’ iba a verse a partir del formato de la doble pantalla? De primeras puede parecer demasiado experimental, pero lo cierto es que beneficia mucho a la película. No debió de ser fácil pensar la estructura final, imagino.

    Luis López Carrasco– Yo tenía muy claro que el rostro era el elemento protagonista de la película. También tenía muy claras las referencias fundamentales, Frederick Wiseman y Eduardo Coutinho, y esa era la apuesta. Pero la doble pantalla fue una idea que apareció en rodaje, muy al principio de la producción. Habíamos grabado muchas escenas con dos cámaras, y por una cuestión práctica de no ver lo que se había rodado en una cámara y luego en la otra, Juan Alba (auxiliar de edición) lo montó de esta manera.

    Al verlo, de repente nos funcionó. Nos pareció que, por una parte, plásticamente convertiría la experiencia en algo bello, pero a la vez también estaba la idea de inmersión, de estar en un lugar con varios focos de atención, que plasmaba muy bien el concepto que teníamos sobre la película, el estar en un bar prestando atención a muchas cosas. La doble cámara te ofrece el plano y el contraplano a la vez, y crea un nuevo espacio y relación con los espectadores. Sergi (Jiménez), el montador, insiste en esa idea, sobre que en El año del descubrimiento el contraplano es el espectador. Yo creo que la doble pantalla deja la mirada más libre y más abierta a los espectadores. Y de hecho, hace que la película no se agote.

    También queríamos que el filme, por otra parte, encontrara la manera en la que que todo fluyera y respondiera a las biografías de los protagonistas. Había una responsabilidad sobre los testimonios que aparecen, y, en este sentido, decidí replegar todas mis ínfulas estetizantes y autorales para darle peso al relato. Porque cada proyecto demanda una forma concreta y distinta.

    'El año del descubrimiento' habla de un rincón olvidado, de identidades frágiles, e intenta recoger la memoria de una comunidad. Al mismo tiempo, hay también una apuesta de repensar la imagen de la Región de Murcia, que a día de hoy está asociada a sitio subdesarrollado, donde campa a sus anchas la ultraderecha y que es objeto de chistes.

    Estrenas mundialmente en el Festival de Rotterdam, donde compites en el concurso oficial Tiger, y donde la película ha tenido una estupenda recepción. Estás entre lo mejor valorado por el público y llama la atención que una historia que podría parecer local, o que se ha relegado a lo local, resuene de este modo entre el público internacional.

    Luis López Carrasco– Es curioso. El año del descubrimiento habla de un rincón olvidado, de identidades frágiles, e intenta recoger la memoria de una comunidad. Por desgracia, en la Región de Murcia el cine está abandonado y no hay ningún tipo de ayuda por parte de la Consejería de Cultura. Al mismo tiempo, hay también una apuesta de repensar la imagen de la Región de Murcia, que a día de hoy está asociada a sitio subdesarrollado, donde campa a sus anchas la ultraderecha, que es objeto de chistes… Hay una apuesta de hacer un relato del que te puedas sentir orgulloso, francamente.

    Podríamos haber hecho la película en el País Vasco y seguro que no hubiéramos tenido tantos problemas de financiación como los que hemos tenido, pero tenía que ser Cartagena, a pesar de que por querer hacerla ahí hemos estado a punto de no realizarla. El Ayuntamiento y la Concejalía de Cultura de Cartagena nos ha apoyado; la televisión local nos ha apoyado, organismo propietario de las imágenes de archivo de los disturbios que se ven en la película; pero la Consejería de Cultura de la Región no nos ha apoyado en absoluto y se han desentendido completamente de un proyecto que, a mi juicio, reúne todos los requisitos para merecer un apoyo institucional, porque habla de la historia, de la sociedad y de la memoria de un territorio.

    Esa asimetría territorial para mí ha sido muy dolorosa. A la vez, también sabíamos que la potencia de llegar a un lugar donde nadie había plantado una cámara..., era algo que nos cargaba de energía de cara a llevar a cabo la película. A ver, hemos tenido una ayuda del ICAA, y es una coproducción con Suiza, gracias a la productora Alina Films. Pero todo me ha dejado exhausto, porque son procesos largos, costosos y de cierta precariedad. Todas las películas son siempre personales, pero esta es muy personal y ha habido momentos en que me veía demasiado emocionado como para seguir viendo el material. Y si eres de esa zona, como es mi caso, hay otras resonancias. También te digo que estoy muy satisfecho porque siento he podido hablar de muchas realidades que me afectan.

    ‘El año del descubrimiento’ emprende ahora el vuelo, tras su estreno mundial en Rotterdam.

    Luis López Carrasco– Para mí, el estreno importante de El año del descubrimiento será cuando se estrene en Cartagena. Aunque tengo muchísima curiosidad por saber cómo la película es recibida fuera de nuestras fronteras. La sensación ahora es que la película apela a coyunturas muy actuales: venimos de un otoño caliente, con mucha conflictividad social y con muchas movilizaciones en las calles. El año del descubrimiento recoge muchas de esas ideas, aunque no siempre las desarrolle.

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