LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 19: ‘LA MALDICIÓN DE LOS BISHOP’ (1971)
Meciéndose sinuosamente entre el terror psicológico y el horror sobrenatural, adoptando el esquizofrénico punto de vista mental de la protagonista, Let’s Scare Jessica To Death -me niego a llamarla por su horrible título en castellano- podría ser la madre de buena parte del cine de terror 'indie' contemporáneo, tan dado a retratar lo inconcebible bajo luz diurna -y pienso tanto en It Follows (2014) como en Baghead (2008)-. Pesadilla 'poshippie', el filme de John D. Hancock tiene cierto regusto a un Perros de paja (del mismo año, 1971) con vampiros y, con esta, parece dar carpetazo 'redneck' a la idealización urbanita de la apacible y reconstituyente vida en el campo.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 18: ‘SUCESOS EN LA IV FASE’ (1974)
Único largometraje realizado por el maestro absoluto de los títulos de crédito Saul Bass, Sucesos en la IV fase bebe del icónico cine fantástico de los años 50 -La humanidad en peligro (1954), Tarántula (1955)- donde la naturaleza se rebela de forma monstruosa contra el hombre. En esta ocasión son las hormigas las que, por una pericia cósmica, adquieren inteligencia y tratan de defender a las bravas su territorio. Con mínimos personajes y escenarios, el terror se hace presente en cada uno de los enfrentamientos contra los insectos. Una batalla perdida donde lo etnográfico y lo lisérgico se cruzan en una película deliciosamente analógica. Así que ya lo sabéis: no cabreéis a las hormigas.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 17: ‘DESENLACE MORTAL’ (1973)
Alex Fridolinski era el pseudónimo del realizador sueco Bo Arne Vibenius, uno de los nombres más extraños, salvajes e incómodos de la historia del cine (con sólo tres largometrajes) que, curiosamente, empezó su carrera al lado de Ingmar Bergman. Estamos en la zona bruta del 'rape & revenge', de la que ya existía la muy visceral La última casa a la izquierda (1972) de Wes Craven. Pero Desenlace mortal llevaba aún más lejos la extrema violencia y degradación de las imágenes -se llega a ver el apuñalamiento de un ojo con un bisturí realizado con un cadáver-, llegando a insertar imágenes de sexo pornográfico dentro de la propia cinta. Mezcla bizarra de 'hardcore' y cine de arte y ensaño, la película cuenta el secuestro de la joven Frigga (Christina Lindberg) a manos de un proxeneta que la somete a todo tipo de vejaciones y su posterior 'vendetta', con la protagonista cogiendo un 'look' inclemente a lo 'spaghetti western' y fusilando a sus enemigos a cámara súper lenta. De las películas más violentas que yo haya visto nunca.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 16: ‘EL HOMBRE Y EL MONSTRUO’ (1931)
Con una puesta en escena fascinante, que incluye un uso magistral de los encadenados con pantalla partida, pero especialmente un uso del plano subjetivo ultra virtuoso para retratar la dualidad moral del protagonista -ojo al juego con los espejos-, esta adaptación del clásico de la literatura de Robert Luis Stevenson no dividía al hombre entre el bien y el mal, sino entre la servidumbre a los roles sociales y la liberación de los tabúes contritos de la época. Normal, que resulte aún hoy, tan deliciosamente perturbadora, incluso en su erotismo.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 15: ‘MANDY’ (2018)
Panos Cosmatos -el hijo de George P. Cosmatos, emblemático director de 'actioners' de los 80 como Cobra (1986) o Rambo II (1985)- ya había reventado un buen puñado de cabezas con su ópera prima, Beyond The Black Rainbow (2010). Así que Mandy realmente fue su consagración como nueva punta de lanza del terror más lisérgico y salvaje contemporáneo. Película dividida en dos partes, una primera de horror subyugante bañado en LSD y una segunda más violenta y gore y ¡con aún más LSD! Mandy además es todo un festival 'one-man-show' donde Nicolas Cage se pasa la vida y la muerte en una de sus interpretaciones más desquiciadas (lo que es decir mucho).
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 14: ‘KAIRO’ (2001)
Fue el propio Kurosawa en 1997 con la bestial Cure (1997), junto a otros realizadores como Hideo Nakata con The Ring (1998) o Takashi Miike con Audition (1999), quienes popularizaron lo que vino a llamarse nueva ola de terror japonés. De todas las nuevas películas ancladas en el 'j-horror' a mí me fascina Kairo, un relato de fantasmas en la red tremendamente avanzado a su tiempo, que mezclaba la alienación psicológica con el horror fantasmático. Internet como virus que arropa el suicidio colectivo como trágica metáfora del aislamento social al que nos ha llevado un mundo plenamente interconectado, narrado de forma gélida y en tonos ocres con una de las mejores puestas en escena del miedo de este siglo.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 13: ‘EL ROJO EN LOS LABIOS’ (1971)
En 1971 el realizador belga Harry Kümel dirigió dos aproximaciones al cine de terror tremendamente interesantes: Malpertuis (La mansión maldita) y, especialmente, El rojo en los labios, extraño y bellísimo ejercicio de decadencia erótica vampiríca, como si Luchino Visconti estuviera adaptando un texto del siempre poco reivindicado José Ramón Larraz. Así se nos presenta la Condesa Bathory (magnífica Delphine Seyrig), una vampira con ecos de la clásica Carmilla, que busca seducir, follarse y zamparse (en ese orden) a una joven pareja de recién casados con más de un secreto mórbido en su equipaje vital. El rojo en los labios es una película estilizada hasta el filo, cuyos toques salvajes, tanto sexuales como sangrientos, acaban por conjugarse de una forma ciertamente exquisita.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 12: ‘SURVEILLANCE’ (2008)
Quince años le llevó a la directora Jennifer Lynch, hija del cineasta David Lynch, realizar su segundo largometraje tras su vilipendiado debut Mi obsesión por Helena (1993). Esta increíble Surveillance, que vendría a ser un cruce entre el 'american gothic' y el 'thriller' envenenado a lo Fincher, donde a modo de 'flashback' se reconstruye la investigación de unos crímenes en las carreteras desérticas de la Norteamérica profunda. Bill Pullman y Julia Ormond están totales en sus roles, meciéndose con un 'flow' libidinoso entre policías catetos y drogatas sin futuro. Película tensa e imprevisible, Surveillance -que ganó a Mejor Película en Sitges- tendría su perfecta sesión doble con esa barbaridad llamada Killer Joe (2011) de William Friedkin.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 11: ‘LA CARA DE OTRO’ (1966)
Cineasta capital de la Nueva Ola de cine japonés en los años 60, Teshigahara se había dado a conocer mundialmente -nominación al Oscar y Premio en Cannes incluido- con La mujer de la arena (1964). En La cara de otro, donde volvió a colaborar con el escritor Kôbô Abe, reiteraba una puesta en escena ultra modernista -congelados, zooms, juegos con el sonido, decoración surrealista- aplicándole diálogos existencialistas sobre la identidad humana a lo Ingmar Bergman, mientras seguía los pasos de un hombre desfigurado -mítico Tatsuya Nakadai- al que le cambia la personalidad y la ética cuando le ponen una máscara con un rostro ajeno. Una película tan bella en su forma, como inquietante en su fondo. Coincide en año con un filme con muchos puntos en común, la tremenda Plan diabólico (1966) de John Frankenheimer.
LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE CULTO - PUESTO 10: ‘EN LA BOCA DEL MIEDO’ (1995)
La figura del escritor como demiurgo de la obra en sí que se está construyendo mientras el espectador la ve, ya había sido tratada unos años antes por el maestro Dario Argento en su visceral Tenebre (1982). Pero Carpenter, el patrón del cine de culto del terror, llevó aún más lejos dicha idea al convertir el relato y los personajes de En la boca del miedo en piezas mutables donde ficción y realidad se mezclan sin diferencia. A medio camino entre Stephen King -ese pueblo en New Hampshire- y H.P. Lovecraft -esos monstruos del averno dispuestos a devorar nuestro mundo-, Carpenter doblega las imágenes de su película hacia el terror más puro e inenarrable, dejando claro que la ficción, es cierto, nos puede llevar a la locura, pero esta siempre será mucho más divertida -aunque te den un hachazo en la cabeza- que la realidad.