Olivia de Havilland ha muerto en París a los 104 años. La desaparición de la actriz, la inolvidable Melania en Lo que el viento se llevó (1939), merecedora del Oscar a la Mejor intérprete femenina por La vida íntima de Julia Norris (1946) y La heredera (1949), supone el adiós definitivo al cine del Hollywood dorado.
Nacida en Tokio en 1915 y 15 meses antes que su hermana Joan Fontaine, la que fuera la hija del abogado británico Walter de Havilland y de Lillian Ruse, actriz que dejó su carrera, creció en Estados Unidos, junto a su progenitora y su hermana, cuando en el viaje de vuelta hacia Reino Unido las dos hermanas se pusieron enfermas. Fue la separación definitiva con su padre, que acabó en Tokio casándose con su ama de llaves. La madre se casó en segundas nupcias con George Fontaine, cuyo apellido utilizó la hermana menor, Joan.
Olivia de Havilland debutó en las tablas en una obra amateur sobre Alicia en el país de las maravillas a principios de los años 30. En 1934, en una representación de El sueño de una noche de verano conoció a Max Reinhardt, quien le abrió las puertas de la Warner Bros. En ese estudio debutó la actriz en la gran pantalla en 1935, en una versión de la obra de Shakespeare; a la que siguió El capitán Blood, donde conoció a Errol Flynn, con quien coincidiría en otras nueve ocasiones: La carga de la Brigada Ligera, Robin de los bosques, La vida privada de Elisabeth y Essex o Murieron con las botas puestas. Su gran oportunidad llegó cuando Warner la cedió a MGM para que interpretara a Melania en Lo que el viento se llevó, papel por el que logró su primera nominación al Oscar.
Tras la epopeya sureña dirigida por Victor Fleming, Olivia de Havilland no paró y durante la década de 1940 encadenó éxito tras éxito, al tiempo que se forjaba la profunda enemistad con su hermana Joan Fontaine, con quien dejó de hablarse en 1946 a causa de un comentario burlón de Fontaine sobre el marido de De Havilland. Esta, de hecho, se impuso en el Oscar a la mejor protagonista en 1942, que ganó por Sospecha; aunque Olivia de Havilland lo recogió por La vida íntima de Julia Norris (1946) y por la magnífica adaptación de Henry James La heredera, a cargo de William Wyler (1949).
También en la década de 1940 tuvo lugar su encontronazo con Warner y el litigio que puso fin al sistema de estudios que había funcionado hasta el momento en Hollywood. La actriz de Nido de víboras o A través del espejo, donde hizo doblete en el papel de unas hermanas gemelas, reclamó a los ejecutivos de la Warner mejores papeles y ella acabó demandando al estudio, sobre todo por las justificaciones labroales que el estudio alegó para negarle mejores personajes. El tribunal dio la razón a la actriz, que para entonces, 1945, llevaba unos tres años sin trabajar, en una sentencia que transformó al completó la estructura de la industria en la meca del cine.
A mediados de la década de 1950 se mudo a París tras casarse con Pierre Galante, periodista de la revista Paris Match, y dejó paulatinamente el mundo del espectáculo aunque todavía se la puede ver en películas como No serás un extraño, Canción de cuna para un cadáver y Aeropuerto 77, además de en series como Norte y Sur, Anastasia o el telefilme The Woman He Loved (1998), su última aparición profesional. En 1965, Olivia de Havilland se convirtió en la primera mujer que presidió el jurado de Cannes.
A pesar de estar en semiretiro, la actriz continuó con cierta vida social y muy vigilante en relación a su legado. En 2017, demandaba a los productores de la serie Feud, qe narra la rivalidad entre las dos divas de Hollywood Bette Davis y Joan Crawford durante y después de la producción de ¿Qué fue de Baby Jane? por el retrato que de ella se hacía en la serie, interpretada por Catherine Zeta-Jones. En julio de 2018, la corte de apelaciones de California rechazó su demanda.
La actriz ha fallecido seis años después que su hermana Joan Fontaine, que murió en 2013 a los 96 años, y le sobrevive su hija, Gisèle Galante.